La agenda de temas convenidos entre el gobierno y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) para negociar la paz fue tan amplia como lo eran los principales problemas de la nación.
Los 12 acuerdos de paz firmados en Guatemala hace 23 años han sido reconocidos por la Unesco como patrimonio histórico y reposan en el Archivo Histórico de la Humanidad. Se reconoce el arduo trabajo político que, tras una década de negociaciones, concluyó con la firma definitiva de la paz, el 29 de diciembre de 1996.
La agenda de temas convenidos entre el gobierno y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) para negociar la paz fue tan amplia como lo eran los principales problemas de la nación. Los conflictos, además, generaron enfrentamientos armados entre guerrillas y militares que se prolongaron por más de 36 años. Los acuerdos de paz fueron el resultado de una serie de negociaciones políticas referentes a la realidad sociopolítica y económica de Guatemala, la intolerancia, la lucha ideológica, la seguridad nacional, la formación de los grupos insurgentes, la progresiva militarización de la sociedad y del estado, el uso y posesión de la tierra, la exclusión social, la violencia generalizada, el autoritarismo, los procesos antidemocráticos, la debilidad institucional del Estado y el cumplimiento de sus funciones, el racismo como expresión ideológica y cultural, los usos y costumbres de los pueblos indígenas, el papel de la mujer en la sociedad, entre otros.
No fue, pues, un simple acuerdo de repartición de cuotas de participación política a los grupos en pugna; tampoco fueron acuerdos electorales sin más. Se trató de un denodado esfuerzo de visualización conjunta de un proyecto compartido de nación que se concretó en la firma de doce acuerdos de carácter complejo, cuya vigencia se manifiesta en que siguen siendo la espina dorsal de todo programa de gobierno.
Ejemplo de perseverancia
En 1987, los presidentes centroamericanos sentaron las bases de una solución negociada al conflicto armado, mediante la firma del Acuerdo Esquipulas II en la ciudad de Guatemala. La URNG, coalición que agrupaba al movimiento guerrillero guatemalteco, aceptó la invitación al diálogo auspiciada por el presidente Vinicio Cerezo. Las partes se reunieron en Madrid y al año siguiente en San José de Costa Rica, donde conformaron una Comisión Nacional de Reconciliación presidida por el Obispo Quezada Toruño. En marzo de 1990, los delegados de la Comisión Nacional de Reconciliación y la URNG firmaron en Oslo un “Acuerdo básico para la búsqueda de la paz por medios políticos”, mejor conocido como el “Acuerdo de Oslo”.
En reuniones sucesivas, la URNG adelantó acuerdos con partidos políticos y demás representantes de la sociedad civil guatemalteca, para promover una reforma constitucional. De esta manera se suscribieron acuerdos sobre actos preparatorios de naturaleza jurídica. Además, representantes de las iglesias expresaron su apoyo a la paz, generando un clima de opinión favorable a la conciliación guerrilla-gobierno.
En 1991 iniciaron formalmente las negociaciones, mediante la firma del “Acuerdo de México”, de carácter procedimental y temático. En julio suscribieron en Querétaro el “Acuerdo sobre la Democracia en Guatemala” que dio inicio a la discusión sobre los derechos humanos. Dos años después (1993), por discrepancias en torno a los derechos humanos y a la instalación de una comisión de la verdad, las negociaciones se estancaron. El gobierno condicionó la firma de los acuerdos a un cese del fuego. El rompimiento del orden constitucional, el 25 de mayo, determinó la suspensión del diálogo, pero el nuevo presidente, Ramiro De León Carpio, expuso ante las Naciones Unidas su “Plan de Paz”, a partir del Acuerdo de Esquipulas II. La URNG rechazó el plan por el desconocimiento de los acuerdos posteriores de Oslo y México.
En 1994 se retomaron las negociaciones mediante el “Acuerdo Marco para la Reanudación del Proceso de Negociación ente el Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca” firmado en México. También se creó la Asamblea de la Sociedad Civil con Monseñor Quezada Toruño a la cabeza. Asimismo, suscribieron el “Acuerdo de Calendarización de las negociaciones para una Paz Firme y Duradera”, que estableció el compromiso de llegar a la paz duradera, junto con el “Acuerdo para el Reasentamiento de las Poblaciones Desarraigadas por el Enfrentamiento Armado” en Oslo, Noruega. Por último, firmaron el “Acuerdo sobre el establecimiento de la comisión para el esclarecimiento histórico de las violaciones a los Derechos Humanos y los hechos de violencia que han causado sufrimientos a la población guatemalteca”.
Los últimos dos años de negociaciones fueron más expeditos. A comienzos de 1996, el Gobierno y la URNG emitieron un comunicado conjunto en el que informaron, por primera vez, sobre un encuentro directo ocurrido en diciembre de 1995. El 4 de diciembre de 1996 se conoció un hecho histórico en el proceso de paz de Guatemala: la firma del acuerdo de cese al fuego entre el Gobierno y la URNG que tuvo lugar en Noruega. Con este acuerdo concluía el triste capítulo de sangre, dolor y muerte de la historia guatemalteca. El gobierno firmó en Oslo, Noruega, el “Acuerdo sobre el Definitivo Cese al Fuego” en una ceremonia frente a más de 700 personas, entre las que se encontraban autoridades de gobierno, representantes de organizaciones de DDHH y de los sectores civiles de Guatemala. El 29 de diciembre de 1996, suscribieron en la Ciudad de Guatemala el “Acuerdo de Paz Firme y Duradera” con el cronograma para la implementación, cumplimiento y verificación de los acuerdos de paz.
Un ejemplo de paz a seguir
Mercedes Malavé
mmmalave@gmail.com
@mercedesmalave
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