miércoles, 22 de enero de 2020

OSCAR ARNAL: TIEMPOS RECIOS

La gira de Guaidó fortalece su presencia y reconocimiento internacional como presidente interino. Hacia adentro además reta al régimen de Maduro, al evadir por segunda vez la prohibición de salida del país impuesta por el TSJ ilegítimo. Sin embargo, el allanamiento de sus oficinas y la detención del diputado Ismael León muestran parte de la respuesta que activa el oficialismo. ¿Lo dejarán volver sin más contratiempos?. Los acontecimientos están en pleno desarrollo... 

En el año de 1952 Pérez Jiménez había ilegalizado entre otros partidos a A.D y se disponía a realizar unas elecciones constituyentes creyendo que las ganaría. Los dirigentes en el exilio llaman a la abstención. Sin embargo, el pueblo se volcó a votar por el partido U.R.D y por COPEI que decidieron participar. Ante la derrota electoral el dictador decidió cambiar los resultados y expulsar del país a Jovito Villalba y al núcleo central del partido amarillo. Caldera y Villalba fijaron entonces la línea de no incorporarse al congreso. De cualquier manera, un grupo minúsculo de los electos decidieron lo contrario y se prestaron para el juego dictatorial. La derrota electoral que se le propinó a la dictadura la dejó con plomo en el ala. El pueblo había salido a expresar su opinión.   

   Algo similar sucedió en el año de 1957 cuando la Constitución obligaba a elecciones y el régimen convocó a la trampa del plebiscito. Caldera fue apresado y más tarde salió al exilio a reunirse con Betancourt y Villalba. De nuevo el voto en contra del opresor se puso en evidencia y fue la gota que derramó el vaso.  

 Cuando el pueblo sale y se manifiesta contra un régimen de manera contundente, queda herido de muerte. ¿Qué le hizo más mella al oficialismo, la abstención que se provocó en el 2005 o la derrota que sufrió en 2015? Gracias a la participación mayoritaria y a la victoria electoral tenemos una Asamblea Nacional que le ha hecho la vida mucho más difícil a Maduro.  

 Sirva la reflección para en un año en el que hay que elegir parlamento, participar y derrotar por abrumadora mayoría al desgobierno. Si las encuestas no se equivocan podríamos darle una paliza que haga insostenible su permanencia en el poder. En 1957 los resultados presentados dieron como ganador a la tiranía. Pocos meses después el pueblo en la calle, consciente de que le habían arrebatado de nuevo el triunfo electoral, junto a las fuerzas vivas y a las Fuerzas Armadas, dejaban la pesadilla atrás. Volvieron al país Betancourt, Caldera y Villalba. Este último no fue presidente luego, debido a que no presentó su candidatura por su partido sino la de Larrazábal. No participar tiene sus costos. Mejor hacerlo, tirar la parada y en todo caso si se tuerce la voluntad popular, no incorporarse y deslegitimar. 

Oscar Arnal 
oscar.arnaln@gmail.com
@OscarArnal 

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