La promesa del muro lo puso en la Casa Blanca por la
puerta ancha. La violación de esa promesa lo sacaría a cajas destempladas por
la puerta trasera.
Después de sus victorias en la Cámara de
Representantes en las elecciones parciales del pasado mes de noviembre la
izquierda demócrata se ha envalentonado. Están convencidos de que tienen a
Trump contra la pared y han arreciado su obstruccionismo al muro propuesto por
el presidente en la frontera sur. Concluyen que si niegan a Trump el
cumplimiento de esa promesa de campaña estarán dando el primer paso para
derrotarlo en las generales de 2020. En esto, los demócratas están en lo
cierto.
Para empeorar las cosas, una Nancy Pelosi que está
viendo en peligro su elección como presidenta de la Cámara ha decidido liderar
una ofensiva contra el presidente donde no hay lugar para el diálogo y mucho
menos para la negociación. Mientras el proyecto aprobado con votos
bipartidistas en la Cámara y el Senado le otorgaba a Trump la miserable suma de
1,600 millones de dólares para el muro, Pelosi y sus amancebados han decidido
que no le otorgarán un solo centavo. Ese es un insulto que no puede
tolerar un hombre del temperamento
competitivo de Donald Trump.
Pero más importante todavía, es que el presidente está
consciente de que confronta el mayor riesgo a su vida política y ha decidido
echar por la borda el consejo de los moderados del Partido Republicano tanto en
el Capitolio como dentro de su propio gobierno. Se ha unido a los conservadores
del Concilio de la Libertad (Freedom Caucus) y le ha dicho a Chuck Schumer y a
Nancy Pelosi que si no hay fondos para el muro en la frontera sur no firmara el
proyecto de ley sobre presupuesto. Me aventuro a afirmar que ni siquiera Ronald
Reagan habría confrontado este reto con mayor firmeza. Muy pronto los
demócratas se darán cuenta de que, esta vez, se han metido con el presidente
equivocado.
En el curso de la aprobación de la Ley sobre Control y
Reforma Migratoria de 1986, Ronald Reagan creyó en la promesa demócrata de
"amnistía primero y reforma migratoria después". La amnistía entró en
vigor legalizando a millones de ilegales mientras la reforma brilló por su
ausencia. Donald Trump y los millones de norteamericanos que lo enviaron a la
Casa Blanca para que restaurara el imperio de la ley en esta pesadilla
migratoria han decidido que no se dejarán morder por el mismo perro. Esta vez
la "la amnistía y la reforma migratoria" tendrán que producirse al
mismo tiempo. Si los demócratas quieren la legalización de los llamados
"soñadores" tienen que aprobar un presupuesto que sea capaz de
financiar en su totalidad la construcción del muro en la frontera con México.
Creo, por otra parte, que sería una injusticia
atribuir a Trump, un hombre que ha dado considerables pruebas del amor a su
patria, solamente razones políticas para su insistencia en la construcción del
muro. Más allá de que la defensa de las fronteras es una cuestión de
cumplimiento de la ley, existen razones
poderosas para poner fin a una abigarrada avalancha humana que pone en peligro
la prosperidad económica, la estabilidad social y la seguridad nacional de los
Estados Unidos.
Y prueba al canto. Entre el 2009 y el 2014, la
confiscación de heroína, cocaína y marihuana se triplicó en la frontera con
México. Algo muy similar ha ocurrido con la detención de traficantes de drogas.
El número de traficantes detenidos en esa frontera ha aumentado de 364,000 en
el 2012 a 500,000 en el 2014. En los tres años entre el 2012 y el 2015, la
patrulla fronteriza decomisó 8 millones de libras de marihuana, 32,000 libras
de cocaína, 34,000 libras de heroína y
18,000 libras de metanfetamina. El saldo macabro ha sido de 72,000
norteamericanos muertos por sobredosis de drogas solamente en 2017.
Pero esas estadísticas, con su consiguiente tragedia
humana, son ignoradas por los demócratas. Dicen oponerse al muro propuesto por Trump porque es una
expresión de racismo, es un derroche de dinero y no es eficaz para detener la
inmigración ilegal. Todos argumentos falsos e hipócritas de gente que esconde
sus verdaderas intenciones. No quieren el muro porque se opone a sus planes de
obtener votantes con los cuales cambiar la idiosincrasia y la ideología de la
sociedad norteamericana.
