Sairam ha compartido las luchas y padecimientos de aquella juventud que el régimen no ha podido doblegar.
El moralismo extremista vuelve a ensañarse contra la dirigente Sairam Rivas de la UCV. Las terribles diferencias ideológicas de los extremos, chavista y anti-chavista, se desvanecen y muestran sus terribles similitudes frente a personas que son capaces de desenmascarar el torpe y mediocre fariseísmo que se oculta tras quienes se consideran ungidos de la Patria revolucionaria, o los que están del lado correcto de la historia.
Poco sabríamos de la estudiante Sairam Rivas si no fuese un ejemplo de férrea oposición al chavismo. Baste recordar que su partido, Bandera Roja, comenzó a tener serias diferencias con el MVR-200 entre el mismo 4 de febrero y 27 de noviembre del 92, con lo cual apenas constituyeron un conato de alianza subversiva, que duró lo que dura un parpadeo y que ni siquiera apoyó la candidatura de Hugo Chávez. El movimiento de izquierda BR tuvo en la escuela de trabajo social de la UCV a una reconocida dirigente estudiantil, Sairam Rivas, que logró despojar al chavismo de su bastión en esa escuela, con el ungido de Chávez, Kevin Ávila, a quien tuvo que derrotar en dos oportunidades para poder ejercer la representación de los estudiantes de esa escuela.
Paredón rojo
En mayo de 2014 Sairam fue detenida por su participación en las protestas estudiantiles. La fueron a buscar a la plaza Alfredo Sadel donde permanecía acampando con tantos otros jóvenes de la afamada generación 2014. Sus abogados denunciaron tratos crueles e inhumanos permaneciendo casi dos meses sin luz. Después de 132 días de reclusión en los calabozos del SEBIN, salió con medidas cautelares, incorporándose de inmediato al movimiento estudiantil, en apoyo a la Confederación de Estudiantes de Venezuela liderada por Juan Requesens. Su testimonio es elocuente: “A pesar de que mi libertad no es realmente libertad al estar judicialmente limitada, es un deber moral luchar por los compañeros que siguen tras las rejas y para que el país tome un rumbo que garantice futuro para todos. Al igual que ellos, Venezuela necesita ser libre y por ella luchamos”. En la web aún cuelgan fotografías de Sairam con personalidades de la política que se solidarizaron con su causa, entre ellos María Corina Machado.
Sairam ha compartido las luchas y padecimientos de aquella juventud que el régimen no ha podido doblegar. Cuando apenas asomaba la mayoría de edad, tuvo que defender una posición ideológica sumamente complicada como dirigente militante de izquierda. No pertenecer a la “ultraderecha facista” sino a la izquierda revolucionaria y al movimiento Bandera Roja, enfurecía aún más al chavismo que no tardó en arrebatarle espacios de poder: “No se puede descalificar sus ideas o sus inquietudes sociales; no se le puede estigmatizar con la muy manida y absurda acusación de que recibe dinero del imperio o que está al servicio de la CIA. Pero, ser genuinamente de izquierda y no apoyar a este gobierno es un crimen muy grave. ¡Eso, no se puede consentir!”. (Héctor Faúndez, El Nacional, 22-05-2014).
Paredón amarillo-naranja
Una campaña de descrédito cernida sobre la plancha liderada por Lustay Franco (AD), acusándolos de chavistas enmascarados, infiltrados del PSUV y pare de contar, simplemente porque presentaron una alternativa a la plancha encabezada por militantes de PJ y VP, permite atisbar la cacería de brujas que parece estar diseñándose milimétricamente con listas, software, big data y lo que contribuya a destruir moralmente a todo aquel que no reúna las condiciones de corrección histórica requeridas por el nuevo gobierno. Sairam Rivas, miembro de la plancha de la Franco, aseguró que diputados y colaboradores de Guaidó orquestaron la guerrilla repugnante y difamatoria incluso dentro de la misma UCV.
Una vez más, el comportamiento ucevista parece adelantar escenarios políticos nacionales. Como ratón de laboratorio, la UCV experimenta las reacciones suscitadas por esa especie de moralismo farisaico que tiende a acusar al adversario de los mismos defectos que justifican en sus partidarios. Porque nunca se sabrá quién quemó la ayuda humanitaria en la frontera, ni quién quemó las cajas electorales en la sede de la Universidad de Carabobo en Cagua. Lo que sí es presumible es que estos y aquellos se sientan que no necesitan del otro para construir un futuro compartido donde la alternabilidad, el pluralismo y el consenso político continuamente represente el conjunto de intereses y visiones de una sociedad.
No hace falta inventar nada nuevo, ni esperar que un milagro sobrenatural nos resuelva el problema de convivencia pacífica. Hace dos mil años se nos dio una nueva ley para sustituir a la exterminadora ley del talión. Amar a los enemigos es el fin ético de la política, y es un imperativo moral pues el amor es lo único que se puede mandar. Porque amar no es sentir atracción; no es un placer sensible, ni siquiera un acto de empatía o simpatía. Amar es, sobre todo, donación voluntaria y capacidad de sacrificio. Permitir que el otro exista y se despliegue, tal y como es -Dios los cría y ellos se juntan- demuestra un gran amor a la Patria y a los compatriotas… y del amor brotan juicios como éste: “es bueno que existas”.
Mercedes Malavé
mmmalave@gmail.com
@mercedesmalave
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