¿Qué le espera a los venezolanos el próximo año? De dos cosas estoy segura: la carrera de obstáculos iniciada hace meses continuará, con trampas cada vez más acuciantes. Segundo: la ganaremos.
Para escribir el último artículo del desalentador año 2019, o quizás para fomentar esperanzas de un cambio para el 2020, se me adelantó este 29 de diciembre el diario norteamericano “The Washington Post”, con el mismo tema que yo también tenía en mente: la previsible ofensiva mediática de noticias falsas, instigación a propagar desaliento, mentiras y más mentiras cada vez más sofisticadas, que ya son y serán durante años, el principal problema electoral de cada país. En nuestro caso, el de Venezuela, el continuo engaño jugará para evitar elecciones presidenciales y torcer las legislativas. Todos tenemos claro que el que viene será un año de enorme ofensiva cibernética para engatusar a los venezolanos el mayor tiempo posible, hasta que aparezca la verdad y la libertad.
Pues el “Washington Post” se me adelantó con el artículo aparecido este 29 de diciembre, bajo el título “The ruthless Russian hacking unit that tried tos crash Ukrain” (El implacable hacking ruso que intentó triturar Ucrania). Los que pueden encontrarlo en inglés en digital les aconsejo –encarecidamente porque es importante- que lo lean y guarden, porque estoy convencida de que el mismo sistema de engaños ya está siendo utilizado y será reforzado en Venezuela el año venidero.
Desde hace más de una década estoy pendiente de cada noticia en mi nativa Lituania, siguiendo la lucha contra la constante intrusión rusa en los medios, el internet y las redes sociales, en un nada escondido esfuerzo de separar a los Países Bálticos de la Unión Europea (gracias a Dios, hasta ahora en Lituania nadie se deja engañar).
El sistema de intrusión, sobre todo en las mentes de la gente, siempre me asombró por lo tremendamente insidioso que puede resultar en países donde ni siquiera sospechan que son cobayos de un ensayo. Entre ellos, desde hace varios años, Venezuela, donde esta insidiosa intrusión arreciará en el crucial año electoral que será el 2020.
Lo que quería advertir y explicar en este primer abreboca que será del 2020, lo encontré mucho mejor explicado de lo que yo hubiera podido hacer por Dina Temple-Raston en el “Washington Post”. Sólo traduzco unas frases: “Para comprender el creciente, escondido mundo de la Guerra cibernética, empiece con Ucrania. Uno realmente no puede encontrar algún espacio en Ucrania que no haya estado bajo un ataque cibernético.” Eso explicó un embajador ante la OTAN al corresponsal de la agencia Wired, Andy Greenberg. “Voltea cada piedra y debajo de cada una encontrará una red de computadoras operando”. Desde el año 2015, Ucrania era receptora de feroces ciberataques “que los expertos determinaron posteriormente salían de Rusia”.
Temo que en el caso de Venezuela, la presunta cooperación entre altos oficiales militares de ambos países –Rusia y Venezuela-, nada bueno vaticina en materia de infiltración aparentemente “inocua” de intromisiones de todo tipo, como ya ocurrió y sorprendentemente falló en Ucrania, cuando fue electo el actual presidente Volodimir Zelenski.
La lucha de noticias falsas continuó incluso después de que ya estaba claro que Zelenski había ganado las elecciones y esto es también una importante advertencia a tomar en cuenta para Venezuela. “Cuatro días antes de las elecciones, un grupo de hackers anunció públicamente que planeaba interrumpir los comicios. A pocas horas de la advertencia, el grupo penetró en las entrañas del Consejo Electoral Nacional y borró las memorias de un gran número de computadoras.” El plan consistía en destruir la posibilidad de anunciar resultados y luego culpar al Consejo Nacional Electoral por incompetencia. Los técnicos del CNE lograron reconstruir a tiempo lo borrado, pero entonces apareció otra trampa: los servers empezaron a transmitir la imagen de unos resultados falsos, dando como vencedor al candidato pro-ruso. La TV en Rusia empezó a divulgar esos falsos resultados, contradiciendo los que divulgaba Ucrania, lo que creó confusión, hasta que la verdad triunfó.
Igual ahora en Bolivia, Evo Morales intentó informar que había ganado en primera vuelta y por un día engañó a la gente, porque varias emisoras “amigas” ya anunciaban la reelección de Evo como un hecho cumplido. Volviendo a las elecciones de Ucrania, es esa una importante lección que deben aprender los venezolanos por la cantidad de trampas que los técnicos ucranios tuvieron que vencer y que partían todas de una sola fuente, cuyo cerebro estaba en el extranjero.
Los venezolanos ya tienen una experiencia muy larga de esas trampas. Se deben recordar las elecciones generales con la empresa española INDRA en el año 2000, cuando la noche del escrutinio las computadoras se apagaron durante media hora y a partir de allí, los que ganaban aparecieron perdiendo y ganaron únicamente los candidatos chavistas. Después vinieron los muchos años con Smartmatic. ¿Recuerdan? Hasta que en 2015 un grupo de militares ® expertos en electrónica lograron la noche de las elecciones legislativas, cortar la comunicación con el centro en Cuba que “fabricaba” los resultados.
Lo que espera a los venezolanos no será fácil, porque la trampa electrónica ya está por doquier y amenaza con inventos cada vez más sofisticados. En este año que viene, que sirvan ahora dos décadas de experiencia viviendo con fraudes hasta aprender a vencerlos. También debe servir la experiencia de Bolivia, que logró anular los falsos resultados proclamados por Evo Morales. No les fue fácil, como posiblemente no será fácil en Venezuela.
Los libros y enseñanzas como los de Temple-Raston y de Greenberg, ambos ya mencionados en esta nota, son ahora unos importantes instrumentos de lucha contra la trampa electoral, cada vez más factible y más fácil de ejecutar mediante trucos electrónicos. ¿No lo sabrán los venezolanos, que han sido una de las primeas víctimas de ese sistema de engaños cibernéticos, y eso, durante dos décadas?
El 2020 será el año decisivo y por eso mismo lo veremos como una carrera de obstáculos, tanto más complicados que en su mayoría serán cibernéticos y escondidos, pero difundidos de computadora a computadora, a través de todo el país y también en el mundo. Nadie estará seguro de qué es verdad, o qué es mentira. Ya tuvimos un primer abreboca, cuando a última hora el general Padrino López se echó atrás después de haber sido presuntamente parlamentado para dar el salto a la democracia, el día en que dejó a Leopoldo López esperando frente al aeropuerto de La Carlota. ¿De veras lo había prometido? Nunca lo sabremos. Como no sabemos qué otras trampas deberán vencer los venezolanos para llegar a lo que ya alcanzaron – sorpresivamente– los bolivianos. Porque a eso vamos –a deshacer las trampas y ver la luz.
Jurate Rosales
@RevistaZeta
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Directora de la Revista Zeta, columnista en El Nuevo País con la sección Ventana al Mundo. Miembro del Grupo Editorial Poleo.
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