domingo, 15 de septiembre de 2019

AMÉRICO MARTÍN: AD Y VALMORE RODRÍGUEZ

Había dispuesto escribir sobre las implicaciones de colocar la dirección de la guerra en manos del Consejo Nacional de Defensa precisamente cuando las presiones para conducir a Maduro a la Mesa de Negociación llegan al tope. Somos libres de especular, insisto: “de especular” acerca del significado del traslado –¿transitorio? ¿definitivo?– de la parte fundamental del mando a cuatro o cinco funcionarios de creciente poder, entre los cuales ¡no figura Nicolás Maduro!

Ese y el activismo internacional, con detalles como el desplazamiento de Bolton, el más duro y radical del entourage del presidente Trump, aproximan probablemente el cambio democrático del poder reclamado por Venezuela. Las sanciones se revelan más como recurso para forzar a Maduro a una negociación que ya no sabe como burlar, pero también se entrevé que sigue pendiente el desenlace violento si la coyunda Miraflores-Fuerte Tiuna no se atreve a soltar la prenda para salvar la piel. Si esa es la apuesta solo espero que la manejen con destreza pues un mal cálculo podría descargar el ciclón antillano sobre nuestra arruinada patria.

Dejaré para el próximo domingo el tratamiento, con más elementos, de esta lava ardiente. En mi columna de hoy aprovecharé el 79 aniversario de AD para mencionar aspectos no enteramente conocidos del partido más exitoso aunque no exento de errores, y más perseverante de la historia de Venezuela.

En mi temprana juventud sospechaba que Valmore Rodríguez había sido la segunda figura del partido. Fue definido por Alberto Carnevali como el más combativo y combatido líder de AD, solo superado por Rómulo Betancourt. Ambos supieron marcar su organización con la firmeza, la asertividad y otros notables rasgos de su temperamento

Acabo de concluir la lectura de los 3 tomos y seis volúmenes de “Escritos de Época” (obras completas) de Valmore Rodríguez. Si en los últimos años de la década de 1950 sospechaba que Valmore era la segunda figura política de AD, hoy doy por indiscutible aquel pálpito de juventud. Pese a los heroicos líderes de la resistencia, Leonardo Ruíz Pineda, y Alberto Carnevali. Pese a los venerables Leoni, Andrés Eloy. Barrios, Prieto y de todos los que se foguearon durante años batallando, argumentando, creando.

Rómulo y Valmore fueron hombres de acción y pensamiento, combinación nada frecuente. Ocho años mayor que Jóvito, Rómulo y Miguel Otero, Valmore se destacó fundando los sindicatos petroleros y organizando el Bloque Democrático del Zulia; y con Rómulo. en la elaboración del Plan de Barranquilla, la fundación de ARDI, el PDN y AD. Defendió con singular brillo la revolución de octubre. Lector voraz. Periodista, director de Panorama, poeta de alguna distinción, quiso cultivarse intelectualmente en la Universidad de Columbia. Dominaba el inglés a la perfección y asumió con el tono cortante del adeco clásico polémicas complicadas, dando y recibiendo, como buen pugilista.

A Valmore le cayeron encima cuando declaró en plena lucha por la unidad contra López Contreras, que dividir es ubicarse. Lo llamaron sectario pero no hubo manera de hacerlo retroceder ni un centímetro. Su respuesta sentó pauta en el estilo acciondemocratista

No la creo especialmente válida en aquel momento, pero sus compactas palabras sonaron tan bien como sus sólidas convicciones.

Somos sectarios porque defendemos intransigentemente una obra que nadie más ha realizado. Ubicarse, clamó, es un derecho innegable de nuestra juventud.
Rómulo y Valmore parecían “clones”. En oportunidades discreparon, con la inteligencia de reconocerse sin rivalizar. Reinaba en ellos recíproca admiración.

La última vez que vine al Zulia –dijo Rómulo en memorable discurso, fallecido Valmore y derrocada la dictadura- vine acompañado por aquel recio guayacán que se llamó Valmore Rodríguez.

Américo Martín
@AmericoMartin

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