La revelación de los resultados electorales ha permitido germinar el análisis en el campo de la política venezolana. Por ahora, los mensajes estridentes de los tuiteros se han apaciguado. Ojalá la crudeza de los números pueda calmar los ánimos de estos espíritus revoltosos.
Si, esos espíritus que ante cualquier situación calamitosa, confían más en las creencias brujeriles de caudillos amanecidos y las soluciones milagrosas. Espíritus que sentencian sin llevar a juicio, y que hacen de la práctica del chalequeo (hoy en día llamado Bullying) la herramienta para atemorizar, silenciar y eliminar moralmente a quienes no piensan como ellos.
La política es algo serio, y como tal, requiere de posiciones y respuestas serias. Es verdad que en los medios -sean tradicionales, sociales o de nuevo cuño- se impone ir a conclusiones sin pasar por el análisis como herramienta comunicacional. Es la vía para titular una noticia. Luego en el cuerpo del texto, vendrán los hechos y razonamientos.
Sin embargo, estamos en la etapa de los análisis, y quienes se han dado a la tarea de calificar sin pasearse por el análisis…. se han quedado sin palabras. Lo que rellenan con dichos descontextualizados.
Esta práctica de sentenciar, sin sopesar los distintos razonamientos, ya nos lleva por varias décadas enw el camino del Calvario de la anti-política. Un camino que benefició y aprovechó el surgimiento de un personaje dicharachero, carente de una visión nacional y lleno de múltiples aspiraciones personales divorciadas de lo común de los venezolanos.
Así llegamos a un régimen ajeno al interés nacional, que ha sumido la Nación en el más grande colapso que conozcan los venezolanos.
Bienvenidos el análisis post electoral.
Eduardo Rafael Martínez
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