La conversión monetaria, acontecimiento sin par, de manera singular, para hacerlo anodino al gusto de cada quien , un novísimo sistema económico traído a esta patria por académicos de renombre, todos premios nobeles del valor y del trabajo; conocer el porqué de la cuestión desde 1917 en lejanas estepas rusas, arraigado por muchas partes, con la promesa de traer felicidad, progreso y prosperidad a nuestro continente, ahora veremos cómo es el resultado de una experiencia que nos tiene patas arriba, deseosos de resolverla o morir en el intento
La parodia del Real y Medio, una canción infantil, contada por todo el mundo, ricos y pobres, blancos, negros, indios y mestizos, mayores, adolescentes, niños, hombres y mujeres, importada por colonos españoles para enseñarnos la economía colonial, el ahorro y los gastos del gobierno imperial para afrontar con el jornal diario y quincenal, con un salario mínimo del presupuesto familiar
Sabio y aleccionador para el uso de un ingreso petrolero que iba sustituyendo, sin pausa, poco a poco, la actividad agropecuaria, artesanal, la incipiente industria y el conuco fortaleciendo nuestra unidad monetaria conocida como el Bolivar de Plata, de valor incalculable, con muy pocos tres o cuatro de ellos, se compraba un dólar estadunidense; se descomponía en centavos, lochas, medios y reales, tesoro incomparable en una nación pobre, pero no se pasaba hambre , como ahora, permitidme recordarles en prosa, versos y estrofas esta Infantilada Monetaria que hoy traigo a colación:
Yo tenía Real y Medio, una mitad del Bolivar, 50 centavos, y un medio de 25, en total 75, menos de un Bolivar del de antes, resuelta la operación como cuenta el cancionero popular del siglo XX e inicio del presente, mucha gente se quejaba, por lo poco que ganaba, sin darse cuenta, un auténtico caudal, acompañado del Fuerte de cinco, de la peseta de dos bolívares, de la morocota de oro cochano, también de entonces, por muy pocos poseída, forjada con la materia prima rica y abundante de los yacimientos de oro y plata, del maná de color negro que brotaba como el agua de los pozos petroleros del Lago de Maracaibo, Anzoátegui y de Monagas y, desde lo más profundo del Caribe mar , así decía la canción por todos bien conocida:
Yo tenía Real y Medio, con Real y Medio compré una vaca con su becerrito, leche y nata me daba, queso de cincha, café con leche, hacía otros tantos alimentos para el sustento del pueblo venezolano… y siempre tenía mi Real y Medio
Con Real y Medio iba a la bodega o al mercado a comprar mi comida, pescado fresco, pargo, cachama, carite, lisa o sardina, arroz, azúcar y papelón, huevos, mantequilla, casabe, pan y cochino, abundante y por montón
También a la botica por medicamentos para curar mi aflicción. con recetas del doctor del hospital del gobierno o de una clínica privada, cuando lo permitía. Y siempre tenía mi Real Y Medio; adquiría modestos aposentos y la vivienda rural por un real, construía mi rancho de zinc, bloques o bahareque, o de cartón, según canta el Trio Venezuela, los terrenos abundaban y no había especulación en los cerros y sabanas
Todo lo solucionaba con tres cuartos del Bolivar, la unidad monetaria, mis hallacas navideñas, tomaba ron pecho cuadrado, quisque y cerveza fría para matar el calor y celebrar asuetos del calendario oficial y las fiestas de familia.
Tenía mi cacharrito, tomaba el transporte del bús o el por puesto por un medio, o a pie para rebajar la tripa por golosinas de arroz con leche, dulce de coco y lechosa.
Viajaba por el país, a la Perla del Caribe, Los Andes y a los llanos del Arauca para bailar el joropo de Eneas Perdomo, Augusto Braca y el Carrao de Palmarito, iconos del cante tradicional. Turisteaba por el Caribe, Miami, Islas Canarias, Italia y Portugal, hasta Galicia llegaba a ver mis antepasados, una auténtica proeza con mi unidad monetaria del Bolívar de Guzmán.
Con la adopción del Bolívar de siempre agregándole el apellido de Fuerte, presagiaban solidez y progreso para mejorar la situación, a principio del XXI, auxilio para la gente por las inclemencias de la carestía y altos precios de alimentos, insumos, servicios y medicinas, mientras los precios petroleros subían hasta las nubes para colmar las arcas del tesoro nacional, bolsillos de gobernantes, contratos de partidarios, amigos y choros de cuello blanco, guardados en alforjas de Andorra e de las Islas Caimán
Hecatombe de la política monetaria, la producción nacional y una desatada hiperinflación, se volvieron a equivocar con el cambio del cono monetario implantando el Bolívar Soberano, con bombos y platillos fue aprobado el nuevo salario mínimo y cesta tique alimentario, ¡que pachanga iba a formar en los barrios de Caracas, Valencia y Porlamar! engañando nuevamente al pueblo, que eufórico exclamaba ¡se acabó la inflación y la escasez de los productos de la canasta alimentaria! sobrevinieron el pesar, la ruina y la miseria, conciudadanos y extranjeros emigraron por millones por las naciones del mundo buscando su salvación por la frontera de Cundinamarca, la tierra del grandulón, a nado hasta Aruba y Bonaire, Trinidad y Tobago, o por la Guayana Esequiba, con flechas envenenadas de Guaicaipuro y Manaure buscando su redención, despertando xenofobia a una nación que a todos abrió sus brazos sin ninguna condición.
Hace apenas unos días se repite la receta de aumentar el sueldo mínimo a 7,5 dólares americanos y un cupón del bono alimentario de otros tantos bolívares soberanos, aumentando la hiperinflación, más desempleados a la calle, y el cierre obligado de factorías y comercios por falta de producción, elevación de costos y el pillaje sin control, con una la canasta alimentaria de más de 250 dólares mensuales, más hambre, pobreza y zarracina engrosando la diáspora desesperada a otros países del planeta para remediar esta grave situación que no tiene solución a menos que se pongan pantalones largos para afrontarla con coraje y la persuasiva acción.
Es así como están la mayoría de nuestros connacionales: En vez de vaqueros americanos, usamos taparrabos de piel de oso panda y piel de cocodrilo lo que a muchos agradará al mirar los fundillos a las hermosas mulatas, Las féminas ya no usan blusas ni ropa interior made in China para mostrar sus encantos, calzamos chancletas y alpargatas con filigranas de diamantes traídas desde Guayana, emigramos a Brasil, a vivir a orillas del río Amazonas para comer las delicias de lapas, báquiros y pirañas, allí agua beberemos para colmar la sed, lavar nuestros harapos, y quitarnos la mabita; chozas de palma, juncos y caña brava, son nuestra habitación, y plenilunio, luciérnagas y mecheros de palo brasilero nos proporcionarán su luz.
Al fin reconoceremos nuestros COMANDANTES por darnos felicidad, bienestar y opresión cumpliendo a cabalidad, sin olvidar jamás que añoro mi Real y Medio, la vaca y su becerrito de la Cuarta y que se vallan al diablo el nuevo cono monetario y su Bolívar Soberano, sin contar con el Petro que sigue el mismo camino de llegar a la dolarización, un infierno para la mayoría de nuestros habitantes que solicitarán la ciudadanía del coloso norteamericano, si es que Trump se compadece
Jesús González Briceño
jesusrafael768@gmail.com
@jesusgonzalezbr
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