miércoles, 2 de diciembre de 2015

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, ¡AHORA SÍ!

Cuando se aproxima una elección, el gobierno sale con la “coba” ¡ahora sí! Entonces aparece comida, se regalan lavadoras y se lanzan nuevas promesas. Con su cara dura y con amenazas, Maduro cree que volverá a “engatusar” al pueblo venezolano.

Anuncia anuncios… que nunca se cumplen, suben los sueldos, que por no estar acompañados de otras medidas para regularla, profundizan la inflación, que mata de hambre al venezolano.
Reciclan las mismas historias, la culpa es de Uribe, del imperio, de paramilitares, de la guerra económica… siempre “echándole el muerto” a otros… sin que jamás presenten pruebas. El pueblo siente el despropósito, un vacío en las palabras… como un eco.
Los corruptos del régimen recitan la lección, por aquello de que una mentira repetida termina por ser creíble, comprendemos que no quieren perder sus privilegios ni sus fortunas mal habidas. Por eso mienten descaradamente, las declaraciones del infeliz diputado oficialista, presidente de la Comisión de Desarrollo Social de la Asamblea Nacional, son escandalosas: “Ahora el reto es convertir a Venezuela en una pequeña gran potencia”, debe considerar estúpido al venezolano para pensar que le creemos.
Indigna escucharlos repetir las mismas sandeces, fabricando enemigos invisibles, cuando todos sabemos que es la incapacidad de Maduro y sus ministros, la causa de nuestra tragedia.
Mentiroso, inútil, vendido, corrupto, son algunos de los epítetos que se pronuncian y otros que la decencia no permite publicar. No es para menos, que decir cuando escuchas declarar con la mayor desfachatez: “Vamos al proceso de industrialización. Vamos a cambiar de verdad la dependencia desde el punto de vista petrolero. Vamos a convertir a Venezuela en un país multi-productor, diversificando la economía”.
Pero ni una palabra para explicar dónde están los millones de dólares que han entrado al país, ninguna aclaratoria del por qué no producen las empresas confiscada por el gobierno. Un silencio oculta las noticias sobre los millones de dólares en empresas de maletín de chavistas y enchufados, ni tampoco una frase para denunciar el dinero robado a la nación y depositado en Suiza, Andorra, China, Argentina o Rusia.
Especialistas en “escurrir el bulto” se limitan a dar cínicas declaraciones, como Rafael Ramírez quien considera una “infamia” la investigación de EEUU por corrupción, manipulando argumentos donde afirma, que las denuncias que lo señalan como autor de presuntas operaciones irregulares de la estatal Petróleos de Venezuela son contra el pueblo, “pueblo” debe ser la clave con que entra a su cuenta bancaria, la que sin lugar a dudas rellenó con dineros nuestros.
Lamentablemente para él, los argumentos que utiliza en la prensa oficialista venezolana, no inciden en el resultado de las investigaciones que adelantan los fiscales federales.
La defensa de los representantes del régimen es tan pobre, que se sienten obligados a terminar sus frases con un lacónico ¡Viva Chávez! Patética muletilla ante la falta de argumentos racionales.
El presidente difunto personificaba impúdicamente esa conducta, en sus campañas publicitarias mentía sin recato, burlándose de los ciudadanos, en el 2006 prometió que se bañaría en el río Guaire, junto a Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, mientras preparaban un sancocho.
Dejó de hablar de eso, sin hacer un solo señalamiento sobre los 14 millardos de dólares asignados a la obra, ni se refirió más a las plantas de tratamiento que debía comprar Jacqueline Farías, para ese entonces ministra del Ambiente. La misma que hoy considera que las interminables colas que hace el pueblo “son sabrosas”.
Así se han sucedido año tras año las mentiras… 16 largos años donde desaparecieron millones de dólares del presupuesto nacional. Donde la promesa de independencia alimentaria se resumió a la ruina de las empresas productoras venezolanas y a miles de toneladas de comida podrida encontradas en los conteiners de Pdval.
El chavismo fue el reino de lo falso y el ridículo: la fábrica de pañales Guayuco, el gasoducto a Argentina, la planta de rieles que abastecería el Plan Ferroviario Nacional, los centrales azucareros construidos por Cuba, la ruta de la empanada, los gallineros verticales, las plantas de cemento construidas por iraníes…
La gente está cansada del engaño, harta de revolucionarios que fingen serlo, que irrespetan las leyes con el solo objetivo de enriquecerse. ¡Mentirosos! Comienza a gritar el pueblo, quien hace suyo el proverbio chino: La primera vez que me engañes la culpa será tuya, la segunda, será mía.
Maduro es un hombre incierto, con resabios, peor que “billete falso”. Pierde el afecto del pueblo y no puede hacer nada para impedirlo, su tragedia es que sus palabras no se ajustan a la verdad y se le nota.
Quiere estafarnos de nuevo, es como un el falso techo que se colocó para ocultar las goteras al comprador, hasta que un día la humedad hace que se desplome. En su caída arrastra con la estabilidad de la familia, los deja sin cobijo y pasando necesidades… esa familia formada por pobres, por ciudadanos abandonados, estudiantes humillados… se llama Venezuela.
Queremos salir de este régimen que ha desmantelado PDVSA, que no supo mantener el sistema eléctrico y gracias a ello vivimos con cortes de luz y también de agua. Con responsables que vociferan que le ganaran una virtual guerra al Imperio y no lograron arrestar ni a la iguana, que responsabilizaron de las fallas eléctricas.
Gracias a ellos, somos un país de carreteras y autopistas intransitables, el de los puentes caídos, el de la moneda fuerte que se convirtió en microscópica. Un país sin harina, sin leche, sin azúcar, sin café, sin aceite, sin medicinas, sin repuestos, sin papel higiénico.
Un país donde Maduro pretende ocultar la escasez con mentiras, con la misma “inteligencia” de aquel que intenta limpiar una mancha, haciéndole un hueco a la tela. Nos dejaron la Patria arruinada, luego de financiar las economías de Bolivia, Nicaragua, Cuba, y hasta el ilógico pago de la deuda Argentina.
Donde los venezolanos sufren el viacrucis de hospitales sin recursos, mientras ellos viajan para tratarse en hospitales internacionales. Sufrimos de muchas cosas pero la peor fue la traición, dejaron en manos castristas, puertos, notarias y los sistemas de identificación y defensa.
Los bolivarianos convirtieron Venezuela en una tierra sin ley, sin respeto a la libertad, sin democracia, sin derechos humanos. Donde la luisas, las tibisays, jueces, fiscales, defensores, ministros y militares, son una banda de corruptos tarifados por el Ejecutivo Nacional.
Pero en el terreno de la palpitante actualidad, suena la hora de la revancha, no la revancha del odio sino aquella que actúa en positivo… la que recupera la libertad de expresión, la que devuelve la honra de los inocentes, la que no acepta la mentira, la que brinda nuevas oportunidades.
La que rechaza definitivamente los “ahora sí” o los arrepentimientos tardíos, de las ratas que abandonan el barco cuando se está hundiendo.
Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com
@nelcasher
Venezuela Futura

Francia

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