En mi artículo anterior sostengo que el 11-09-2001 se consumó por parte del presidente de EEUU, George W. Bush, un golpe de Estado contra la humanidad y el planeta. Se expresa en la suspensión de hecho, de la vigencia de los derechos humanos, la democracia y la paz. Las transformaciones del sistema capitalista mundial impiden el respeto a las reglas de juego, vigentes después de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Carta de las Naciones, las convenciones sobre cambio climático, diversidad biológica… Este orden lo mantiene una alianza del poder financiero, militar y capos del narcotráfico, que depende de políticas neofascistas que van socavando la democracia representativa y se abre paso la democracia participativa y protagónica que culminará desde la sociedad comunal. La ONU va siendo sustituida por otro multilateralismo centrado en la Otan y en pactos militares.
Es el resultado de una crisis civilizatoria. El andamiaje teórico, filosófico, político… heredado de la modernidad, de la revolución inglesa, la revolución francesa y en general las transformaciones de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX, se está derrumbando imponiéndose el más feroz materialismo, base del neoliberalismo; el siglo XXI viene reverdeciendo la espiritualidad derrotando el materialismo como fuente de egoísmo e individualismo.
Las fronteras tradicionales abiertas para la inversión de capital van agotándose. Primero, las fronteras geográficas por el descubrimiento de América, la colonización de Asia y África. Luego, fronteras científicas y tecnológicas vía descubrimientos que se incorporaron como capital o como instrumentos para incrementar la productividad y acelerar la acumulación: la informática, la telemática, la cibernética, la robótica, los transgénicos… Otra frontera es la destrucción de lo público a través de privatizaciones cada vez más amplias y aceleradas: la restauración de la esclavitud, debilitamiento de la contratación colectiva, la trata de personas; el tráfico de drogas, cuyos beneficios mediante paraísos fiscales nutren el capital especulativo; se privatiza la guerra… Privatizarlo todo es la orden. Incluida la generalizada privatización de la naturaleza y la violación de todas las convenciones y protocolos que la protegen. Nada es compatible con la democracia.
Julio Escalona
@julioescalona58
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