Saben además que el muro funciona como ha funcionado
en los sectores en que ha sido construido en los Estados Unidos y como ha
funcionado en la frontera sur del Estado de Israel. En 2012, inmigrantes de
países africanos en número de 9,570 penetraron ilegalmente en Israel. Cuando el
muro fue terminado en 2016 solamente 16 inmigrantes ilegales lograron entrar en
el estado judío. A mayor abundamiento, el muro no está destinado a impedir el
paso de gente de una raza específica sino de inmigrantes ilegales de todas las
razas. Y el derroche de dinero nunca ha sido preocupación de miembros de un
partido que aspira a un gobierno todopoderoso y benefactor de todo holgazán que
viva en su territorio financiado con los fondos de quienes pagamos impuestos.
Otra prueba de la hipocresía demócrata fue la Ley de
Cercas Seguras de 2006 que fue aprobada con el voto de 26 senadores del partido
del burro, entre ellos Hillary Clinton, Joe Biden, Chuck Schumer y Barack
Obama. En aquel momento, Obama declaró que la cerca proporcionaría
"seguridad en la frontera y reduciría la corriente de inmigración ilegal
en el país". Este es el mismo descarado que, junto a la canciller alemana
Angela Merkel, dio un giro de 180 grados y criticó al Presidente Trump
diciendo: "En este nuevo mundo en que vivimos no podemos aislarnos. No
podemos escondernos detrás de muros".
El mismo Obama que ha ordenado construir una cerca de metal y ladrillos
alrededor de su residencia en el exclusivo barrio de Kalorama en la ciudad de
Washington.
Algunos ilusos piensan que la oposición demócrata a
los planes de Trump es una cuestión semántica. Que los demócratas llaman
"cerca" a lo que Trump llama "muro" y que un cambio de
nombre podría facilitar la aprobación del proyecto. Lamento decirles que están
totalmente equivocados. Quienes seguimos de cerca los acontecimientos políticos
en este país sabemos que esa oposición tiene raíces mucho más profundas en el
mundo
convulsionado y tenebroso del odio personal y de los intereses políticos.
Los demócratas, y lamentablemente muchos republicanos, se opondrán a cualquier
iniciativa de Trump porque el presidente ha puesto al descubierto su corrupción
y sus trampas. Están determinados a pasarle la cuenta en el 2020.
Y sobre todo, porque negarle el muro es impedir que
cumpla su principal promesa de campaña. Y si Trump no cumple esa promesa todos
sus logros en la economía, en la reducción de impuestos, en el empleo, en la
producción de energía, en el nombramiento de magistrados conservadores y en el
Tratado de Libre Comercio no le serían suficientes para mantener la lealtad de
su base política. La promesa del muro lo puso en la Casa Blanca por la puerta
ancha. La violación de esa promesa lo sacaría a cajas destempladas por la
puerta trasera.
Yo tengo algunas sugerencias para Donald Trump, no
sólo porque lo admiro sino porque siento una profunda gratitud hacia los
Estados Unidos. Si los demócratas insisten en su obstrucción obstinada a la
construcción del muro, el presidente debe tomar medidas drásticas para cumplir
su promesa. En el contexto de sus facultades legales y constitucionales, Donald
Trump debe dar los siguientes pasos:
--Cerrar la frontera con México
--Suprimir todo tipo de ayuda exterior a los gobiernos
de países desde los cuales sean iniciadas caravanas de inmigrantes.
--Castigar con medidas severas a las organizaciones
norteamericanas que financien y asesoren a esas caravanas.
--Y lo más importante, hablar directamente al pueblo
norteamericano a través de los medios masivos de comunicación explicando sus
razones jurídicas, económicas y de seguridad nacional para la erección de un
muro en la frontera sur de los Estados Unidos.
El pantano no puede ser drenado desde la madriguera
donde los corruptos controlan las reglas del juego sino desde fuera donde el
pueblo norteamericano tiene el arma poderosa del voto. El mismo voto que lo
puso en la presidencia en el 2016 y que necesita para ser reelecto en el 2020.
Estoy seguro de que, sin muro, se acaba Trump y se pierde a América.
Alfredo Cepero
lanuevanacion@bellsouth.net
@AlfredoCepero
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