El régimen
castro comunista es un sistema que se erige como una patria en sí misma. Los representantes de este régimen no se
consideran nacionales de un país determinado, son miembros de una sola patria:
la patria castro comunista. Para
comprender la efectividad del sistema castro comunista es importante percibirlo
como una empresa trasnacional que va constituyendo filiales en diversas
jurisdicciones, quedando la casa matriz en Cuba, donde también está ubicado el
directorio principal, encargado de impartir las directrices globales.
Es
fundamental comprender la naturaleza de este sistema para lograr asimilar lo que
ocurre en nuestro país y el por qué tantas políticas, que a priori lucen como
un disparate, son perfectamente coherentes y necesarias para la consolidación
de la patria castro comunista. La
maquinaria roja está lubricada con una de las inteligencias más sofisticadas y
entrenadas que existen sobre la faz de la tierra: el G2. Actuando desde sus
respectivas salas situacionales, los miembros del G2 trazan absolutamente todos
los escenarios que un cerebro humano es capaz de concebir, y lo hacen para
calcular anticipadamente las acciones que deben ejecutar para neutralizar
cualquier peligro latente, y posicionarse exitosamente en el territorio
ocupado. El G2, como maestro estratega
que es, hace de la vida un tablero de ajedrez, y cada movida de sus fichas responde
a planes diseñados con astucia y conocimiento de todas las variables
implícitas.
Comprender
la naturaleza humana es la primera tarea de un buen estratega. Y junto con el sexo, nada es más efectivo
para relajar las defensas de los hombres que el dinero. Por eso el plan de
Fidel Castro de hacerse de las reservas petroleras venezolanas fue concebido
desde el mismo inicio de la revolución cubana.
Ninguna aventura barbuda, por más romanticismo guevarista que se le
imprimiese, iba a prosperar si no se controlaba primero el poder económico.
Durante el imperio soviético, Cuba tuvo que conformarse con jugar un rol
secundario, ser un satélite tropicalizado de los rusos, con ínfulas
colonialistas, que pudieron coronarse germinalmente en Angola, pero que nunca
extendieron sus plumas como el pavo real que Fidel Castro siempre sintió
ser…hasta la llegada del teniente coronel Hugo Chávez, esa ilustre nulidad con
el pico de plata afilado y el momento histórico preciso.
Chávez, a
pesar de sus neuronas embadurnadas de un patriotismo caletrero de cuartel de
provincia, no fue más que un agente del castro comunismo, el “Candidato de
Manchuria” de Fidel Castro, diseñado para hacer realidad la génesis lúdica de
la Revolución cubana: la colonización de Venezuela. Y así apoderarse de sus
reservas petroleras y transformar al castro comunismo en la más poderosa
trasnacional del crimen organizado, el centro neurálgico donde convergen las
ideologías que esclavizan a los hombres, junto con las herramientas que se
emplean para hacerlo: el secuestro total
de la institucionalidad, la promoción de la cultura mendicante y el libre flujo
de narcóticos, a través de las instituciones secuestradas, que sirven para
lavar el dinero de los carteles y promover a los grupos guerrilleros que
penetran los sectores humildes, para corromperlos desde sus entrañas (El ELN
reparte las cajas del CLAP en al menos doce estados del país).
Además,
transformaron al territorio de Venezuela en la guarida de los carteles de droga
colombianos y también el centro de operaciones del “cartel de los soles”
(comandado por Nicolás Maduro, al ser éste el comandante de unas fuerzas
armadas donde el generalato constituye el brazo directivo y operativo de dicho
cartel). Toda la infraestructura militar y fronteriza de Venezuela está
engranada para servir de vía de embarque y despacho de la droga, que luego se
reparte por el mundo. Hay que recordar la larga tradición cubana en el negocio
de los narcóticos. Antes de la Revolución, la Habana fue el centro de reuniones
de los jefes de las mafias. Posteriormente, ya con Castro en el poder, la caída
del Muro de Berlín, y el subsecuente recorte del subsidio soviético al régimen
cubano, hizo que Fidel organizara el Foro de Sao Paulo, sentando en su
directorio a Manuel Marulanda -cofundador de las FARC-, con la idea de
financiarse con los dólares del narcotráfico. A partir de ese momento, Fidel
Castro se transforma en narcotraficante, y Cuba en una guarida y ruta segura
para el tráfico de estupefacientes. Con su marioneta Chávez, y logrando también
controlar las presidencias de Bolivia, Brasil, Ecuador, Argentina, Chile, Perú,
Uruguay, Nicaragua, El Salvador y Colombia (Se debilitó en muchos de los
anteriores, pero ahora tiene a México), el Foro de Sao Paulo tuvo vía libre
para fortalecer las principales rutas del narcotráfico, y convertirse en un
coloso capaz de crear organizaciones internacionales (ej. “UNASUR”), penetrar
todas las instituciones mundiales: ONU, CPI, OEA, CARICOM, entre muchas otras;
comprar conciencias a diestra y siniestra, y poner a periodistas de los
principales medios de comunicación del planeta bajo su nómina y
directrices.
