martes, 10 de mayo de 2022

JAVIER VIDAL: ¿BELLICIDIO?. DESDE VENEZUELA

Para dar entrada a los neologismos de la RAE tendría que ser usada en escritos, para su aceptación académica de uso. Esteticidio ya es un neologismo que incluso está impreso en el título del libro de Alberto Lucas Alba. El libro en cuestión trata sobre el asesinato de la belleza natural humana y su estandarización morfológica en la sociedad. Sin embargo, siento que lo estético es continente de la belleza y la fealdad. Lo feo, en consecuencia, es horma y signo de identidades individuales, colectivas y movimientos contraculturales, no precisamente antiestéticos.

El arquitecto William Niño hablaba del feicidio, pero no acertaba en su concepto. No se trata de matar a lo feo, sino todo lo contrario: asesinar lo bello. Por eso insisto en el bellicidio.

Desde los Diálogos de Platón a los dos tomos sobre la historia de la belleza y la fealdad de Umberto Eco, pasando por Oscar Wilde, se ha teorizado lo suficiente para que este columnista pretenda en ésta, levantar una suma teológica sobre la belleza. Una belleza helénica, clásica, que no deja de fomentarse entrado el siglo XXI entre spa (sanitas per aquam) y gimnasios más hercúleos que apolíneos.

Si buscamos los sinónimos de feo, encontraremos sus profundas raíces sobre lo horrendo, maligno, satánico, terrorífico... En el caso de la belleza, por supuesto lo contrario: bondad, gloria, armónico, fabuloso, magnífico…

Los caraqueños que nos desplazamos diariamente de Este a Oeste y viceversa, durante medio siglo largo, hemos visto, en los últimos tiempos, que el feísmo se impone y sobrexpone con un bellicidio fomentado y calculado. Obeliscos de chatarra, desproporcionadas rampas, murales que pretenden emular supuestos petroglifos precolombinos que resaltan lo kitsch...

Homenaje a la fealdad es la impresentable y desproporcionada escultura de hojalata en medio de la hoy mal llamada autopista Gran Cacique Guaicaipuro. El más emblemático monumento al mal gusto ergo, feo, por cierto, a pocos metros del bello pebetero escultórico de la María Lionza de Alejandro Colina.

No hay que ser muy académico para llegar a distinguir lo feo de lo bello. Lo correcto de lo incorrecto en materia de ética y estética. Si es bello, es bueno y verdadero. De eso se trata. Lo bello persiste en Caracas a pesar de los atentados contra la belleza tanto natural como artística. En eso nos debemos aferrar y desechar los malos ratos del feísmo procesal. Caracas es bella y su gente, su ciudadanía, igual; y no me refiero a las exportables “Mises” de los certámenes cosmogónicos.

Los caraqueños de los cinco municipios debemos estar orgullosos de nuestra historia y de nuestros ancestrales símbolos de civilidad. Santiago de León de Caracas tiene, en su nombre, el cruce cultural de las civilizaciones fundacionales. El impuesto e inconsulto nuevo escudo caraqueño, ese mamotreto feo, horroroso, de trazo grueso, anacrónico, propio de una mano inexperta e ignorante debe ser desechado más por lo antihistórico, por lo feo. Feísimo. Todo un bellicidio al escudo centenario.

Javier Vidal Prada
@javiervidalp
Venezuela

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