No es perogrullada ni redundancia, tampoco es desarrollo del tema militar, pero si queremos referirnos al militarismo atroz que atosigó a Venezuela, y que sin proponérselo, generó esta fanaticada rimbombante en los profesionales oficiales de la Fuerza Armada Nacional, quienes, sin duda, nunca percibieron, ni aún perciben el gran daño que se le hizo a la institución militar, cuando chambonamente, con ínfulas de benefactores y procaces administradores institucionalistas, decidieron eliminar el gran filtro selectivo en los ascensos dentro de la organización militar, que como dice Max Weber, “es fundamental en toda organización burocrática”, cuyo modelo ejemplarizante es la organización militar, para poder cumplir con el cartabón básico de toda institución de esta naturaleza, donde la gradación es necesaria y compatible para la distribución jefatural de cargos, para logar también la jerarquización piramidal, donde no puede existir un grado superior, cuando no exista un número determinado de subordinados a quienes comandar.
Por curiosidad, esta jerarquización obliga a tener un solo mando superior para un número determinado de subalternos. En la organización OTAN, aún vigente en las tablas de asignación y dotación, para ejércitos de tierra, que es el fundamental en Venezuela, la mínima estructura es la escuadra, con una proporción de uno a diez, (sin olvidar, que en teoría administrativa, cuando se habla del máximo control personal se estable un número de siete subordinado; escala de contenido que se va reduciendo a cuatro en las unidades de tierra, hasta llegar a las brigadas y divisiones de uno por 3.000 en mandos de brigadas y un divisionario por al menos tres brigadas. A estos se le sumarian los mandos administrativos, que en tiempo de paz, serian ocupados por militares con grado compatible pero sin mando.
Pero, ¿por qué la generalización? Obviamente, es la causa del problema ocurrido desde hace mucho tiempo, ocasionado por varios factores distorsionantes; algunos surgidos de la impericia, otros de la inobservancia y otros de la inexperiencia; tres elementos necesarios para la calificación de la culposidad, no la culpabilidad de un delito en materia penal; es decir, que no ha habido intención en la degeneración de la gradación, que al final se ha transformado en lo que denominamos la generalidad jerárquica, deformada en una generalización, no solo innecesaria sino depravante de los pilares fundamentales como son la obediencia, la subordinación y la disciplina; convirtiendo a la institución militar, por falta de control, en el ente más despreciado y menospreciado en la actualidad por la sociedad venezolana.
La motivación de estos dislates se encuentra, como dijimos antes, en algunas deformaciones doctrinarias y costumbres mal entendidas o confundidas. Comenzaremos con una que aparece en un artículo del coronel Antonio Guevara, quien refiere, entre los traumas jerárquicos, el creer que los grados o posiciones en cargos de la carrera militar, concluyen en el máximo de ser ministro de la defensa, ¡Craso error!, ya que ese cargo no es de gradación militar, sino un cargo administrativo como cualquier otro ministerio, que es más bien un cargo político. Se suma también, la depravación que se ha hecho con el uso de militares de alto rango en cargos de la Administración Publica, llegando al extremo la ignorancia, de incluir en la ley orgánica de la FAN, estos cargos como parte de la actividad militar, lo cual choca con el misionamiento constitucional de la FAN.
También es de gravedad, la distorsión dentro de esta generalización, el haber creado cargos administrativos innecesarios en la estructura organizativa de la FAN, que funcionan con la máxima jerarquización militar, a pesar de que en contrario, la Constitución limitó la misión institucional de la FAN solo a la defensa militar (Art. 328), eliminando la participación que antes hacía en cooperación y apoyo de la Administración Pública para el mantenimiento del orden público; lo que confundió erróneamente en la Constitución, al establecer la misión a la Guardia Nacional de conducir las operaciones para el mantenimiento del Orden Interno, que la hilaridad la hace, cuando al tener que definir el termino en la Exposición de Motivos se equivoca el constituyente en su interpretación fuera de lugar.
Es grave la existencia en actividad de una número de generales, mayor que muchos ejércitos que superan a nuestra FAN en hasta 100 veces. Increíblemente, activaron el grado de general en jefe, que desde la muerte del general Eleazar López Contreras se había decidido no ascender más a ese grado sin en tiempo de guerra. Pero para abundar en la incredulidad, rompieron el esquema numérico, cuando, no conformes con la activación del grado de general en jefe, crearon el nuevo grado de mayor general, a diferencia de las otras categorías de subalternos y superiores que solo tiene 3 grados.
Ha sido tan grande y grave la distorsión jerárquica en la FAN, que a genios doctos de la administración de personal militar, le crearon un grado de general en jefe para militarizar al presidente de la república, lo que transforma a la máxima autoridad electa para ejercer el cargo de presidente del Ejecutivo y de la República en un militar activo, en contra de la prohibición que de ello hace la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Queremos referir el pensar que nos llevó al título del general; esa figura que antaño representó en Venezuela el ostento de tan alta jerarquía, como lo fue y ha sido en la historia de los ejércitos del mundo, donde se calificaba de “estratego” y más recientemente jerarquizado, al “capitán de capitanes”, luego del año 1702, cuando existiendo la ambigua jerarquía de brigadier, una ordenanza estableció, que “De brigadier se ascenderá a mariscal de campo, que es el primer grado de oficial general,…” con mando indiferente en cualquier arma.
Cuando se habla del general, se asoma al talento hacedor de fantasía transformada en estrategia para el uso y la conducción del arte de dirigir la guerra; esa habilidad de conducir el conjunto de operaciones que demandan una gran ofensiva o una fundamental defensa. Lo que dio origen a la definición que muchos asoman, al decir que la estrategia es el arte del general. Una conspicua definición que arrastra en muchos diccionarios, una pedagógica fuerza detentora de imagen para quien logra con esfuerzo, talento y trabajo el grado de general, que asumimos como gran honor para un hombre de las armas.
No obstante, esa concepción errónea de la jerarquización militar en nuestros mandos y legisladores militares, solo han logrado la imbricación en nuestro gentilicio de la difamación contra el perverso esquema y la mal llamada profesionalización militar, perjuicio derivado de la jerarquización como parte del trofeo de todos los militares venezolanos que no hayan cometido faltas graves, es decir, que no se pervirtieron adorando el sincrético y eufemístico “socialismo del siglo XXI”.
Concluimos con un exhorto a todos los militares activos y retirados venezolanos, que la carrera militar se profesionalizo para hacer al militar más culto cada vez, más no soldadesco pretoriano. Bolívar y los otros 16 generales en jefe de la independencia, deben ser sus guías y moldes para su gloria y no la dantesca adoración de un personaje que con su ayuda destruyó la economía, la sociedad y la paz de Venezuela.
Es indiscutible una reforma substancial en la política y en los criterios para el manejo de la jerarquización militar. No se concibe la “generalización” hoy existente, que en lugar de privilegiar la profesión militar, lo que hace es darle desprestigio tanto al profesional como a la institución.
Debe retomarse la clasificación en capacidad y excelencia, para volver a expresar que ¡es el general el actor artístico de la estrategia!
Enrique Prieto Silva
enriqueprietosilva@yahoo.com
@Enriqueprietos
Venezuela
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