lunes, 16 de septiembre de 2019

NOEL ÁLVAREZ: GARBANZO CONTRA CAYO VERRES

Una de mis frases favoritas es: la historia no se repite, pero rima. Para demostrar este aserto, de seguidas laboraré en la historia de, Cayo Verres, quien fue un político y magistrado romano que vivió en el siglo I antes de Cristo. Desde el inicio de su actividad política dio muestras de que, el respeto a la verdad o la coherencia en sus comportamientos, no eran los más indicados para ejercer funciones públicas. Siempre actuó en connivencia con algunos funcionarios del Imperio Romano. Abusó su cargo público para enriquecerse con el apoyo del gobernador de la provincia de Asia: Publio Cornelio Dolabela.  Ambos personajes saquearon el erario público, hasta que, dos años más tarde, Dolabela fue condenado por haberse comprobado sus tropelías.  

Por un procedimiento que se ha puesto de moda, últimamente, ligado al derrotero de nuestro país, a Cayo Verres, le fueron suspendidas las sanciones porque se comprometió a declarar y aportó pruebas en contra de su cómplice Dolabela. Como individuo hábil en el hurto, en la comunicación y en la manipulación de juicios, Verres consiguió salir ileso de este proceso, dejando a su camarada en la estacada. Esa táctica era muy utilizada por algunos funcionarios públicos, corruptos, o contratistas del Estado Romano, para ocultar sus fechorías. Pasa el tiempo, cambian las naciones, se modifican los actores, pero las practicas hamponiles siguen siendo iguales. Un refrán criollo retrata fielmente esta cuestión, al señalar: el zorro pierde el pelo, pero nunca la costumbre.   

A través de artimañas, Verres consiguió alcanzar el gobierno propretorio de la isla de Sicilia, provincia muy rica y una de las productoras de trigo más importantes para Roma. Una vez en el cargo, castigó a los habitantes con abusivos impuestos, implementó persecuciones políticas, confiscó propiedades, revocó contratos ilegalmente y sus agentes de gobierno saquearon los templos y casas privadas. A consecuencia de estas medidas implementadas por el gobierno, los productores de trigo y los comerciantes quedaron arruinados. Durante el gobierno de Verres, Sicilia devino, de una región prospera, en un territorio de miseria y desolación, donde las migraciones se contaron por miles. Salvando distancias, pero estableciendo similitudes con la tragedia que vive nuestro país, no puedo dejar de pensar en que, los precursores del socialismo del Siglo XXI, solo son una copia perversa y dañina de algunos “tiranuelos” que azotaron naciones en el pasado. 

Cuando Verres dejó el cargo y regresó a Roma, los sicilianos acordaron llevarlo a juicio, en su afán de obtener reparación y justicia. Para tal fin contrataron los servicios del brillante orador y jurisconsulto, Marco Tulio Cicerón, también conocido como Garbanzo. Verres, por su parte, se hizo con los servicios del dictador Quinto Hortensio Hortalo, otro de los letrados de la época. Personaje con un pensamiento abierto para recibir clientes que hubieran estado enchufados y contaran con suficiente moneda verde. En el jurado había un grupo de pillos que apoyaba al magistrado acusado, pero Manio Acilio Glabrión, otro juez de dudosa reputación, a la sazón, presidente del tribunal, estaba decidido a recuperar prestigio, llevando adelante el juicio. 
  
Ante las expectativas de que el nuevo presidente del jurado fuera el general y gobernador Quinto Cecilio Metelo Pio, amigo del acusado, éste y su abogado defensor, intentaron retrasar unos meses el proceso, sin embargo, no lograron su propósito. En este juicio, Cicerón asumió muchos riesgos porque los resultados del juicio eran impredecibles, ya que, el procesado pertenecía a la nobleza romana, y tenía amigos poderosos que dominaban la vida del Imperio. Cuentan algunos escribidores que, hasta alguna fracción parlamentaria cabildeaba a su favor. No obstante, la brillantez con que Cicerón llevó el caso, no dejaba lugar a dudas de cuál podría ser su resultado. Tanto que hasta los cohabitadores más notorios, recomendaron a Verres que se exiliara antes de la culminación del juicio, como una forma de preservar sus riquezas mal habidas. Con el triunfo en este juicio, apegado a la ley, Cicerón se convirtió en el abogado más reputado de la Roma de su época.   

Pareciera que nosotros, teóricamente, estamos cerca de llegar al camino de los sicilianos, en tal caso, debemos sentar en el banquillo a quienes secuestraron y desvalijaron a nuestro país. Con responsabilidad y compromiso debemos intentar recuperar lo que nos han robado. Mención aparte merece el hecho de, si los timadores han sido del gobierno o de la oposición. Para este fin es necesario que nos hagamos algunas preguntas ¿contamos con un Manio Acilio Glabrión para que presida el tribunal? ¿Cuántos Garbanzos necesitaremos, para que nos representen y acusen a los timadores? Porque de lo que si no tengo duda alguna es que, en nuestro país, los Cayo Verres brotan y crecen como la verdolaga. 

Noel Alvarez 
Noelalvarez10@gmail.com 
@alvareznv
Coordinador Nacional del Movimiento político GENTE 

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