lunes, 18 de noviembre de 2019

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ: ELEVADA ASISTENCIA SOCIAL COMO UN SOCIALISMO ENCUBIERTO

En la muy comentada obra, en su mayoría por lectores de pocas páginas, de Carlos Marx El Capital se plateó hace unos 150 años—el primer Tomo se publicó en 1867, y el segundo y tercero fueron publicados por F. Engels en 1885 y en 1894 luego de la muerte de Marx—reemplazar la propiedad privada en favor de la propiedad pública; propuesta que resultó “atractiva” en el siglo XX (especialmente) para un grupo de naciones, con la URSS, Yugoslavia y Checoslovaquia en rol preponderante en conjunto con otros 27 países , que en su mayoría se fueron “desencantando” al punto que en la actualidad subsisten como comunistas apenas seis (6) países de un total de 194 soberanos—reconocidos por la ONU con autogobierno y completa independencia—es decir un ¡3,01% del total!: Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (entre 1922 y 1991), Corea del Norte (Dictadura socialista desde 1945), República Popular China (Partido único desde 1949 con componentes de economía de mercado en la actualidad), Cuba (partido único desde 1959), Laos (partido único desde 1975), y Vietnam (partido único desde 1976); los cuales optaron por el socialismo a la luz de regímenes políticos autoritarios y represivos que hicieron uso intensivo de la violencia; mientras que con posterioridad otros países han asumido la “iniciativa” socialista tales como Venezuela (desde 1999), Nicaragua (desde 1999) y Bolivia (desde 1999 hasta 2019).

La presunta separación que induce el modo de producción capitalista entre las personas y el producto de su trabajo, fue el argumento que impulsó a Marx para proponer la colectivización (apropiación colectiva por expropiación o por nacionalización) de los medios de producción y de intercambio en pro de eliminar el modo de producción capitalista al extremo de propiciar la supresión del Estado. Es de resaltar, que en El Capital no existe propuesta alguna en torno a un modo de producción colectivista (comunista), habida cuenta que la obra está fundamentalmente orientada a demostrar el colapso del capitalismo, y donde la conceptualización de economías colectivistas no aparece descrita; y en honor a la realidad del año 2019 y en concordancia con la definición de “comunista” bajo el enfoque tradicional marxista-leninista de “economía planificada” solo queda un país comunista: Corea del Norte.

A pesar de la “soledad comunista” arriba reseñada, el denominado Movimiento Comunista Internacional que surgió en 1919 como una de las dos ramas en que se dividió el socialismo mundial (socialdemocracia y comunismo), hoy día amorfo (sin forma definida) e ideológicamente disperso hace uso de “métodos capitalistas” para la acumulación de riqueza y poderío militar (principalmente China y Rusia) con el objetivo primario de desafiar a Occidente fundamentándose en una alianza política, económica y militar conformada por Rusia, China, Vietnam, Cuba y Corea del Norte, que pone énfasis en el antiamericanismo propiciando el acercamiento de cualquier país o movimiento que se “enfrente” a Estados Unidos en pro de “derrotarlo”, como condición para imponer un socialismo o comunismo real sin debatir ideológicamente las complejidades del marxismo, limitándose a intentar destruir conceptual y materialmente los principios del libre mercado. Es así, que algunos países occidentales se han visto forzados por la izquierda mundial (incluida la violencia callejera) a instrumentar políticas económicas de perfil socialista apuntalando la restricción del derecho de una mayoría poblacional a la propiedad privada; e igualmente para fracturar los mecanismos de la libre empresa a través de un inducido intervencionismo estatal “obligado” a instrumentar altos impuestos y frondosa asistencia social hasta perfilar un tipo de “socialismo encubierto” que en realidad termina sufragando el pueblo por la vía impositiva, incremento de la deuda nacional y una insuficiencia fiscal que dificulta adelantar las exigencias en políticas públicas.

A tenor de lo señalado, puede inferirse (extraer una conclusión a partir de hechos) que una elevada asistencia social más allá de lo racional (que obedece a juicios basados en el pensamiento y la razón) constituye en sí misma una forma de comunismo ya que los altos impuestos constituyen en la práctica una nacionalización de los activos privados como una estrategia para la desaparición gradual del sistema de propiedad privada en razón que los ingresos empresariales se “convierten” en activos estatales como resultado de un saqueo de la riqueza ajena sujeta a posterior “redistribución” (usualmente de manera ineficiente y corrupta) en el marco de una legislación emanada en una democracia presionada, amenazada, violentada y solapada. Sirva de referencia, que en los Estados Unidos que cerca del 48% de los ingresos públicos se destinan al seguro social y cobertura médica, siendo que más del 80% de ese dinero proviene de impuestos a la renta personal e impuestos de seguridad social y un 11% de impuestos corporativos; mientras que en América Latina y el Caribe entre 1990 y 2017 los ingresos tributarios como proporción del PIB aumentaron continuamente pasando del 15,5% al 22,6%.

Reflexión final: Un estudio publicado en “The Royal Society Open Science” (abril 2018), concluyó afirmando que vivir bajo el comunismo hace que los países sean más pobres y menos saludables habida cuenta de tener niveles más bajos de salud, ingresos y educación que propicia una baja esperanza de vida. A pesar de ello, la izquierda mundial tiene el cinismo y la osadía de pretender liderar un “plan” universal de asistencia social, cuyo trasfondo es un “socialismo encubierto” que implica, por manifiesta obviedad, una estrategia anticapitalista como forma de supervivencia ideológica que a todas luces está distanciada de un modelo especifico de desarrollo económico-social.

Jesús Alexis González
@jesusalexis_gon

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