domingo, 20 de diciembre de 2015

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, EL ÚLTIMO DINOSAURIO ROJO, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL,

Ninguna de las revoluciones referidas por la historia venezolana durante el siglo XIX, condujo a cambios que se tradujeran en loables acomodos económicos, políticos o sociales para el país.

EL ÚLTIMO DINOSAURIO ROJO

A medida que los tiempos van avanzando, la incertidumbre igualmente va cerrando la brecha que se da entre la confianza y la verdad que encierra una realidad. Por tanto, comienzan a develarse situaciones que hacen más próximos el conocimiento de cuanto asunto o cuestión se tiene ante sí. Con base en razonamientos así, la planificación realiza sus ejercicios de propensión hacia consideraciones que pueden manifestarse a posterioridad. Sin embargo, se tienen otras necesidades que buscan reivindicar hechos a partir del análisis histórico. Entendido éste, como fundamento para asegurar procesos económicos, sociales y políticos que comprometen el devenir de generaciones completas, sociedades o naciones.

De manera que no hay duda de cómo el hombre intenta revisar sus tiempos. No sólo en términos de prospectiva. También de perspectiva. Así ha podido prestar atención a los cambios que ha sufrido el planeta a lo largo de su desarrollo. Los paleontólogos, por ejemplo, hablan de haber sufrido “cinco grandes extinciones en los últimos 500 millones de años de las cuales la más grave ocurrió hace unos 245 millones de años y acabó casi con el 95% de los animales y plantas” (Jiménez López, F,: La Sexta Extinción. Zenith/Planeta, Barcelona, 2008). Pero también los politólogos trazan líneas comparativas derivadas del análisis político realizado sobre realidades que hablan de los aciertos y equivocaciones cometidas en aras de salidas ante crisis sociales.

Vale esta disertación, para intentar una analogía entre hechos políticos y consideraciones históricas. Para ello, resulta necesario el apoyo de la paleontología. De alguna forma, hay razones suficientes para aludir a ciertos protagonistas del discurrir político que, por el desempeño asumido de cara a exigencias vividas, puede compararse con la vida de un dinosaurio. Ciertamente así establecerse, en virtud del elemental comportamiento que estos animales manifestaban frente a situaciones determinadas por la necesidad de sobreponerse a situaciones críticas definidas por la fuerza bruta y la voracidad. Semejante a lo que vive y resiste todo político codicioso.

Así como la Tierra ha sufrido de cruentas extinciones que cambiaron su faz, asimismo los países han padecido de serias crisis que han afectado sus procesos de crecimiento y desarrollo. Y Venezuela no escapa de tales cataclismos. Particularmente, de naturaleza política toda vez que razones como el miedo, el resentimiento, el chantaje, la corrupción, la desidia, la ineptitud, la ignominia, entre otras, hieren más que las espadas o las bayonetas. O quizás, causan tanto quebranto como daño puede producir algún fenómeno de la naturaleza, o un dinosaurio (político) resentido.

La historia política contemporánea de Venezuela, deja ver que cada conversión acontecida por causa de coyunturas ideológicas, militares o económicas, provocó infortunios que arrojaron gruesas consecuencias en la calidad de vida de la población. Ninguna de las revoluciones referidas por la historia venezolana durante el siglo XIX, condujo a cambios que se tradujeran en loables acomodos económicos, políticos o sociales para el país. Por lo contrario, cada vez, el devenir nacional entraba en períodos recesivos que anulaban o estancaban cambios incipientes.

Así el país vino soportando toda una ristra de yerros que fueron atrasándolo respecto del desarrollo de naciones colindantes. Aunque el esfuerzo en 1958 significó salir de la racha de retraso que venía caracterizando el avance del siglo XX por el pesar de dictaduras que mantuvieron a Venezuela estancada, no tuvo ni el arrojo social ni tampoco la tenacidad política necesaria para infundir las bases ideológicas sobre las cuales debió consolidarse la República ante los requerimientos que presentaba la entrada al siglo XXI.