Al hacerse
del dominio de PDVSA, el castro comunismo logró el arma perfecta para avanzar
en sus planes de conquista del territorio venezolano. La operación de blanqueo
de capitales y el tráfico de droga ahora ganaba un músculo hercúleo para lavar
miles de millones de dólares y transportar la droga con infraestructura
corporativa. Con dinero practicamente infinito y comprendiendo las debilidades
de la naturaleza humana, la penetración de la sociedad criolla pudo hacerse sin
disparar una sola bala, sin tener que fusilar a nadie, solamente bastaba hacer
las correspondientes transferencias bancarias y así la música que sonaría
siempre sería el canto de sirena de la trasnacional roja.
El “ÚAH
Chávez no se va”, entonado a todo pulmón por los “magistrados” del Tribunal
Supremo de Justicia; también esas
lágrimas de dolor sincero saliendo por los ojos de los directores del Consejo
Nacional Electoral en los “funerales de la Chancleta” (léase los de Chávez);
junto con los remitidos del Centro Carter y de César Gaviria silenciando los
fraudes más siniestros; coronando con la infiltración del sector opositor,
primero colocando agentes en la Mesa de Negociación y Acuerdos, luego
aumentándolos en la Coordinadora Democrática y finalmente perfeccionándolos (en
sofisticación de la mentira) con la MUD; el castro comunismo colonizó a
Venezuela sin disparar una sola bala.
Y como el G2
no se chupa el dedo, supo desde el primer día que sería necesario diseñar una
obra de teatro potable para la comunidad internacional y también para los
incautos venezolanos, aquellos que no son cómplices conscientes de la
transnacional castro comunista, pero que era vital conquistar por la vía del
engaño. Y así entendió el G2 que la narrativa democrática tenía que ser el
guión de la comidilla, montar una obra de teatro verosímil donde todo luciera
como un sistema de libre elección, donde cada venezolano pudiera participar sin
comprometer su educación judeocristiana y sus enseñanzas democráticas. Penetrando al sector opositor, el castro
comunismo logró posicionar a varios de sus agentes más sofisticados, a quienes
proporcionó fondos generosos para mantener activos medios de comunicación de
amplio alcance, y así transmitir y consolidar la matriz de opinión necesaria
para sus planes de conquista.
Y esta
prensa escrita, radio y televisión, durante años fue trabajando sutilmente las
mentes de los venezolanos, amansada endemoniadamente con otro diablo talentoso:
el control cambiario, que justificó la
institucionalización de un sistema como CADIVI, el divino colchón que le brindó
comodidad a muchos sectores criollos, nutriendo la ilusión de bienestar que era
vital para ganar tiempo, mientras sucedía la colonización total.
Ese
narcótico llamado CADIVI drogó el alma rebelde de las capas profesionales y
altas del país, facilitándoles un tren de vida más parecido al capitalista que
al comunismo de los libros de historia y de las sociedades fantasmagóricas como
la cubana. La ilusión hecha delirio acalló voces contestatarias y propagó un
gas invisible que penetró el cerebro de la mayoría de los articulistas de
prensa, analistas políticos y periodistas, quienes, en lugar de captar el
horror de la trasnacional roja, se limitaban a observar y analizar la ilusión
creada por ésta, como si el mundo ficticio diseñado por el G2 cubano no fuera
una obra de teatro para engañar a la colectividad mientras la colonizaba.
