domingo, 1 de noviembre de 2015

LUIS DANIEL ÁLVAREZ V., APRENDIENDO A GANAR

Hay días que pasan a la historia por lo atípicos que pueden resultar. El pasado domingo 25 de octubre fue uno de ellos, pues coincidieron varios procesos electorales, de los cuales en nuestro continente se dieron tres presidenciales y uno municipal, que aunque local, generaba enorme trascendencia en cuanto a una probable evaluación de la forma como el presidente Santos ha llevado el proceso de paz y con miras a ir definiendo probables posicionamientos para la próxima elección presidencial.

Es menester señalar que en todos los comicios se vislumbraron potenciales cambios. En Argentina y Guatemala, por ejemplo, se quiso poner fin a formas de gobierno que lejos de resolver los problemas fundamentales se empecinaron en dividir, ejercer el clientelismo político y usufructuar el gobierno como una posesión familiar, mientras que en la capital de Colombia quiso la mayoría que el sueño de una Bogotá en la que se recuperara la educación y los buenos modales, reapareciera la seguridad y la movilidad planificada dejara de ser un anhelo y se convirtiera en realidad, para lo cual era pertinente elegir a una figura gerencial. El tema haitiano lleva por otros derroteros en los que la única aspiración ciudadana es la propia supervivencia y la de la República.

Sirvieron los comicios de tan electoralista día para entender otros fenómenos. En Colombia, una elección manual y complicada de todos los departamentos y municipios del país, tenía resultados definitivos dos horas después, mientras que en Argentina una autoridades confundidas y visiblemente inquietas, daban los resultados electorales horas después del cierre del proceso, dejando apenas entrever que hasta el momento el dirigente opositor Mauricio Macri encabezaba los escrutinios y obligaba a una segunda vuelta que el oficialismo nunca creyó posible. Caso aparte es el de Haití donde las autoridades señalaron que transcurridos diez días podrán conocerse algunos números.

Las reacciones también merecen ser comentadas. En Colombia el nuevo alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, mostraba un mensaje incluyente provisto de señalamientos técnicos y de planificación, contrastando con una triste actuación de personeros de la política, expresidentes de la República y dirigentes de partidos que llamaban a votar por sus agrupaciones en pleno proceso. Desatinadas acciones que también se observaron en Guatemala, donde el nuevo presidente Jimmy Morales dejó de lado su discurso renovador de la política e incurrió en frases y actitudes que evidencian niveles de populismo que alertan sobre lo que puede venir en su gestión como jefe de Estado.

Tendrá Venezuela elecciones legislativas el 6 de diciembre, debiendo aprovechar la enseñanza que dejó el domingo 25 de octubre. Es el momento de anhelar otras formas de representación y castigar, con el sufragio, a los que no lo han hecho bien. Así como los bogotanos rompieron con doce años de gestión de sectores populistas y demagógicos, los guatemaltecos castigaron la corrupción y los argentinos votaron contra el terror, el abuso y la persecución, los electores venezolanos pueden decidir el país que quieren y que vislumbran como favorable, en un episodio en el que al igual que los haitianos, pese a todas las polémicas, arbitrariedades y destrucciones institucionales, se ha reafirmado una vez más que el fin de la crisis y el establecimiento de un nuevo modelo, pasa por ejercer el voto.

Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva

Caracas - Venezuela

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