Sin embargo, lo que va de siglo XXI se ha visto caracterizado por una marcada involución que, en nombre de una presunta revolución ilusamente llamada bolivariana, han conducido al país a densos retrocesos en todos los ámbitos de la vida republicana. Sobre todo, desde diciembre de 2007 fecha esa en que el alto gobierno sometió a consulta popular un proyecto de reforma constitucional contentivo de aberrantes propuestas cuyo propósito era el desmontaje del orden constitucional hasta entonces alcanzado. Los resultados de dicha consulta, fueron adversos al régimen. Pero tan categórico fallo, lo incitó a tomar medidas todavía más atroces que las contenidas en la idea de cambio constitucional. Esa derrota fue el comienzo de la declinación gubernamental pues a pesar de que en 2013 el oficialismo conservó el poder político desde la presidencia de la República, la descomposición del Estado venezolano fue pronunciándose y demarcándose como resultado de la crisis que ya venía arrastrándose.

El alto gobierno no advirtió que su temor a ser derrotado en las elecciones parlamentarias que habrían de darse en 2015, como en efecto se dieron el pasado 6-D, fue causa de su derrota. Incluso, padecida antes de la fecha comicial. Al término de 2015, el acecho de intenciones agoreras se hace sentir. Más, cuando luce ya moribundo el último dinosaurio rojo.

VENTANA DE PAPEL

EL MUNDO AL REVÉS

La vida siempre ha sabido sorprender al hombre a través de momentos en que ve las cosas al revés. Pero de ahí a que ello sea una constante, es otro decir. distinto y hasta inusual. Incluso, podría decirse, que es hasta imposible. Aunque pudiera enmendarse este enunciado, aduciéndose que es “casi imposible”.

Sin embargo, los hechos en política pueden darse en planos tan absurdos que pudieran semejarse a lo que caracteriza un mundo bizarro. O sea, un mundo en contrario a lo que en la cotidianidad suele ser normal. Justamente, es el problema que caracteriza distintas realidades. De manera que por causa de tales torcidos, pareciera algo complicado sistematizar un país que no es normal. Y paradójicamente, Venezuela constituye uno de ellos. Acá, las contradicciones, son partes obligadas del orden del día. Peor aún, se instituyeron como activos inmanentes del comportamiento político venezolano. Es posible que muchos afectos al gobierno hayan perdido la memoria luego de vociferar promesas en concordancia con principios constitucionales y valores morales. Pero las realidades políticas pintan al revés. ¿O es que ahora los patos le disparan a las escopetas?

Con el inverosímil  cuento del fraude electoral cometido por factores de la oposición democrática, altos funcionarios y dirigentes del Psuv han pretendido convencer al país que el triunfo de la Unidad Democrática el pasado 6-D, fue por causa de la estafa electoral cometida y orquestada por la misma MUD. El propio presidente de la República aseguró en cadena nacional que “una de las causas de la derrota electoral que sufrió el chavismo en las elecciones legislativas del 6 de diciembre se debió a un fraude y a la corrupción política-electoral que se dio en los comicios”. Días luego, agregó que todo ello fue consecuencia de un “conjunto de circunstancias complementarias como el surgimiento de la antipolítica del fraude, de la trampa y de la corrupción político-electoral”.

No obstante, meses antes el mismo presidente había firmado un acuerdo de respeto a los resultados electorales que se obtendrían el 6-D ante la cúpula del Consejo Nacional Electoral. Pero bastó que la victoria fuera del adversario, para que la saña y la envidia oficialista salieran a relucir en la palestra pública nacional. Olvidaron que las intenciones de trampear los comicios, fueron hechas por gente de la tolda roja. De hecho, el 6-D fue descubierto un centro de cedulación clandestino en el municipio Tovar del estado Mérida, cuyas pruebas fueron consignadas ante la Fiscalía Octava de la entidad regional. Amén, de otras irregularidades que igualmente se dieron a conocer el mismo día.

Pareciera que detrás del desespero que tiene alborotado a conspicuos dirigentes del oficialismo, se tiene una treta para disfrazar oscuras intenciones de animar un auto golpe de Estado. Así que no luce complicado pensar que tanto reproche obedece a una estrategia mucho más ambiciosa para no reconocer la abrumadora victoria de la oposición. Es como estar viviendo el mundo al revés.

“Cuando un ejercicio de política de gobierno se hace al margen de consideraciones realmente motivadas por las necesidades más apremiantes de una sociedad, toda apuesta hecha en provecho nacional se convierte en un conjuro de desgracia que obstaculiza cualquier idea de progreso y bienestar para todos”

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

Merida - Venezuela

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