Tres meses contra dos décadas. David
contra Goliat. Guaidó contra Maduro. Son expresiones que, más o menos,
cuantifican lo mismo. En apenas tres meses de gestión del Presidente (E) Juan
Guaidó estamos esperando resultados que pongan fin, inmediatamente, a esta
tiranía. Tiranía que tiene dos décadas y que, a la postre, ha tenido el tiempo
suficiente para consolidarse, reestructurarse y reorganizarse, cada vez que
recibe un golpe que la hace tambalear. Sin querer ahondar en temas filosóficos
o religiosos, tres meses contra dos décadas, sigue siendo desproporcional
porque este régimen tiene experiencia haciendo lo que sabe: actuar con
calculada perversidad, sembrando el mal.
Hace ya unos días, hemos escuchado a
algunos analistas y abogados sugerir la pertinencia de invocar el artículo 187,
numeral 11, de la Constitución Nacional. Un artículo que, para su aplicación,
debe ser discutido y aprobado en sesión del parlamento. El parlamento legítimo.
El que elegimos nosotros. No la Asamblea Nacional Constituyente usurpadora e
ilegítima, que preside Cabello. Pero, resulta, tal como contabiliza mi
respetado amigo, el doctor José Vicente Haro, en las últimas ocho sesiones de
la Asamblea Nacional, se ha propuesto considerar la aplicación del citado
artículo y, reiteradamente, “se ha negado incluir ese punto en el orden del día
de las sesiones de los días 19 y 27 de febrero; 6, 11, 12, 19,26 de marzo y 2
de abril”.
Y aunque quisiera interpretar esto como un
acto de prudencia y sindéresis en el que, como parte de la estrategia, algunos
diputados buscan el momento preciso y adecuado para su aprobación; en el fondo,
la intuición, los años en estas lides y el olfato periodístico me rebaten el
argumento. Entonces, comienzo a pensar en los cómplices de este régimen que, a
lo largo de estas dos décadas, han ayudado a enquistar aún más a esta tiranía
perversa. Pienso, por ejemplo, en todos quienes, en este momento crucial, les
gustaría ser Guaidó: ocupar el rol protagónico que hoy tiene el presidente
Guaidó. Que no resisten la importancia que ese nombre ha adquirido en el ámbito
internacional. Esa reacción infantil y egoísta de quienes aspiran el poder y no
soportan que otro les haya robado lo que ellos consideran su derecho natural.
Un asunto de ego y envidias que muchas veces les impulsa a actuar de acuerdo
con los más bajos instintos; sin reparar en que, en el medio, lo que está en
juego, es la vida –o muerte- del país y quienes en él vivimos.
Nuestra más reciente historia, está
repleta de oscuros personajes -porque así quedarán identificados para beneficio
de nuestras generaciones futuras- que, consciente o inconscientemente, o quizá
tentados por promesas de gloria y recompensas futuras, se han dado a la tarea
de bloquear todos los esfuerzos orientados a la libertad de Venezuela. Que han
permitido la continuidad de esta narcotiranía, en detrimento de un país
destruido y en la ruina. En este momento decisivo, en el que la mayoría de los
venezolanos deseamos el éxito de esta gesta que ha asumido el Presidente (E) de
Venezuela, no me preocupa su juventud ni la corta trayectoria política del
ingeniero Guaidó, me preocupa los buitres que le merodean y que, dicen, estar
brindándole respaldo, cuando en realidad, quizá, las intenciones son todo lo
contrario. Y esos bloqueos y zancadillas que le ponen, se evidencian en esa
táctica de posponer, olvidar, postergar la discusión y aprobación del artículo
187.11 de la constitución. En sus más recientes apariciones, el Presidente
Guiadó ha mencionado que la opción que ofrece este artículo no está descartada.
Imagino que, a su juicio, no ha llegado el momentum de plantearlo formalmente
en la Asamblea Nacional, para lograr su aprobación. Supongo, también, que
estarán tratando de convencer, sobre la viabilidad de esta alternativa, a
quienes hasta ahora consideran que es errada.
Cuando he expresado, pública y
abiertamente, mi opinión sobre el terrible problema venezolano y que, en este
momento, para salir de él requerimos el apoyo y la intervención internacional
-que pudiera ser por la vía de la aplicación del artículo 187.11; o, como
propone el doctor Juan Carlos Sosa Azpúrua, “por la vía de una operación
quirúrgica de la DEA, visto que en Estados Unidos, tienen más que identificados
a los cabecillas de este narcoestado”; hay quienes refutan esta intervención
extranjera alegando que los problemas del país, los solucionamos los
venezolanos. Pues, está más que comprobado que hemos fracasado en nuestro
intento de hacerlo solos. Que, a lo largo de estas dos tortuosas décadas que
lleva el régimen con los colmillos clavados en las arterias del país, no hemos
logrado como hasta ahora, con Guaidó al frente, tanto apoyo internacional ni
tanto interés por evitar que este mal, llamado Chavismo/Madurismo, se propague
y contagie al resto del continente. Las oposiciones, en sus intentos
anteriores, en su afán por resolver en casa, los problemas que son de casa, han
fracasado. Entonces, apártense y dejen de sabotear al que no deben, porque
fortalecen al que sí deberían boicotear.
José Domingo Blanco
@mingo_1
No hay comentarios:
Publicar un comentario