martes, 7 de junio de 2022

JOSÉ GREGORIO CONTRERAS: EL PAPEL DEL LIBERALISMO EN EL RESCATE DE LA DEMOCRACIA. DESDE VENEZUELA

Antes de entrar al análisis del tema es necesario hacer una distinción semántica. En la terminología contemporánea, hay dos “liberalismos” que, no obstante su origen común, pueden representar posiciones antagónicas. El primero el que designa la filosofía política de la libertad, del progreso intelectual y ruptura de las cadenas que inmovilizan el pensamiento y del cual trataré en estas líneas. En este sentido, liberalismo significa actitud de renovación y avance.

El segundo es, concretamente, el liberalismo económico nacido en el siglo XVIII (cuando daban pasos iníciales el industrialismo maquinista y el capitalismo), o sea, la teoría del laissez faire, a lo que dio su expresión clásica Adam Smith, como aplicación específica del liberalismo individualista al fenómeno económico.

El liberalismo es una de las grandes corrientes políticas de los últimos tiempos, no es ninguna ideología (creencias de contenido, ejemplo: falsa conciencia) es una doctrina (concepción del hombre con su mundo), lo entendemos como el complejo de ideas políticas delimitado por los postulados de la capacidad de autodeterminación de los individuos a través de la razón, la libertad individual frente al Estado (Derechos del hombre y del ciudadano), la atenuación de la dominación política a través de la constitución y la autorregulación de la economía a través de la regulación del mercado y la competencia.

Hoy más que nunca se hace necesario el fortalecimiento de la doctrina liberal, y muy particularmente en nuestro país donde enfrentamos un régimen de tendencia totalitaria, pues es deber de los liberales combatir los totalitarismos, el marxismo, y en nuestro caso a los que tienen secuestrado el poder, porque atentan contra la libertad y la promoción del individuo.

Bien sabido es que para el liberal la libertad se enmarca en la concepción de los derechos individuales y la idea de una esfera privada en la que estoy libre de todo examen, es algo indispensable para ese mínimo de independencia que todo el mundo necesita para desarrollarse, cada cual a su manera: porque la diversidad es la esencia de la raza humana y no es una circunstancia pasajera.

Los liberales distinguimos entre libertad política y libertad liberal, la primera, la política es la libertad de los más débiles y por tanto se trata de una libertad defensiva, es libertad de: los ciudadanos son libres siempre y cuando no se vean impedidos. Está claro que una libertad como “no impedimento” no es un fin es sí mismo sino un medio de ejercicio positivo: se trata de estar “libres de” para poder ser “libres para”. Pero la libertad política no se caracteriza por esta implicación positiva sino por su presupuesto protector. La libertad política concebida como una libertad de se suele objetar que se trata de una libertad incompleta. Esta libertad es el enfoque del problema.

La segunda, la liberal, es la libertad que da una solución a ese problema elaborada por el liberalismo, a través de su postulación del Estado de Derecho, el sistema de garantías jurídicas, pues las nociones de libertad y legalidad llegan a la democracia postulados por el liberalismo, la política liberal es el constitucionalismo, es la resolución del problema de la libertad en el contexto del liberalismo constitucional, es decir, el liberalismo nos da las herramientas para la verdadera libertad. Como decía Tocqueville, el liberalismo por si solo se reconoce en el principio de la libertad, y la democracia se reconoce por si sola en el principio de la igualdad.

De allí que cuando se afirma que la democracia es más que el liberalismo hace falta una aclaración. Si entendemos que la democracia “supera” al liberalismo, en el sentido que lo desborda y lo arrolla, entonces no; porque lo que la democracia le añade al liberalismo es también consecuencia del liberalismo. Lo que quiere decir que la democracia es un presupuesto; y los presupuestos no se desbordan: o los hay, o se derrumban también aquello que propugnan. Se podría aceptar como discusión que la democracia añade al liberalismo un sentido social (y económico); pero no es más que el liberalismo en sentido político.

La democracia sin liberalismo nace muerta; la democracia reaparece y se afianza en la realidad histórica a la estela del liberalismo precisamente porque recibe de él las estructuras políticas que la hacen viable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario