lunes, 30 de marzo de 2020

RAUL AMIEL: VENEZUELA: UN PAÍS HERIDO DE MUERTE. TODOS NOS EQUIVOCAMOS Y ES HORA DE RECTIFICAR

La crisis económica y política de Venezuela ha alcanzado un nivel de emergencia internacional.

La corrupción política, la escasez crónica de alimentos y medicinas, el cierre de empresas, el desempleo, el deterioro de la productividad, el autoritarismo, las violaciones de los derechos humanos, la mala gestión económica y la alta dependencia del petróleo también han contribuido al empeoramiento de la crisis. 

Y ahora, para remate, la pandemia del virus chino.

En los últimos 5 años vivimos una Pobreza epidémica, los venezolanos han visto deteriorarse su calidad de vida a niveles previamente impensables. En esta nación una vez rica, hoy, casi el 90% de la población vive en pobreza. La causa raíz es un mal manejo de la conducción de gobierno.

¿Por qué toco este tema? Sencillamente porque se ven algunas piedras de diferente tamaño que se presentan en el futuro social, político y económico de Venezuela, para el gobierno y la oposición.

Los resultados de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 pudieron haber sido una oportunidad para buscar una solución negociada a la prolongada crisis política de Venezuela. En cambio, el país se encuentra en una espiral de confrontación y caos. Con el tiempo de ejercicio de la Asamblea Nacional a meses de llegar a su termino.

Cada vez se reduce el grupo de venezolanos que defienden la “revolución bonita”. Ya está llegando a un nivel donde solo están  los que de una forma han tenido un beneficio neto estos últimos años, ya sea por su exclusión en gobiernos pasados, como grupo social; porque han accedido a un nivel económico que antes les era imposible alcanzar o porque no han encontrado una propuesta convincente por parte de la oposición.

Los errores se pagan con votos, las mentiras también.

El poder en Venezuela se está escapando de las instituciones estatales y concentrándose en manos de delincuentes, guerrilleros y otros actores no estatales. Cualquier nueva negociación entre el gobierno y la oposición debe considerar cómo eliminar a estos irregulares armados, que de lo contrario podrían llegar a un acuerdo para expandir aun más su influencia y presencia en Venezuela. Tal cual como lo están haciendo en la actualidad.

Los grupos armados están lejos de ser idénticos, pero todos están listos para usar la violencia y el control territorial para promover sus objetivos, y cualquiera podría sabotear un acuerdo que las fuerzas políticas rivales de Venezuela finalmente acepten.

El punto más débil del régimen del oprobio es el modelo socialista, el cual ya se ha comprobado como incapaz de resolver los problemas económicos y sociales.
El punto débil de la oposición es el tiempo. Tienen que escoger sus candidatos lo más pronto posible, este año. Insisto una vez mas, si esto no se prepara bien la derrota de la oposición es totalmente factible. Tarde o temprano habrá que renovar la Asamblea Nacional.

Muchas personas piensan que la diversidad de posibles candidatos es una debilidad de la oposición. Disculpen, respetamos pero no compartimos; es una fortaleza donde hay para escoger. La debilidad surgiría del método de elección. De la fecha de la elección. Además, como en algunas carreras, hay algunos que salen con ventaja. Los punteros desean una carrera corta para aprovechar su puesto de salida, otros temen que una carrera adelantada les impida contar con el tiempo suficiente para alcanzar a los primeros. Unidad de criterio será privativa.
La respuesta es bastante más sencilla que lo imaginable.

Desde enero de 2019, Venezuela ha tenido dos presidencias en competencia y dos puntos de vista completamente diferentes sobre cómo debe resolverse su lucha política. 

De la misma manera ha tenido una víctima cardinal, una población expuesta a una dramática crisis humanitaria. Un año y cuatro meses después, ninguna de las partes ha logrado sus objetivos: el usurpador sigue en el poder, las sanciones paralizantes aún están vigentes y una solución se oculta.

El margen de maniobra del oprobio, tanto político como económico, está severamente restringido por sanciones; es considerado ilegítimo por docenas de países; enfrenta esfuerzos constantes, tanto abiertos como encubiertos, para expulsarlo del poder; e incluso dentro de sus propias filas hay rumores de descontento por su comportamiento cada vez más autoritario. Ha logrado victorias tácticas innegables, pero ha dejado sin resolver el núcleo del problema. 

Recuperar la normalidad política y la estabilidad económica. Su tiempo también esta por acabarse.

A pesar de lo distante que parece ahora por la política amargada y los presagios de la violencia, un acuerdo sigue siendo la única forma segura de evitar que una mayor calamidad caiga sobre ambos lados. Con nosotros en medio.

Lo que necesitamos es un Estado correctamente dimensionado que cuente con:

*          El poder necesario para superar las divergencias internas y lograr una síntesis de las fuerzas y los intereses contrapuestos que desgarran a la sociedad.

*          La capacidad de planificar a largo plazo en función de un futuro positivo para el país, con planes estratégicos coherentes que no resulten tergiversados después a propósito de cada coyuntura electoral.

*          La autoridad moral y el prestigio necesarios para conducir a la Nación construyendo consensos alrededor de objetivos concretos y viables.

La restauración del Estado implica, así, tres grandes metas:

1.         Restaurar las estructuras del Poder político para que las decisiones necesarias se puedan tomar en tiempo y forma; y para que, una vez tomadas, se las pueda hacer cumplir de un modo efectivo y persistente.

2.         Realizar el planeamiento estratégico para establecer un nuevo Proyecto de Nación con metas, objetivos, cronogramas, recursos y responsabilidades.

3.         Poner la ejecución en manos de personas capaces y honestas, cuya personalidad, cuyo comportamiento y cuya idoneidad profesional generen la certidumbre necesaria para recuperar la confianza y la fe en el futuro.

En este orden de premisas consideramos que: El Ideario Republicano y Liberal es el más favorable a la garantía de los derechos individuales, la vida, la libertad, la seguridad, la igualdad, la reputación y la condición domestica; como la protección y el goce efectivo de estos derechos es el gran fin con que se establecen los gobiernos.

La fuerza de la esperanza se mueve. Esfuérzate, anímate y trabaja.

Y recuerda… Ciudadano en Acción. ¡Juntos es Mejor!

Raul Amiel
raulamiel@gmail.com 
@raulamiel
Organizacion del Conversatorio Liberal de Caracas

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