domingo, 20 de diciembre de 2015

SIMON GARCIA, ¿PROLONGAR LA DERROTA?

Maduro y Cabello compiten en acumular desaciertos. Desplomados en el cuarto negro del aturdimiento, uno y otro le agregan desventajas a una derrota que los sorprendió. Emprenden una patética huida hacia el pasado.

            Los dos jerarcas oficialistas corren en dirección contraria a la Constitución. Llaman a la violencia, exhortan a desconocer la ley, amenazan, pisan de seguido la tecla miedo y sin rastro de vergüenza inventan mentiras con la intención de imponerlas como el nuevo marco para polarizar al país.
            Se afanan en generar un clima que disipe el ambiente navideño porque temen que se comience a cambiar la descalificación por el respeto; la peleadera por la reconciliación y que la sana convivencia descubra lo bueno de habernos quitado de encima el peso de una hegemonía autocrática. 
            La cúpula roja loquea, pero la calle está liviana. La gente celebra que se liberó del dogma, inculcado por años en la conciencia colectiva, de la invencibilidad del régimen, una idea central de la estructura simbólica que lo sostiene.
            Los venezolanos decidieron ir a votar y lo hicieron para castigar las políticas del presidente o exigir que las cambie. También una parte significativa de la abstención expresa, en forma pasiva, ambas motivaciones: no voto por quienes me han sido presentados como la derecha; pero al restarle apoyo a los candidatos del gobierno doy un testimonio de descontento. 
            Entre los aspectos menos visibles de los resultados electorales está que el país aprendió a ganar. Pudo comprobar que la unidad es un multiplicador y que las condiciones autocráticas exigen fortalecerla desde todas sus partes.  A la MUD le corresponde ajustar su identidad a las nuevas realidades y lograr que la valoración del interés general obligue a respetar unas normas y a tener una disciplina, entre sus dirigentes, que es indispensable para elevar la eficacia.
            El mapa político cambió con la reconquista de la Asamblea Nacional por las fuerzas democráticas. Se creó un nuevo equilibrio de poder y se abre una experiencia para la cooperación con autonomía y el control sin obstrucción del Ejecutivo y de las otras ramas del poder público.
            Pero la política alternativa tiene todavía mucha sociedad por transformar. Surgió una nueva mayoría plural y de contenido progresista, pero subsiste una parte estimable de la sociedad que no le da su confianza a la MUD aunque no oculte su malestar y en cierto modo el rechazo al modelo mata país de Maduro y Cabello.
            Una actitud alternativa implica adelantar una apertura activa hacia los sectores populares que aún en situación de desmoronamiento mantienen la ilusión de que Maduro en vez de pelear con la oposición, va a tomar las medidas para atacar a la crisis e impedir su desbordamiento.   
             Pero Maduro está pensando al revés. Su línea de sublevación contra la democracia restablece un ring  similar al que durante la campaña produjo más resistencia que obediencia popular. Ahora lo hace con menos apoyo popular y con un creciente cuestionamiento desde sectores militantes y amigos del PSUV que claman por cambiar de política para intentar salvar la subsistencia del proyecto rojo.
            Al gobierno le llegó el tiempo de aceitar el diálogo y la cooperación con la nueva Asamblea Nacional. Lo demás es prolongar la derrota y aumentar los costos a pagar por el país.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim
Caracas - Venezuela. 

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