lunes, 7 de octubre de 2019

VICTANGELA JIMÉNEZ PÉREZ: LA INCERTIDUMBRE DEL DOCENTE

En la actual Venezuela de la era madurista, ser profesional de la docencia, se expresa en la incertidumbre de no saber qué se comerá al día siguiente. Del Estado venezolano no se recibe un pago digno, que pudiera cubrir una cuarta parte de las necesidades básicas de un pequeño grupo familiar; esto sin mencionar, que uno de sus miembros pudiera padecer alguna enfermedad crónica o de gravedad, que hace casi imposible sostener una familia.

Ante tal panorama, en el estado Apure específicamente, nos hemos visto en la necesidad de ingeniárnosla para sobrevivir y llegar a fin de mes, para cumplir con nuestra profesión. Nos toca una suerte de vendedores ambulantes entre los colegas, personal administrativo y obrero, ofreciendo: chupetas, helados de tetas, ponquecitos, entre otros rebusques.

En ocasiones, compañeros han aceptado muy emocionados trabajar en algunos fundos o pequeñas parcelas, lo que le permite proveer sus familias de carne, queso, frijol, verduras; o quienes tienen algunos, se dirigen a zonas aledañas para hacer contacto con los productores del campo y negociar, para luego revenden a sus vecinos, amigos, compañeros y conocidos.

Hay quienes esperan pacientemente las zafras de algunos cultivos como el maíz, el frijol, tomates y almacenan, o de la pesca cuando es más abundante y salan para preservarlos y poder así alimentar a sus familias.

Son tantas las fórmulas y recetas de mis colegas para subsistir ante la indiferente mirada del gobierno nacional, el docente se reinventa, creando alternativas de presentismo donde se divide entre sus obligaciones como maestro y la necesidad de buscar alimentos que compromete su rendimiento laboral. Algunos improvisan una especie de bodeguita a la puerta de sus casas con mesita donde colocan tetas de azúcar, café, aceite, jabón en polvo, pan... productos que garantizan una pequeña entrada de dinero. Otros educadores optan por explotan ciertas habilidades, como la elaboración y confección de ropa, bisutería, ambientación de fiestas para toda ocasión, elaboración de postres, otros cantan y son muy reconocidos como intérpretes de música llanera. En ocasiones, por la cercanía de nuestro estado con Colombia, viajan hasta allí para ganar con su voz en pesos colombianos cinco veces más de los que ganaría en nuestro país en tres noches.

Todo esto se traduce en la lucha por sobrevivir producto de la crisis política y de ingobernabilidad del socialismo del Siglo XXI. La pobreza no asusta al docente, pero la miseria a la que nos ha llevado este gobierno empaña el futuro de los venezolanos. Los maestros y formadores de sociedades en este país, son vilipendiados y maltratados en cada protesta y reclamo por sus reivindicaciones salariales, a simple vista podemos notar como nos afecta cuando observamos rostros prematuramente envejecidos por la dramática pérdida de peso y una alimentación precaria; ropas desgastadas al igual que nuestros calzados, esto no es solamente visible en el aspecto físico, también en lo emocional.

La desesperanza se ha apoderado del ánimo de nuestros maestros a todo los niveles dando como resultado una dignidad que ha sido golpeada por veinte años. Los docentes están  a la merced de un Estado que claramente nos dice con sus acciones: ustedes no son valorado pese a la preparación que tengan y perciben el mismo salario los docentes, personal administrativo y obrero con pequeñas diferencias, mientras este régimen cada día hace mella a la educación,  avalando la improvisación con los supuestos docentes emergentes que el Ministerio de Educación Popular formará de Chamba Juvenil, con las 450 horas como han dado a conocer, pero inexplicablemente una gran cantidad de jóvenes docentes recién egresado no han logrado ser absorbidos por dicho Ministerio y se encuentran siendo parte de la economía informal.

Algunos docentes, aseguran que nunca había experimentado algo como esto, luego de cuarenta años de democracia, donde el costo de las más simple herramientas de un educador, como marcadores, lápices, cuadernos o libros, representa un trozo de pan que dejan de llevar a su boca, ya sin ánimo o espíritu, el docente vislumbra la posibilidad de emigrar para garantizar el sustento a su familia y seguir el destino de muchos jóvenes que abandonaron las aulas sin culminar su educación a todo los niveles, para buscar un futuro incierto, mientras la nación venezolana aún no han llegado a la reconciliación nacional, que de fin a las penurias que experimentan todos los venezolanos: la incertidumbre de no saber qué comerán el día siguiente. 

Victangela Jménez Pérez
victangelajp@gmail.com
@visionvenezuela 
Unidad Visión Venezuela Apure

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