El siete de
octubre de 2012 fue apoteósico para la trasnacional roja. Con su Candidato de
Manchuria a un suspiro de la muerte, neutralizó toda reacción a las costuras
visibles de su farsa, inmortalizando su figura para metamorfosearla en tótem de
culto, la droga más efectiva para cultivar una fanaticada descerebrada que
repita robóticamente sus proclamas, a la orden para ejecutar las estrategias
trazadas en las salas situacionales del G2. Al morir Chávez, fue reemplazado
por el nuevo Candidato de Manchuria, un colombo venezolano accidental, lavado
cerebralmente por la mismísima casa matriz de la trasnacional roja en tierra
cubana y entrenado espartanamente para que sus neuronas tengan como única
patria al castro comunismo.
Y veinte
años no son pocos. Durante ese período el G2 corrigió muchos errores y logró
que su teatro tuviera la narrativa idónea, interpretado el guión por actores de
lujo, bien educados para que el engaño incluyera las dosis de verdad necesarias
para el cumplimiento cabal del objetivo.
En el escenario de la democracia venezolana -porque así se llamaba la
ilusión- la oposición a la trasnacional roja tenía que lucir creíble, porque
sobre todas las cosas era necesario que se mantuviera como la única oposición
al sistema castro comunista… la oposición manejada a control remoto desde el
seno del G2 cubano.
Y entonces
vino el catorce de abril de 2013 y el imperativo de hacer de ese día la obra
maestra del engaño, la movida del maestro ajedrecista que sabe que para deponer
al rey se hace necesario sacrificar muchas fichas subalternas, haciendo la
ilusión tan real que brille en los ojos incautos como una verdad suprema.
La cantata
de fraude era esencial, porque no podía colocarse en el tablero al nuevo
Candidato de Manchuria de la trasnacional roja, sin sufrir primero el calvario
de su cuestionamiento, ya que a través de esa duda se secuestraría el ánimo
rebelde sobreviviente de la sociedad. Únicamente capitalizando el descontento,
podía el castro comunismo atraparlo en sus redes, para apaciguarlo y volverlo
agua…y eso fue el catorce de abril y los meses subsiguientes…hasta el ocho de
diciembre de 2013, día en que se silencia absolutamente la cantata del fraude,
y se remata el posicionamiento en el escenario del nuevo Candidato de Manchuria
de la trasnacional roja.
Y para hacer
más mella del alma rebelde que aún pudiera sobrevivir en la sociedad
colonizada, la trasnacional castro comunista organizó una reunión en Miraflores
cuando se dan cita alcaldes y gobernadores de oposición con Maduro y juntos
corean el himno nacional, cantado con la voz del difunto Hugo Chávez- para
dejar bien claro quién era su agente preferido, para que no quedara dudas que
el nuevo Candidato de Manchuria de los rojos era el actor protagónico de la
comidilla, de esa obra de teatro que transformó a Venezuela en Cubazuela y a un
gran porcentaje de venezolanos en cubazolanos.
La
colonización de nuestro país, por la trasnacional castro comunista, es un hecho
irrebatible. Nación secuestrada por un sistema foráneo que vino con la
intención de quedarse eternamente, transformándonos en tierra de esclavos, con
seres autómatas que cada vez ambicionarán menos su libertad, conformándose con
la igualdad mendicante, donde desaparecen las diferencias naturales – tan irritantes
y odiosas para muchos- igualándose todos en su condición de nada.
La única
esperanza residual es que las almas rebeldes aprovechemos esta última
oportunidad que nos ha brindado el destino. Junto con nuestro presidente
legítimo Juan Guaidó tenemos que activar la estrategia de “Jaque Mate a
Maduro”, que consiste en desmantelar el motor de la trasnacional roja: el
“Cartel de los soles”. Una vez que se logre ese objetivo, todo lo demás caerá
por su propio peso y Venezuela tendrá la oportunidad de convertirse en el país
emergente más atractivo del planeta.
Mientras
tanto aquí no hay patria… salvo la narco patria roja, filial de la trasnacional
castro comunista.
Juan Carlos
Sosa Azpúrua
@jcsosazpurua
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