Lo ocurrido el 30 de abril posee varias aristas, opositoras y chavistas. Por el lado opositor se vislumbra la intención de agilizar sus movimientos, el gran problema es que esa velocidad (y coyuntura) impide una comunicación efectiva entre sus partes, por temor se filtre información, por la necesidad estratégica de sorprender a un régimen cada vez más represivo, incluso, velocidad que imprimen ciertos intereses aislados, sea como sea, esa pretendida asonada cívicomilitar deja entrever va mucho más allá, no fue un salto al vacío como muchos quieren obligar creer, evidencia una profundidad que al lograr acoplarse puede concretar sus objetivos.
En la forma como se desenvolvieron los hechos, desde primeras horas de la mañana los venezolanos que se oponen al régimen vieron cifradas esperanzas de un cambio de proyecto país, a medida transcurrieron las horas, aunado a una larga ausencia de Maduro, el día se tornó frio y monótono, al menos, en la política visible, estamos a punto de trivializar este tipo eventos. Hay demasiadas dudas, subyace una grave falta de información y mucho temor ciudadano (y de actores) en responder llamados como estos, temores bien fundados ante una represión “atroz” como la calificara el mismo ministro de defensa en 2017.
Por el lado del chavismo, por séptima vez en tiempos recientes, logra superar otra prueba militar, sus componentes no acudieron al llamado de Guaidó, se mantuvieron en sus cuarteles atentos a órdenes superiores. Ello es positivo para un régimen que, al saberse repudiado popularmente, depende exclusivamente del ala castrense, sin embargo, ante la reiterada concurrencia de hechos como este está obligado analizar hondamente qué tan monolítica son las FANB, toda vez que se permitió ser una organización políticamente activa, donde sus lemas alaban a un expresidente, a un líder partidista… opinamos.
Los tiempos de regocijo gobiernero pasaron hace mucho de la mano de un boom petrolero dilapidado y una empresa petrolera destruida, el régimen trata sacarle punta a su “victoria”, trata hacerlo desesperadamente a través de su férreo control informativo, sin embargo, la realidad del país sobrepasa sus estrategias, el tiempo es su peor enemigo, los problemas nacionales empeoran, la paciencia ciudadana se agota. Infundir el temor en los venezolanos es la única manera de conservar el poder con que el chavismo cuenta.
¡Ojo! aunque visiblemente el juego político en Venezuela parece estancado no es así, la política invisible, la de las estrategias, apoyos y acciones, está hirviendo, por primera vez la oposición tiene la batuta y es el régimen quien está a la defensiva.
Los factores determinantes para la oposición son; la unión “real” entre sus factores políticos, la reconstrucción de una confianza/conexión para con sus seguidores y una comunidad internacional en sintonía con la coyuntura nacional verdadera, estos tres factores día a día cuajan satisfactoriamente.
Los factores determinantes del régimen son; intentar anticipar las acciones de la oposición y amalgamar su aparato de contención, el represivo, toda vez que ni económica, financiera, ni mucho menos en términos reales de calidad de vida, puede ofrecer/cumplir a los venezolanos, él propio chavismo es responsable de su hundimiento, por su corrupción, desidia y adhesión a una maleva ideología/mentalidad como la castrista, paraíso para gobernantes, castigo para el pueblo.
Las cartas están sobre la mesa, toca esperar ¡y no mucho! El proceso de salida del chavismo comenzó con la “constituyente y llega a su fin. Insistimos, lo que ocurre en el país es consecuencia directa de un chavismo ajeno a la venezolanidad, al cual se le hizo tarde para cambiar, bueno, tampoco ha mostrado voluntad de hacerlo.
Leandro Rodríguez L.
@leandrotango
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