Para salir de toda esta situación, es necesaria la transición, transición que no puede disfrazarse y para evitarlo se nos plantea la necesidad de una constituyente originaria, que presente un proyecto de país, libre de cualquier influencia foránea y que responda a nuestras realidades en el marco de una propuesta propia.
Continúa el espectáculo, la obra de teatro, el cuento y la novela, militares que conspiran y militares que apoyan. La gente sale a la calle, unos a favor y otros en contra. Políticos que agitan y políticos que llaman a la paz. Es un escenario muy bien montado, bien articulado que moviliza las pasiones inocentes de todo un pueblo, de toda una nación y que a nombre de la libertad y la democracia se pisotea a los sectores populares de ambos bandos y los mismos cuando regresan a sus casas se encuentran con la triste realidad de sus neveras –si es que la tienen y los apagones no se las daño- vacías.
Triste realidad, creo que en América Latina, no se había visto históricamente un pueblo tan manipulado, tan burlado como el de Venezuela y mientras nuestra gente con cara de hambre vive de la esperanza unos a favor y otros en contra de la llamada revolución bolivariana, los grupos políticos, militares y económicos que están detrás de Guaidó y Maduro, siguen disfrutando de las mieles que da el poder.
Dentro de éste espectáculo tan perverso, por colocarle un nombre que quizás no muestra en su más amplio sentido, lo que nos está pasando, los gringos, rusos, chinos,
ingleses, iraníes por nombrar algunos, siguen saqueando nuestros recursos que pertenecen por igual a todos los venezolanos, pero para los que están arriba como buenos judas y buenos celestinos, no les importa mientras estén disfrutando de las cuotas y de las monedas que les dan por entregar, vender y saquear las riquezas nuestras.
Que vengan los rusos a defendernos gritan unos, que vengan los norteamericanos gritan los otros, como si el país fuera una piñata, donde el más fuerte se lleva lo que más se pueda. Pero la película debe continuar, para seguir dividiendo a los de abajo, a los descamisados y a una clase media ya inexistente, cuyos hijos migran a otros lugares a buscar lo que no se les ha perdido.
De todas maneras que viva la esperanza –eso sí- de los más conscientes, de los que creemos que todo éste desastre es producto de la lucha por el poder y solamente el poder de esos grupos políticos, de esa vaina que llaman derecha y de esa otra vaina que llaman izquierda, cuando el país está reclamando un gobierno que ame y ayude a reponer la patria, un gobierno que sea profundamente nacionalista, democrático, con camino propio como lo deseaba nuestro Simón Rodríguez, fuera de la influencia rusa y norteamericana causantes en el mundo de tanta desgracia producto de sus vocaciones imperiales y donde nuestra gente sea realmente sujetos históricos capaces de dirigir sus propios destinos.
El país no puede continuar en medio de esta diatriba, porque ello significa desestabilización a todos los niveles, donde los efectos lo sufren los pobres del campo y la ciudad. Particularmente creo como muchos venezolanos, que toda esta situación a la que hemos llegado es producto de ambiciones bastardas, de los partidos políticos, de los grupos económicos, de militares apátridas que siguen arrastrando sus ambiciones de poder por el poder, que los coloca en la cumbre del placer y el bienestar, mientras hay un pueblo que sigue creyendo en la democracia, pero que las clases políticas niegan permanentemente distorsionándola y colocándola al servicio de sus intereses.
Para salir de toda esta situación, es necesaria la transición, transición que no puede disfrazarse y para evitarlo se nos plantea la necesidad de una constituyente originaria, que presente un proyecto de país, libre de cualquier influencia foránea y que responda a nuestras realidades en el marco de una propuesta oriunda, un camino propio libre de ese colonialismo que arrastramos y seguimos arrastrando desde la colonia.
Se trata de la búsqueda en colectivo de un Tercer Camino.
Enrique Contreras Ramírez
@enriqcontrerasr
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