Durante la crisis de los misiles en Octubre de 1962, el mundo fue
llevado al límite de una guerra termo nuclear. La polarización Este-Oeste y la
histeria belicista de los sectores más extremos en Washington y Moscú,
estuvieron a punto de desatar un holocausto atómico. Durante esos días de
octubre, Kennedy y Kruschev se encontraban atrapados en la dinámica guerrerista
de los líderes más duros del Kremlin y
los “halcones” del Pentágono.
¿Quién en su sano juicio podía estar de acuerdo con una guerra tan destructiva
y apocalíptica? Pero la razón del poder estuvo a punto de privar por encima del
poder de la razón. Ambos líderes, tanto el Presidente de EE.UU como el
Secretario del PCUS descubrieron a tiempo que los correos de comunicación que
utilizaban servían más al interés de un desenlace desastroso que a los
intereses de la paz mundial. De allí que decidieron explorar otra vía para
comunicarse, a la cual llamaron “el tercer lado”. Burlando los canales que se
habían utilizado hasta ese momento,
Kennedy y Kruschev lograron llegar a un acuerdo que evitó a la postre la
confrontación nuclear entre las dos superpotencias y que interpretó el unánime
sentimiento de paz de la mayoría de las naciones del orbe.
Algo similar ocurre en Venezuela hoy. Hay dos sectores polarizados, dos
minorías agresivas que atenazan al país, que alimentan una confrontación como
instrumento de mutua reafirmación y que ha escalado a niveles de conflagración
entre actores internacionales. En
consecuencia, se le ha declarado
una suerte de muerte civil a una vasta porción de ciudadanos a quienes la lucha
por el poder entre chavismo-antichavismo, gobierno y oposición o el juego de
tronos de las potencias mundiales, no les dice absolutamente nada. Es un tercer
país, inmensamente mayoritario, ignorado y preterido, cuyas expectativas no
encuentra lugar en la agenda de la clase dirigente.
El oficialismo asume la negación del trágico presente venezolano. Se
desentiende de toda responsabilidad .La inflación es resultado del dólar
criminal, de la guerra económica. El colapso de los servicios de electricidad y
agua es consecuencia de acciones de sabotaje y cosas por el estilo que suenan
como insultos a la inteligencia de la ciudadanía. Pero en el campo opositor,
debido a sus carencias políticas y orgánicas, no se visualiza ninguna intención
de mandar alguna señal a esa Venezuela desesperada dejando a la población expuesta a mensajeas confusos
y temerarios.
El país, de manera abrumadora, demanda
un reemplazo en la conducción de los asuntos públicos. Su aspiración es
sólo una, superar la actual pesadilla del empobrecimiento y la devastación
social. Pero el lenguaje de sus líderes es políticamente dicotómico y polarizado. Hay que burlar los canales a través de los cuales
hasta ahora se emiten los mensajes desde ese formato de confrontación. Si se logra articular un discurso que
sintonice con el drama humano cotidiano, que motive y que se propague de forma
viral entre los venezolanos, entonces soplará un viento fresco de cambio que
sustituya el enrarecido aíre político que respiramos.
Pedro Elías Hernández.
@pedroeliashb
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