El peligro de que desaparezcan los osos polares o los cóndores recibe cierta atención pública, pero ¿qué hay de los peculiares helechos arborescentes o de la jacaranda, con sus bellas flores púrpura? Sucede que así como estas, centenares de miles de especies vegetales están hoy en riesgo.
La bióloga Sandra Díaz estudia las plantas y cómo la acción humana amenaza su futuro. Lo hace desde la Universidad Nacional de Córdoba en su país natal, Argentina. En diciembre pasado fue seleccionada por la revista Nature como una de las 10 personalidades científicas más influyentes del mundo. En entrevistas periodísticas, Díaz ha señalado que la biodiversidad está en un punto crítico.
Pero agrega que podemos hacer algo al respecto, pues disponemos de una ventana de tiempo (“¡pequeña!”, advierte) para trabajar por un mundo mucho mejor del que tenemos hoy. Sería un mundo donde las plantas verdes, los animales, los hongos, los microorganismos… pudieran prosperar, en toda su variedad y complejidad, y los humanos junto a ellos.
Al hablar de los cambios necesarios, Díaz se centra en el modo de producción económica imperante y en el modo de consumo que implica. Nos interpela: “Tenemos que cuestionar esas narrativas que dicen que la única manera de progresar es consumiendo más, cada vez más caro, con más obsolescencia. ¿Qué es esa idea de progreso?”. La bióloga agrega que el modo de producción debe ser mucho más eficiente, sustentable y con menos desperdicios.
“Tienen que internalizarse los verdaderos costos de la producción, hay productos con los que unos pocos hacen grandes negocios porque no están pagando el costo real de lo que significa”, dice, aludiendo al costo ambiental. Cuando la leo, pienso en el enorme costo de la minería a gran escala, especialmente la que se da en zonas frágiles como el Amazonas.
O en la deforestación de bosques ancestrales para sembrar pasto, con el cual se alimentará el ganado que terminará en hamburguesas, destinadas a habitantes del Primer Mundo, afectados en su salud por el exceso de consumo de carnes rojas. Hay que oír voces como las de esta investigadora: nuestro modelo de sociedad tiene que ser menos consumista y menos codicioso y desigual, para poder disfrutar de una naturaleza en esplendor y de la creatividad humana.
Aurora Lacueva
lacuevat@hotmail.com
@AuroraLacueva
@UNoticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario