Se sabe cuando comienza una guerra, pero nunca cuándo, ni cómo termina. Una sola chispa puede incendiar la pradera. Putin está demostrando que es capaz de todo y que no perderá esta oportunidad sino para ganar terreno. De perder la guerra se arriesga a salir de su propio gobierno. Por lo demás, arriesga su vida, un cohete teledirigido podría hacer lo mismo que con Soleimani.
Su intención es clara, si nada cambia el destino que lleva su invasión a Ucrania, en breve habrá derrocado al presidente Zelenski e impuesto un gobierno títere. No le importa violar la Carta de la ONU, las negociaciones anteriores, ni los tratados de derechos humanos. Sin duda recuerda a Hitler en la Convención de Múnich, un año antes de la Segunda Guerra Mundial. Hitler a pesar de haber firmado la paz, tal y como lo hizo Putin con “los acuerdos de Minsk”, un año después invadió Polonia, estallando la conflagración total.
Aprovechando la coyuntura, China podría hacer lo que viene planeando hace años e invadir a su vez Taiwán. Los EE.UU podrían entonces asegurar su zona natural de influencia, y tomar Cuba, Venezuela y Nicaragua. Hay un refrán que señala “que cuando los grandes pelean, los pequeños que se meten salen estropeados”. En ese sentido, las declaraciones de Maduro sumándose de forma incondicional a Rusia, ponen a Venezuela en el ojo del huracán continental. De manera torpe, se rompe con la tradición histórica nacional de no involucrarnos en conflictos ajenos. Durante la Primera Guerra Mundial el presidente Juan Vicente Gómez, sentía una empatía sin igual por los alemanes. Sin embargo, se mantuvo en silencio. Durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que el petróleo venezolano resultó vital para el ejército aliado, Venezuela se mantuvo neutral, aún cuando países afines como Argentina se sumaban a la guerra.
Los acontecimientos están en pleno desarrollo, las consecuencias económicas ya son devastadoras para la recuperación económica mundial. Rusia no tiene la capacidad para aguantar demasiado tiempo. Su talón de Aquiles está marcado por una moneda que se viene a pique y un mercado bursátil que está perdiendo lo inimaginable. El gas y petróleo que Rusia vende a Europa está en juego. Rusia hoy es un gigante con pies de barro. Su economía es una décima parte de la de China. A partir de la caída de la Unión Soviética catorce países nuevos han ingresado a la OTAN.
En esta guerra de nuevo están enfrentadas las tiranías contra los gobiernos libres. Los valores de la libertad, los derechos humanos y la legalidad contra el absolutismo y el personalismo. Ojalá y esto no vaya a más. Aunque los próximos días serán muy duros. Aquí la sensatez debe privar en función de que no haya más muertos, ni heridos, y que pueda salir adelante la economía mundial, luego del fin de la pandemia.
Oscar Arnal
@OscarArnal
Venezuela
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