Muchos han perdido la certidumbre de que Venezuela va a cambiar. Muchos no creen que nos hallamos en la antesala de las decisiones finales. Podría decirse que el pesimismo aplana hasta los impulsos más desmedidos. Y precisamente ese es el juego de caballos apesadumbrados y pasivos que maneja el régimen para permanecer en su trinchera inefable de poder y despilfarro.
Pero existe ahora una mirada universal como combustión para las angustias en Miraflores. Se escribe una novela que va más allá de la ficción. Lo erigido en estos instantes en los intersticios de la dictadura serviría para una narrativa inolvidable. Hay desesperación. Cualquier rostro apacible puede ser objeto de traición. El entorno se vuelve nebuloso, indescifrable y complicado. Todos han perdido el pudor hace mucho y solo prevale el interés de la supervivencia.
Esta semana las redes sociales explotaban de desconfianza. Le quitaban la mano del hombro a Guaidó y lo descalificaban crudamente. La negociación en Oslo avivó la turbiedad de siempre y volvieron los alegatos de que todo está perdido. Pero el presidente interino no perdió sus cabales ni su estampa discreta. Tiene un tesoro oculto en su libreta de planificación y debe ir por mes, probando las alternativas antes de llegar a la última página.
Se sabía que el mentado acercamiento en Noruega fracasaría. Habría acompañado las discrepancias de la gran mayoría, si todo se hubiese paralizado, para esperar el resultado final de estas conversaciones infructuosas. Pero no fue así. La Asamblea Nacional sigue abonando el camino para una pugna militar futura.
Estos pasos no son improvisados. El pasado martes se aprobó en primera discusión la integración de nuestro país a un tratado con más de 70 años de existencia y al cual se apelaría en los momentos decisivos y con la mirada fija en la libertad.
El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (Tiar) va más allá de una suculenta frase para la reflexión. La excusa valedera para la reincorporación es la defensa de la soberanía, la Constitución y el pueblo. A Guaidó no le temblará el pulso para estampar su rúbrica y suscribirnos. ¿Se abrirían las compuertas duras para una intervención extranjera? Sin lugar a duda.
Para esta inclusión, la OEA debe aceptar esta moción. Pero ya varios de los 15 países que forman parte de este tratado en el hemisferio, han manifestado su voluntad de recibirnos con la convicción abierta y las resoluciones justas. Se procedería entonces a la consulta y por votación de la mayoría para su aprobación.
Ya se habla de funcionarios norteamericanos y de otros países del continente, que estudian la invocación del Trial. Serían a su vez más formales las medidas de sanciones, rupturas y bloqueos, dejando la utilización de la fuerza militar como el último paso respetable y nada piadoso.
Esta realidad la saben los propios personeros del régimen. Reconocen en su fuero interno, que están pasando por la más escabrosa de las bifurcaciones y el tiempo corre para ellos, con una rapidez incontenible.
El representante del gobierno de Donald Trump para Venezuela, Elliott Abrams, emitió hace un mes una frase inolvidable, que debe retumbar en las paredes de la dictadura como una verdad irrefutable: “Maduro realmente debe preguntarse hoy si hay alguien en su régimen en quien pueda confiar”.
La he recordado con insistencia, cuando el periodista Jorge Ramos de la cadena Univisión, ha recobrado su material grabado de hace unos meses, pues la única manera real y lógica de recibir su entrevista con Maduro es que alguien de Miraflores se lo haya entregado.
Su diálogo con el dictador duró apenas 17 minutos, pues éste lo detuvo abruptamente, le retuvo lo grabado y lo expulsó junto a su equipo. Ahora se filtra la entrevista íntegra, con todo y las exasperaciones del tirano.
Se cumple sin desmayos un plan para la liberación del país de este sistema brutal, implacable y perverso. No dudo que las ratas emigran del barco, cuando comienza a arremeter el agua de la justicia por todos lados. Las hendiduras bordean los cimientos de un desgobierno a punto de desplomarse. Pero no está caído. La lucha continúa y por eso el apoyo a los esfuerzos debe ser razonado con la lógica de la unión y la entereza. El terror está servido ahora para ellos, en el amplio mesón donde se define la historia.
José Luis Zambrano Padauy
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571
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