El psicólogo estadounidense Abraham Maslow (1908-1970) fue el fundador
de la llamada Psicología Humanista. Entre sus aportes teóricos quizás el más
reconocido sea el de la Teoría de las Necesidades. De acuerdo con ella la
satisfacción de las necesidades más básicas (respiración, alimentación, descanso,
sexo) da lugar al surgimiento de necesidades superiores como las de seguridad,
afiliación, reconocimiento y autorrealización. Así, una vez cubiertas las
necesidades fisiológicas más básicas, procuramos satisfacer otras como la
seguridad, vivienda, salud, amistad, afecto, hasta las llamadas necesidades del
espíritu como la creatividad, el arte, entre otras.
No pretendo en este artículo dar un tratado de psicología, ni mucho
menos. La referencia a Maslow sale a colación debido a que los venezolanos estamos
involucionando en la escala de necesidades, a los niveles básicos. El
socialismo del Siglo XXI en poco menos de 20 años destruyó por completo un
proceso de crecimiento cultural que, con sus altibajos y fundadas críticas,
convirtió a Venezuela en una de las referencias regionales y, por qué no,
mundiales, en las artes, la educación, la salud, la política, el deporte, la
literatura y sobre todo en el don de gente de nuestro pueblo.
Hoy, la mayoría de los venezolanos emplean todas sus energías en la
procura de la sobrevivencia. La búsqueda diaria del sustento alimentario ha
dejado de lado la rica, extensa y diversa actividad cultural que siempre nos
caracterizó como pueblo.
Algunas cifras son espeluznantes. Para 1998 Venezuela aportaba a América
Latina el 4,8% de los artículos científicos producidos en la región, en 2019
este aporte es de menos del 0,1%. Hasta hace unos años el 80% de esta
producción científica se generaba en las universidades nacionales, hoy estas
instituciones están en un estado de precariedad calamitoso por efectos de
presupuestos que no cubren ni el 10% de sus necesidades. En materia de salud
cada vez son menos los egresados en medicina y la cifra de estudiantes de
postgrado son ridículas. La industria editorial está prácticamente cerrada y la
importación de libros es inexistente. Cada vez hay menos lectores de prensa no
solo por los altos costos de los periódicos y las suscripciones digitales, sino
porque la mayoría de los medios son folletos propagandísticos del gobierno. La
rica vida teatral desapareció, quedan algunos héroes que hacen de tripas
corazón para brindar algún espectáculo.
El Sistema de Orquestas Simón Bolívar, referencia mundial, es un
programa que se mantiene porque el régimen lo utiliza como vitrina ganando
indulgencias con escapulario ajeno. En materia deportiva, las medallas se nos
alejan cada vez más. La malnutrición de nuestros deportistas amateurs está
cobrando con creces en reveses deportivos. Subirse a un pódium es cada día más
difícil. Nuestros pintores, escritores, investigadores, intelectuales y
cantantes tuvieron que huir al exterior buscando mejores destinos.
Cada día vemos más gente comiendo directamente de los containers de
basura. Ya no solo se observan a indigentes y niños de la calle, también gente
de los sectores populares y clase media quienes, discretamente, hurgan en los
desechos de los mercados populares para hacerse de algunas verduras en buen
estado. Según la encuesta ENCOVI el venezolano ha perdido un promedio de 11
kilos de peso en los últimos tres años. Por las calles se ven los transeúntes
famélicos y con la mirada perdida, la desnutrición hace mella en nuestra
sempiterna alegría. Ya nadie invita a nadie a su casa, los pocos alimentos hay
que conservarlos con celo. Esto ha pulverizado la malla social que durante
siglos fue tejiendo eso que se ha llamado, la venezolanidad.
El socialismo del Siglo XXI ha sido un modelo que le quitó colores a
nuestra forma de vida. Hoy día Venezuela es un país que va de gris a oscuro.
Esa imagen que nos vendió Hollywood para representar a los países
ubicados tras la cortina de hierro con calles oscuras y desoladas, de
alcantarillas humeantes y gente caminando rápido y alerta buscando la seguridad
del hogar, definitivamente no era una exageración propagandista. Camine usted
por Caracas a las 8 de la noche y constátelo.
Tulio Ramírez
@tulioramirezc
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