Cuando la vida era normal en Venezuela, usted podía planificar ciertas actividades, como reservar y comprar pasajes en líneas aéreas y autobuseras con meses de anticipación, de ida y retorno. Hoy eso, solo es un recuerdo.
Ahora, la adquisición de un pasaje debe ser a diario, al momento, y rogando a todos los santos conseguir alguna unidad aunque sea destartalada.
En ese anterior país paradisíaco, se podía disfrutar comidas y bebidas exquisitas en restaurantes de carretera. En la vía hacia el oriente se encontraban los clásicos y emblemáticos “Guapo y Guapetón”, donde se añoraba llegar para saborear tales delicias; ahora el panorama cambió, tanto en comidas, como en precios: sopa 75.000 bolívares; arepa con mortadela 30.000; con jamón y queso 45.000; cachapa sola 75.000; con una presa de cochino 140.000; una malta 10.000 BsS; bisteck 160.000; una ración de pollo 100.000… y así, el recuerdo de la Venezuela turística quedó sepultado con el pragmatismo de la revolución.
Si no fue previsivo trayendo de casa algún refrigerio, seguramente pasará malos momentos en su travesía porque los 40.000 bolívares del sueldo bolivariano no alcanzan ni para comprar agua potable.
Ese es el excelente “vivir viviendo” para el pueblo venezolano de este régimen maligno.
Por otra parte, da la impresión que los alcaldes rojos-rojitos tienen una competencia para determinar cuál es más ineficiente. Si visita el mercado municipal de la ciudad de Cumaná por ejemplo, se dará cuenta de la inmundicia por la basura; aguas negras mezcladas con alimentos aromatizando el ambiente y pensará que llegó un cataclismo y el Armagedón; pero cuando observa el Metro de Caracas, se percata que llegó al colapso de la civilidad. La destrucción de todo racionalismo organizacional.
El Metro de Caracas representa otra superestructura de la ingeniería civil, mecánica y eléctrica construido en tiempos de democracia y considerado en su momento casi como la octava maravilla del mundo. Algo impecable.
Decir “la cultura Metro” era equivalente a expresar orden, educación, eficiencia, cortesía; eficacia en mantenimiento y transportación de pasajeros con una puntualidad suiza-inglesa.
Hoy lamentablemente, los valores de esa cultura Metro se perdieron. O mejor dicho, los chavistas-maduristas se encargaron de convertirla en un rancho obedeciendo fielmente a su naturaleza cavernícola y paleolítica.
Paredes y pisos sucios, escaleras mecánicas inoperativas, irregularidad en la frecuencia de viajes con los consecuentes retrasos; vagones con ruidos de toda naturaleza indicando falta de mantenimiento. Sin aire acondicionado muchos y otros con puertas dañadas, por nombrar algunas deficiencias del sistema. Y lo más grave, el formato psicosocial para promover el caos, abandono y desesperanza, diseñado y aplicado por cubanos autorizados por Nicolás. (…) Indigentes, vendedores, ladrones y rateros de toda calaña. Insalubridad total… ¡Y ese calor!
En Unidad Visión Venezuela seguimos haciendo llamados para reconquistar nuestra nación; los valores éticos-republicanos-democráticos, y recuperar obras de envergadura como el Metro de Caracas, la represa de El Turimiquire, el mercado de Cumaná. La infraestructura vial, agroalimentaria, industrial, educativa, -entre muchísimas otras-. Pero debemos estar totalmente unidos.
Por ello convocamos a nuestros hermanos de los diferentes factores de las fuerzas democráticas a un Encuentro Nacional de la Oposición, para poder lograr esa una Unidad real, superior; una unidad tanto de principios como de objetivos, es la única manera de poder consolidar una estrategia victoriosa ante esta tiranía.
Cristian Silva
cumanacristian@yahoo.es
vivzla@gmail.com
Unidad Vision Venezuela
@visionvenezuela
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