Uno de cada tres niños venezolanos requiere asistencia, según cálculos del Fondo de la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Se trata de un número muy grande: 3.200.000 pequeñas y pequeños que no se están alimentando bien, o que no están recibiendo atención suficiente a su salud, o que no se están educando normalmente. O, incluso, que padecen varios de estos problemas a la vez.
No puede sorprendernos tal estimación, porque día a día todos vivimos la magnitud de la crisis y sabemos que en situaciones de esta naturaleza los sectores más vulnerables de la población resultan golpeados con especial fuerza.
La propia Unicef destaca que se están anulando así los progresos de las últimas décadas: progresos en la atención a la mujer embarazada y al recién nacido, en vacunación, en nutrición, en cobertura escolar… Es una situación dramática, que tiene la cara de los niños que vemos deambulando en situación de calle, o enflaquecidos y macilentos, o esperando por una atención médica que no llega, o dejando de asistir a la escuela con regularidad.
Igual habría que actuar con presteza si no fueran 3 millones sino 300.000, o 30.000, o 300 pequeños y pequeñas. Pero la enormidad de la cifra dibuja oscuras perspectivas para nuestro futuro como nación y destaca la urgencia de parar esta caída tan pronunciada en las condiciones de vida de nuestra infancia.
El liderazgo de oficialismo y oposición debe entender que es necesario llegar rápido a un acuerdo de convivencia a largo plazo, que estabilice al país. Todos los factores políticos que respeten la Constitución han de tener completas garantías para actuar. Conviene un “nuevo inicio”, con unas elecciones que convenzan a toda la población, gracias a un nuevo CNE y mejores condiciones de participación que las de mayo de 2018.
En todo caso, un referendo consultivo permitiría conocer la voluntad del pueblo al respecto, y proceder de acuerdo a ello. Junto a un acuerdo político de este tipo, es clave consensuar acciones inmediatas para atender al sufrimiento de tantos niños y niñas de este país. Resultan inaceptables los llamados a “resistir” que nos hacen cómodos burócratas, igual que la cerrazón a negociar de algunos empecinados opositores.
Aurora Lacueva
@AuroraLacueva
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