miércoles, 29 de mayo de 2019

ELIDES J. ROJAS L.: Y GANÓ OSLO


Golpe, invasión, militares al ataque, revuelta popular, paro nacional. Estallido social. Otro golpe. Cuatro golpes en cuatro meses. Parlamentarios presos o secuestrados. Asistentes tras las rejas. Palo y palo. Más llamados a los militares para saltar la talanquera. La llorona de Isaías Rodríguez y su peluca de culebras con cabezas triangulares, militares jefes de inteligencia militar pasando de revolucionarios a la oposición o a las celdas de terror del cubanochavismo, más golpes. Hambre pareja, desempleo, miles de empresas cerradas, apagón nacional de tres semanas graves pero que sigue en todo el territorio, inestabilidad eterna y suprema del sistema eléctrico. Crisis de gasolina casi que para detener al país. Agua solo en los ríos, trampas y matracas de militares chavistas y empleados públicos hasta para conseguir un camión cisterna. Un país quebrado, pobre y con ciudadanos en escape. Y sin embargo… Maduro y el combo chavista están gobernando, duros y curveros, sin más contratiempos que una marchita por ahí, algunas amenazas del imperio y aliados y mucha declaradera de micrófono caliente. Pero más nada. 


Bajo este escenario, gana la tesis de Noruega y se impone el protocolo de Oslo. Elecciones en un año a partir de vaya usted a saber cuándo. Pero cuando sea, el mantra se acaba. Fin de la usurpación, el día que la puerca cante. Gobierno de transición, el día que la rana eche pelos. Y elecciones libres, pues es lo que quedó. No hay otra. Esa es la opción sobre la mesa. Una de las opciones sobre el mesón más grande del mundo. Así que, con los ojos de toda la comunidad internacional en sus niveles correspondientes, la caliente, la media y la chavista, la única opción sobreviviente es ir a elecciones en un año. 

Dicen los expertos que el trabajo es arduo y peludo. Pero eso es técnico. Desde cambio de directiva del CNE hasta el último funcionario chavista clavado en los últimos 10 años en la organización que les garantiza a los cubanos seguir comiendo de la teta venezolana. Registros, votos en el exterior, mesas, testigos, cambios de zonas de votos, testigos, plata, supervisión extranjera. Miembros de mesa, testigos suficientes, logística, transporte, campaña justa e igualitaria, presencia en medios. Esa es la verdadera guerra, no la invasión militar. Parece. Los rojos saben que van a perder, salvo que… 

Y lo peor, Drogar las apetencias de los mucho grupos de oposición que están a la caza de un chance para encabezar la cuestión a sabiendas de que el mejor candidato del chavismo es Maduro y realmente es un paracaidista sin paracaídas. Se ganará con la zurda. Así que saldrán desde los candidatos genuinos de la oposición con agallas de dragón hasta los pagados por el castrocomunismo para hacer bulto y robar votos. El candidato de Cuba, Rusia y demás aliados, será Maduro. Cabello no cuenta por sus problemas duros con Estados Unidos. Y algunos otros posibles candidatos son unos nulos. Y Maduro es un cero a la izquierda, pero es lo que hay. La oposición, siempre cuerda e inteligente, lanzará a unos 530 candidatos. Jóvenes, viejos, envejecidos en tránsito de 20 años, predicadores, exchavistas. No importa. 

El acuerdo de Oslo, conociendo a los líderes de lo que queda de sociedad venezolana con visión contra el chavismo, terminará es un saco de gatos con un llamado final casi que conocido: así no se puede votar. Abstención. El que vote es un traidor y colaboracionista. Y a volver a empezar. Solo que para ese momento quedarán en el país a lo sumo unos 15 millones de venezolanos, todos chavistas arrepentidos, pero sin oposición organizada. Haciendo cola hasta por aire y hablando contra Maduro, otras vez electo, en las calles y plazas.

Y, eso está cantado, unos ocho millones huidos de esta miseria de país este mismo 2019, antes de que ya ni aviones lleguen o salgan. Como parece ser que ocurrirá pronto. 

¿Pesimismo? No. Hiede a realismo puro. Ganó Oslo. Cayó Betulio. 

Elides Rojas
elidesr@gmail.com 
Twitter: @ejrl   

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