Con este trabajo se pretende determinar de la economía de la psiquis, dos conceptos que: Aristóteles y René Descartes contemplan como: el deber ser y el ser en sí, respectivamente, los cuales, en comunión, deberían, regularmente constituir una forma óptima de conducta y comportamiento individual en interrelación con otros y para sí mismo en la ecología del mundo y en función de contingencia ante la posibilidad de que una cosa suceda o no suceda. Por ende, su gravedad. A esta característica conceptual sendos pensadores llaman “virtud”
Aunque el artículo tiene como fin principal señalar dos acepciones del concepto virtud (Aristóteles y Descartes) voy a empezar con lo siguiente: Se dice que uno de los libros preferidos por la prole politiquera es “El príncipe” de Maquiavelo, si de literatura en el buen sentido -en este marco de apreciación- se tratara, estos, dizque líderes no se abocaron a los términos estratégicos para controlar las masas y vencer en la lucha de poderes que el libro provee, sino todo lo relacionado con el bienestar del pueblo; que es el fin principal de “Política”. Empero toda la voluntad literaria de los mentados se cierne – me atrevo a asegurar- sobre un proverbio que no es de su propiedad, pero él lo maneja: “el fin justifica los medios”. De modo que más allá de las conveniencias colectivas, un sesgo egoísta y megalómano se constituye de primer plano en el ideario de su protagonismo y en el segundo uno menos perverso, pero ¡podría ser dañino! Según la conducta del personaje ostentoso, esto es el narcisismo. A todo esto, se suma la tendencia política que el entorno involucrado se perfila o, tiene como tendencia, sea por codicia, altruismo etc. Esto último contempla la forma sistemática, antropológica o ancestral que ha identificado la cotidianidad política de una supuesta nación. En el peor de los casos: Dictadura o Tiranía.
Aristóteles (Estagira, Grecia 384 a. C.-Calcis, 322 a. C.)
Ahora bien, para Aristóteles, la virtud se cierne en Ética, para él: “el fin justifica los medios” es una suma de propiedades que contemplan la forma de resolver las necesidades de un sector afectado por eventos y situaciones adversas y no otra causa. Sin embargo, tal capacidad de soluciones está limitada por la voluntad de unos con intereses propios y la no voluntad del protagonismo, bien sea por ignorancia o por causa de fuerzas externas, esto último sería el caso involuntario. Por otro lado, cabe la duda de ciertas acciones involuntarias, que suelen evitarse o ejecutarse por causa de resultados peores o por causa de obtener algún bien. Para esto anterior plantea el ejemplo siguiente:
“sí un Tirano que tiene a sus hijos o padres como rehenes y envía a alguien a realizar una actividad –criminal- indecorosa y si lo hacen se salvan, sino mueren (…) cuando en tempestades se arroja la carga de un barco por la borda, esto es involuntario”
Como se puede observar se toma como virtud la ética, en sendos episodios la solución involuntaria del cada caso es para salvar situaciones que pueden ocasionar mal a otros y al mismo ejecutor. No obstante, para el filósofo debería adoptarse una situación heroica –digámoslo así- o debería haber un término medio en las decisiones, cosa que las más de las veces es propia de la fortuna.
Se especula que: ¿Napoleón Bonaparte, en una de sus campañas en el mediterráneo, al mando de una embarcación, decidió tirar al agua 2000 prisioneros en medio crucero, por la incapacidad de poder alimentar (escasa comida) a su propia tripulación?
Para Aristóteles, la virtud deriva de las afecciones y acciones del individuo, en las voluntarias se producen elogios y censuras, en las involuntarias se producen indulgencias e incluso, a veces, compasión, para indagar acerca de la virtud es necesario reconocer estas dos formas de proceder. Un legislador debe reconocer la virtud de sus súbditos, pueblo o ciudadanía en función de aplicar honores y castigos (meritocracia) y afirma:
“La finalidad de las acciones se producen según la ocasión y, por tanto, lo voluntario o involuntario hay que calificarlo como tal en el momento que se realiza.” (Ética a Nicómaco libro III Pág. 95, Ed. Alianza editorial, España, 2005).
