Un percebe es un crustáceo (como los cangrejos y las langostas) sumamente raro que trataremos de describir. Es tan especial que hasta Charles Darwin le dedicó muchos años de estudio.
Es un animal pequeño, unos ocho a diez centímetros de largo, y tiene dos partes bien definidas. Una parte es la unión de pequeñas placas blancas muy duras que entre todas forman una especie de cono y que generalmente se le llama la “uña” del percebe y la otra parte es un trozo cilíndrico y flexible. Con esta parte flexible, o pedúnculo, el percebe se fija fuertemente a las rocas marinas de la costa.
En la parte de la “uña” se encuentran protegidos los órganos vitales del bicho. El percebe no tiene corazón y recibe el oxígeno directamente del disuelto en el agua y por eso vive principalmente en costas y piedras donde las olas rompen fuertemente. El percebe es hermafrodita y posee los dos órganos, masculino y femenino, en su cuerpo, pero no se autofecunda. Para reproducirse requiere a otro percebe y ese día definen quien es el macho y quien es la hembra.
El percebe se fija a las rocas con una glándula que produce una especie de duro cemento y allí vivirá sin desplazarse. Para compensar su falta de movimiento la naturaleza le puso al percebe el pene más largo del mundo en relación a su tamaño (el negro del WhatsApp es aquí un pobre aficionado).
Los percebes viven en costas rocosas, frías y de olas violentas y su recolección solo se puede hacer a mano y es peligrosa. Su pedúnculo es comestible y solo requiere hervirse con agua y un poco de sal. El sabor del percebe es muy especial y es considerado una de las mayores exquisiteces del mar. Dicen los gallegos que los mejores son los de sus costas y posiblemente eso sea verdad.
Para muchas personas el percebe, por lo alejado de lo normal, es un animal difícil de entender y es exactamente lo mismo que nos ocurre cuando intentamos contarle nuestra rutina a alguien que no vive en Maracaibo.
Las dificultades diarias causadas por la falta de electricidad de más de doce horas diarias, el racionamiento de agua que obliga a pagar costosos cisternas, la falta de transporte, el racionamiento de gasolina, el alto costo de la vida, la falta de posibilidades de empleo y cuando lo tienes el salario es miserable, la inseguridad en casi toda actividad desde un robo a mano armada hasta la extorsión directa, la falta de dinero en efectivo y otras muchas calamidades, hacen que nuestro sistema de vida sea imposible de entender para cualquier país medianamente civilizado.
Esto nos hace una rareza, como lo es el percebe, sobre todo cuando recordamos que hace 20 años estos males primitivos e infrahumanos no existían y , por el contrario, el nivel de desarrollo era bueno.
Cansados de tanta penuria los venezolanos buscan afanosamente una solución y todas convergen en la salida del principal responsable que es Nicolás Maduro de manera que se pueda avanzar hacia un proceso de elecciones limpias.
Sencillo habría sido que el percebe*de Maduro luego de haber mostrado hasta la saciedad su incompetencia pues hubiese renunciado, pero el tipo es obstinado y además tiene mucho miedo de que lo metan preso por lo mucho malo que hizo.
Después de largos años de protestas de todo tipo se ha presentado la oportunidad cuando, el presidente encargado Juan Guaidó, tomó las riendas de un arriesgado proceso que está en marcha. Los ciudadanos ilusionados por un posible fin de la usurpación, han salido a las calles en grandes cantidades. También la presión internacional está en marcha y en aumento y es muy probable que en las próximas horas se de con un acuerdo que saque al usurpador para siempre.
La participación ciudadana es fundamental para mantener la presión sobre el proceso de salida del tirano. Todos a la calle a una protesta que, si bien reclama la solución a los muchos problemas que existen, también busca con pasión el recuperar la democracia perdida y la libertad.
No te pierdas el último capítulo de esta larga tragedia. La calle es nuestra, la ciudad es nuestra, el estado es nuestro y el país es nuestro. Fuera el usurpador. Viva Venezuela.
* En muchos lugares de España llamar percebe a una persona es equivalente a decirle tonto o ignorante
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
yugemoto67
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