Respecto a la cuestión de si hay un egoísmo racional y -por contrapartida- otro irracional podemos aceptar esta distinción con las siguientes puntualizaciones: entendemos el racional como aquel que beneficia tanto al sujeto actuante como a quienes interactúan con él. Por contrapartida, el irracional lo definimos como el que lo perjudica a él y a sus semejantes. Como dijimos, asumimos que nadie toma decisiones pensando que lo hace irracionalmente, en el mejor de los casos esa irracionalidad se descubre a posteriori de la acción consecuencia de la decisión.
Una persona –por ejemplo- puede tomar un camino que a priori considera el mejor, el más rápido y despejado (elección racional) sea porque lo transitó antes en otra ocasión o porque una fuente confiable (un amigo o un periodista en el noticiero) así se lo aseguró, y, solamente después, cuando toma ese camino elegido -y se encuentra en medio de un descomunal embotellamiento de tránsito- se da cuenta de lo irracional de la determinación adoptada. Entonces, tanto la racionalidad o irracionalidad real de la resolución primera, sólo puede ser conocida a posteriori de la elección adoptada, es decir con su ejecución. Ahora bien, lo resuelto no deja de ser racional por el hecho de descubrir -una vez tomado el camino- que la vía no era expedita, sino que se vuelve irracional en la medida que (pudiendo ir por otras rutas) el sujeto en cuestión persista en continuar en la atascada. Lo irracional no depende de la existencia de situaciones adversas a la efectivización de la determinación adoptada, sino de la voluntad del agente y su reacción ante aquellas.
En otros contextos, no es necesaria la ejecución personal del acto, sino que puede y de hecho se descubre su irracionalidad con la realización de actos análogos por parte de otros. Alguien puede concluir racionalmente –por ejemplo- no drogarse o alcoholizarse, no porque ya lo haya hecho antes y advirtió sus efectos malsanos, sino porque conoce las consecuencias negativas de y en otras personas que si ejecutaron tales actos. La decisión racional, en su respecto, es abstenerse de realizar esas acciones.
Hay circunstancias, sin embargo. donde la irracionalidad de la elección se conoce a priori, por ejemplo, la del ladrón que planeando un atraco opta por llevarlo a cabo aun sabiendo que existe un altísimo porcentaje de ser atrapado. O la determinación -en otro ejemplo- de escalar un pico elevado siendo consciente de que se carecen de las aptitudes y conocimientos necesarios para el alpinismo, o la del que resuelve cruzar un rio a nado sin saber nadar, son todas elecciones que comienzan siendo irracionales y terminan de la misma manera. Y deberíamos incluir aquí los supuestos de apariencia de racionalidad que hemos esbozado antes.
Es cierto que los del párrafo anterior son escenarios minoritarios, pero es bueno considerar que existen. El ejemplo del automovilista que elige un camino creyendo ser el mejor y resulta ser el peor, es el de una decisión que comienza siendo racional y se transforma en irracional por su resultado contrario al esperado al adoptarla, cuando pudiendo elegir rutas alternativas se persiste en continuar en la atascada. A alguien le podría gustar mucho cursar la carrera de física sin tener ni las condiciones, ni aptitudes necesarias para aprobar las materias que la componen. Quien persiste en un trabajo, estudios o profesión para los cuales ha demostrado su más absoluta incompetencia es un egoísta irracional que, en el caso de nuestra definición, se perjudica a sí mismo y colateralmente puede estar perjudicando a otros (familiares y aun a sus potenciales clientes o empleadores en la presunción de que hubiera elegido otra carrera para la cual si se es apto).
Este podría considerase el caso más frecuente, dado que al tomar una decisión no conocemos el estado que tendrán todos los factores que van a intervenir en su ejecución. Y también es bastante probable que ni siquiera podamos tener conciencia de cuales serían esos factores, o sólo la tengamos en parte. Puede ser racional elegir una carrera que nos gusta y comenzar a estudiarla, pero pueden sobrevenir circunstancias que impidan continuar cursándola que no pudimos calcular en el momento de iniciarla (mudanzas repentinas, cierre del único instituto donde esa carrera se imparte, problemas personales o familiares, viajes, etc.). como en el ejemplo del automovilista y la ruta, la actitud posterior que se asuma respecto de esas barreras determinará la racionalidad o irracionalidad de la decisión y su consecuente acción.
En esta línea se enmarca la de tomar un trabajo que -a primera vista- luzca atractivo o interesante, pero que nos desfavorezca por razones familiares, de distancia, tiempo y/o costos en lugar de otro. Se trataría de un asunto de apariencia de racionalidad o de egoísmo irracional directamente, habida cuenta que, creyendo beneficiarnos la decisión, en realidad, terminará perjudicándonos a nosotros y -transitivamente- a otros. Es irracional auto sumarse costos cuando se tiene la posibilidad de bajárselos.
Llegados a este punto, debemos recordar las aclaraciones que Friedrich A. von Hayek hizo en su momento respecto de los varios significados de la palabra egoísmo sobre lo que nos hemos referido anteriormente[1]. Resumidamente, la palabra egoísmo tiene dos sentidos, uno amplio y otro restringido. Por el amplio, incluye todo lo que interesa al individuo (su propia persona, su familia y amigos) y restringidamente, exclusivamente a él y a nadie más. Esto tiene algún parecido con lo que Ayn Rand (en la cita que hicimos antes) llama egoísmo racional en la primer hipótesis, e irracional en el segundo. Pero -como hemos señalado también- Rand y Branden utilizan diversos calificativos para el término egoísmo. Branden, por ejemplo, en su artículo citado en la nota ¡Error! Marcador no definido. llega a hablar también de "egoísmo genuino" (presumiblemente refiriéndose al racional).
Todo lo cual parecería indicar que las discusiones en torno al polémico vocablo egoísmo son más que nada -y se reducen en el fondo- a una cuestión terminológica que conceptual. Será inevitable al aludir a la palabra, aclarar en cada contexto en qué sentido se la pretende utilizar.
[1] Ver nuestra nota "Individualismo vs. egoísmo" y sobre todo en la titulada "Los significados del egoísmo" no publicada actualmente, pero que el lector podrá solicitarnos escribiéndonos a nuestra casilla de correo personal.
Gabriel S. Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
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