El fin del año Guaidó. De aplicarse el convenio parlamentario vigente hasta ahora, deberían elegir a un nuevo presidente de la Asamblea Nacional para el año restante de gestión; pero eso lleva aparejada la dificultad constitucional de apelar nuevamente al artículo 233 de la constitución sobre la falta absoluta del Presidente de la República y a la imposibilidad de realizar elecciones en un lapso de 30 días, lo que desde el principio contradice la idea de que Guaidó sea “el presidente legítimo”, para elegir a un nuevo Presidente encargado.
Por otra parte, se ignora si será reconocido por los Estados Unidos y los otros sesenta países con tanto entusiasmo como acogieron a Guaidó en su oportunidad.
Quizás por estas y otras razones algunos dan por descontado que será reelecto en la AN, lo que traería por vía de consecuencia la encargaduría de la Presidencia de la República, aunque sea harto discutible que la aplicación del segundo párrafo del artículo 233 pueda estirarse hasta allí; sin ignorar que en la practica la AN estaría eligiendo al Presidente de la República, una competencia que no tiene ni siquiera remotamente.
El fin de la AN. Pero para empeorar las cosas, entre los planes del régimen se encuentra adelantar las elecciones parlamentarias probablemente al primer trimestre del año 2020. Lo que es incomprensible, considerando que ya tienen una llamada Asamblea Constituyente plenipotenciaria, supraconstitucional y temporalmente indefinida.
Puestos otra vez a especular, quizás sea un problema de reconocimiento internacional, porque todavía queden algunos agentes responsables que vacilen en suscribir contratos de interés público, empréstitos, convenios internacionales, que requieren la aprobación de la AN, que en el largo plazo puedan ser desconocidos o declarados nulos por no haber cumplido con ese trámite.
Cualquiera que sea el caso, esto dejaría sin base de sustentación a la llamada presidencia encargada y a toda la precaria institucionalidad que ha tratado de construir en otro año aparentemente perdido.
El fin de la Autonomía. El tercer frente abierto por el régimen es contra las Universidades Nacionales llamadas autónomas, a las que, por cierto, ya les quedaba muy poco de “autonomía”.
La disyuntiva es entre hacer elecciones de autoridades mediante un reglamento electoral inconstitucional, arbitrario y profundamente anti universitario o hacerlas mediante los reglamentos que ellas mismas dicten de acuerdo con el principio de autonomía que tiene rango no solo constitucional sino histórico.
En este segundo caso, se exponen a que las elecciones sean declaradas nulas y el régimen proceda a intervenir las Universidades y designar sus autoridades manu militari.
En un momento en que las universidades se encuentran en bancarrota no solo económica sino moralmente, como el resto del país, no puede esperarse una mayor resistencia para este asalto que las convierta definitivamente en “aparatos ideológicos del Estado”.
Lo más probable es que todo termine en una gran negociación, una suerte de reparto de despojos entre bárbaros, como gran finale, de la ópera bufa en que ha devenido nuestra historia.
La esperanza podría cifrarse en lo imprevisto, que a veces se cuela entre los intersticios de la fatalidad, antes de que caiga un telón de oscuridad que puede durar décadas.
Luis Marin
lumarinre@gmail.com
@lumarinre
Caracas - Venezuela
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