René Descartes (Haye, Touraine Francia, 1596-1650)
Considerando, del Método del Discurso, Descartes concibe la “virtud” en: “Algunas reglas de moral” como la transformación de las necesidades en comportamientos con buenos propósitos. Con esto determina que, la mejor forma de comportamiento individual – con sus reglas de la Moral- consiste en cuatro formas de conducta, donde, el ser en sí, debe relegarse a un segundo plano. Empezando, por acatar y obedecer las leyes y costumbres del país de origen del individuo, donde debe mantenerse fiel, incluso, a instrucciones religiosas –si es que las hay- y, considerando de la mejor forma las opiniones de los otros evitando posiciones extremas, las cuales deberían tomarse de las puestas en práctica en su entorno social como las más prudentes y las más sensatas.
Entre los excesos que evitaría están los que tienen que ver con el discurso demagógico, o sea, las promesas inefables, pues con ello, afirma Descartes, se cuarta de algún modo la libertad del ciudadano. Su afirmación obedece a que el mundo es cambiante y, puede ser que: lo que se quiere hacer con buenos propósitos ahora, para el futuro sea inviable, pues las condiciones podrían ser diferentes y adversas para tales proyectos.
Descartes afirma que las acciones y convicciones deben mantenerse en camino recto, y evitar constantemente las opiniones dudosas, poniendo como ejemplo, seguir un camino recto siempre en el caso de estar perdidos en una selva, pues en el caso de no llegar al destino deseado por lo menos se evitaría la fatiga de estar caminando en círculos y llegar siempre a un mismo punto. Tratar de ser lo más puntual posible respecto a horarios determinados, evitar hablar con simulada propiedad de lo que no se tiene un conocimiento exacto y, tomar en consideración las opiniones que en la práctica han dado buenos resultados para evitar arrepentimientos y remordimientos, cito:
“Esto tuvo la virtud de liberarme desde entonces de todos los arrepentimientos y remordimientos que suelen agitar las conciencias de estos espíritus débiles y vacilantes que se dejan llevar inconstantemente a ́practicar como buenas las cosas que luego se juzgan como malas” (El discurso del método, Pág. 65, Ed. Orbis 1983)
Lo fortuito debe quedar relegado por el autoconocimiento respecto a concebir los hechos en el Mundo como un orden, en esa medida controlar impulsos de voluntad peculiar y mantener ese orden como una naturaleza, que no es de nuestra propiedad, pues la única propiedad que tenemos es nuestro propio pensamiento –pienso, luego existo-. Por ende, contribuir lo mejor posible con nuestro propio esfuerzo a que ese orden se mantenga. De este modo nuestro pensador contempla cómo se han librado los genios de la filosofía de otrora de las adversidades del infortunio, rivalizar contra la pobreza y el dolor, pues no siempre se tiene lo que se desea.
Finalmente, aun cuando determina que no siempre se obtiene lo que se desea, respecto a la dedicación u ocupación para un grado de bienestar y felicidad debe cultivarse la razón siempre como objeto llegar a conocer lo más cerca la verdad. Aprender a distinguir lo verdadero y lo falso, no contentarse solamente con opiniones ajenas desde un primer momento, sin antes reflexionar ante propias convicciones y encontrar en ellas la más idónea y de mejores resultados en función de obtener con ellas todo el bien que pudiera alcanzar, no por voluntad sino por viables para el bien común. Una forma de buena conducta se construye con honestidad es no tratar de parecer lo que no se es. Por ende, ser digno de la reputación que ha logrado en su entorno.
Derivado de estas dos concepciones de virtud se podrá determinar, mediante la comunión de los mismos, una forma de comportamiento idónea como modelo o método de desenvolvimiento y de conducta, tanto de carácter público o privado, siempre tomando en cuenta lo que cada quien sabe de sí y lo que la otredad ha dejado conocer de sí mismo y para sí mismo.
Joise Morillo
@kao_joi_lin
kaojoise@gmail.com
Venezuela - EEUU
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