lunes, 27 de febrero de 2017

LORENZO GARCÍA TAMAYO, POR SUPUESTO QUE ESTAMOS EN GUERRA

CARACTERÍSTICAS BÉLICAS

“Mucha gente, especialmente la ignorante, desea castigarte por decir la verdad, por ser correcto, por ser tú. Nunca pidas disculpas por ser correcto, o por estar años por delante de tu tiempo. Si estás en lo cierto,  y lo sabes, que hable tu razón. Incluso,  si eres una minoría de uno solo, la verdad sigue siendo la verdad”. Mahatma Ghandi

Por supuesto que sentimos e interiorizamos al país como si estuviéramos en guerra.   No solamente por lo que se dice y piensa, sino por lo que en carne propia, la población venezolana experimenta y siente.

El sentimiento colectivo del venezolano se parece mucho al de los pueblos víctimas de guerras y conflictos bélicos.  Total desesperanza; carencias insalvables; alimentación precaria; desnutrición; pésima calidad de vida; enfermedad, muerte, desolación, e inseguridad.  A mi juicio, como colofón, algo mucho más grave que se añade, las perniciosas dosis de resentimiento y odio que sembramos y estimulamos durante años, y que han sido causa de fraccionamiento y desigualdad en el seno de toda la sociedad venezolana. Dos (2) graves detonantes sociales. 

Si nos comparamos en el tiempo de la historia con los pueblos en guerras remotas, pasadas y recientes,   el perdón, el olvido y la impunidad,  son una constante en todos los conflictos.

Ellos tres (3)   han sido en conjunto o separadamente,   elementos perturbadores para la reconstrucción de la paz social en los países que las sufrieron.  En todos ellos, se alimentó una irracional confrontación fratricida que creció y creció, tal y cómo hoy vemos aumenta en nuestro propio patio. Tristemente, hemos asumido como parte de nuestra idiosincrasia nacional, esa irracionalidad que siempre termina siendo insalvable.  Porque un país que se distancia, al igual que lo hicieron esos pueblos en guerra, del punto crucial para alcanzar salidas reconciliadas, es víctima de su propia conducta.

Si esto es así, y de eso no tengo la menor duda, cabría reflexionar con agudeza, como enfrentar soluciones frente a los desequilibrios sociales que esto genera.

Una de ellas sería,  analizar las consecuencias  de ofertar mecanismos de  esperanza,  sin sopesar en profundidad,  o saltándonos a la ligera, las consecuencias y conclusiones que materializarían la oferta.  Me refiero al balance social necesario que debería existir entre Impunidad y reconciliación.
Tu no le preguntas al Juez, sobre sus emociones personales en relación o hacia el reo que será juzgado en su tribunal por delitos criminales graves. Eso es irrelevante.

Ver el muestrario de colores para pintar el frontis de la casa que no existe, choca con la más elemental racionalidad. 

Las cosas hay que llamarlas por su nombre. No son tiempos de cajitas felices o “pajaritos preñados”. Este es un País y un Estado repleto de forajidos, que muchos compatriotas detestamos a medias,  porque es bien sabido que también en grandes proporciones día a día,  hay quienes le hacen “carantoñas” al status, o simplemente  miran para otro lado o se tapan la nariz, cuando no quieren ver ni oler el país corrupto e inservible que tenemos. Incluidos la mayoría de sus líderes.

El oficio más cómodo del mundo es el de la crítica. Que poco hacen los críticos a ultranza, que nunca aportan soluciones. 

¿Qué hay que hacer?

Empecemos por repasar una histórica y legendaria lista.

Rómulo, Leoni, Caldera, CAP I, Herrera Campins, Lusinchi, CAP II, RJV, Caldera II, Chávez y ahora Maduro, tuvieron y tienen Gerentes y Jefes de Servicios (Ministros y  Directores) corruptos,  que vimos crecer de menos a más en número,  entre escándalo y escándalo según fueron transcurriendo los años del 58 para acá, hasta el sol de hoy.   Del peculado de uso con el que inicialmente se  inició la corrupción,  vimos  con   el devenir de los años,  como se fueron sumando  otros  crímenes mayores de manera que la cualidad de los delitos  también  devino  en  aumento.   Malversación, prevaricación, sicariato, tráfico de influencias, lavado y blanqueo de dinero, legitimación de capitales, contrabando de extracción, terrorismo, y narcotráfico entre otros no menos graves, proliferaron al amparo de una total impunidad para sus autores, testaferros y beneficiarios colaboradores.  

¿Duele? Por supuesto que duele con todo y que estamos en guerra.

Por eso, antes que nada,  la verdadera reforma del estado,  tiene necesariamente que pasearse por ahí. Sin ambages ni pruritos de especie alguna.

La gente anhela eso. Justicia real e igualitaria para todos.

¿Hasta cuándo vamos a seguir retratándonos en grupo? Estos señores que apañan, es decir, que siempre a título provisional y para salir del paso convergen con los delincuentes políticos por razones estratégicas, son peores que los apañados.

A esos, y por supuesto a los criminales (públicos y privados) que están  incursos en los delitos nombrados,  no solo hay que pedirles que se aparten, habrá necesariamente que apartarlos y juzgarlos una vez que se produzca un nuevo gobierno de transición. Uno que restablezca la institucionalidad y el adecentamiento y separación de los poderes públicos. La reinstitucionalización de las Fuerzas Armadas;  el retorno a un Congreso Bicameral con una Democracia  fortalecida por un gobierno de Régimen Parlamentario y Libertades plenas propias de un Estado Moderno.
Una eficiente y poderosa descentralización en la administración pública en beneficio de las autonomías regionales en las 23 federaciones que conforman igual número de estados del país.  Municipios fortalecidos localmente, gestionando en concordancia con las idiosincrasias de cada región y administrando recursos y planificando de manera directa Salud, Educación y Servicios Públicos, en cada localidad.

No somos verdugos. Queremos pisar la tierra con la planta de los pies, llamando las cosas por su nombre. Tampoco somos monjes ascetas.  La Venezuela Reconciliada que anhelamos,  se dará después que cese la impunidad. Solo por la vía de una justicia equitativa para todos,  podrá activarse el perdón y el olvido necesarios.

 Maracaibo, 14 de febrero de 2017

 Lorenzo Garcia Tamayo
lorenzogarciatamayo@hotmail.com
lorenzogarciatamayo@gmail.com
@lorenzogarciata
Nueva Esparta - Venezuela                                   

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