lunes, 9 de noviembre de 2020

CARLOS E. AGUILERA A., LA AUTONOMÍA EN UNA DEMOCRACIA

Cuando diariamente observamos todas las tropelías, abusos y delitos de toda índole que ocurren en el régimen de Nicolás Maduro, comprendemos que quienes detentan el poder Ejecutivo, Legislativo y demás, violan sistemáticamente la Constitución de la República. Y son precisamente los propios actores del oficialismo que representan al soberano en la Asamblea Nacional, quienes hacen caso omiso de los principios fundamentales que contempla el Título I de la carta Magna, en su exposición de motivos.

Dicho capítulo refiere entre otras cosas que el patrimonio moral y los valores de libertad, justicia, igualdad y paz internacional están fundamentados en el ideario de Simón Bolívar, el Libertador.

Preguntamos: ¿De cual patrimonio moral podemos sentirnos satisfechos si constantemente se producen hechos reñidos con este principio. La corrupción copa todos los ámbitos y latitudes de los poderes públicos y hasta el militar? Y si hablamos de libertad, preguntamos: ¿Existe realmente una libertad en un país en el que se cierran canales de TV, se cancelan concesiones radioeléctricas, y se sanciona a los medios de comunicación impresos por titulares en sus primeras páginas y se encarcelan a periodistas? Y si hablamos de justicia tendríamos inexorablemente que preguntarles a quienes se enseñorean con el poder: ¿De que justicia hablan o predican, cuando hombres y mujeres y más de un centenar de venezolan@s que adversan al régimen, se encuentran detenidos.?. Son presos políticos simplemente y no políticos presos como sarcásticamente define Maduro y sus camaradas marxistas y mal llamados bolivarianos. Y ni hablar de la paz internacional, pues a menudo Maduro, Cabello y sus conmilitones desafían al “imperio yanqui” y a quienes no comulgan con su doctrina del socialismo del siglo XXI, cuyo autor Dieterich por cierto anunció va de capa caída.

Y Maduro tiene la desfachatez de afirmar que en el país existe una autonomía de poderes. Cosa incierta, pues es manifiesta la descarada adhesión al gobierno de quienes están al frente del TSJ, CNE y otras instituciones, pues tan pronto Maduro hace un señalamiento en particular contra determinadas personas, para que inmediatamente quienes están al frente de dichos cargos emitan sus opiniones, obviamente sesgadas y en favor del régimen, como ya el anunciado enjuiciamiento del periodista Roland Carreño, imputado por una supuesta “participación en delitos contra el orden constitucional”

La Real Academia de la Lengua Española define a la autonomía como la potestad que dentro de un Estado tienen ciertas entidades para regirse mediante normas y órganos de gobierno propios. Justamente es dicha potestad, de "manejo independiente", la que con el debido control denominado contrapeso, sostiene la democracia y la blinda contra los excesos del poder.

La simulación o carencia de autonomía, genera el denominado abuso del poder, que se evidencia al echar la mano a las distintas entidades y funciones del Estado, rompiendo el equilibrio. El control en el poder de decisión en la justicia, organismos electorales, de control ciudadano etc., es la demostración clara del desbalance que produce la carencia del equilibrio y la inexistencia de la autonomía real, como se observa en el régimen socialista marxista y mal llamado bolivariano.

El exceso de poder sumado a la prolongación de su ejercicio produce desgaste e inconformidad en el consciente ciudadano y genera en el que detenta el poder, la sensación de conspiración, tratando de justificar el descontento popular, en lugar de reconocer errores.

En una verdadera democracia, no solo es necesario que el pueblo asista a depositar su voto en las urnas, sino que exista equilibrio en las instituciones, para que se puedan fiscalizar y controlar todas las acciones de los otros poderes del Estado. Si un gobernante

llega al poder por el voto, y acapara las demás funciones, ese sistema deja de ser democrático y se convierte en autocrático.

Y nada más dañino, pues el poder absoluto por largo tiempo, le hace creer al gobernante que ha sido elegido por el destino para regir la vida, conducta y pensamiento de su pueblo, y que su voluntad está por encima del bien y el mal. Estas características son propias de los líderes fascistas como Mussolini, Hitler, Mao, Castro y Chávez, entre otros. En los regímenes en los cuales la institucionalidad desapareció, la democracia es un concepto referencial manipulado y maleable, de acuerdo con la conveniencia del gobernante, porque tiene el poder absoluto en sus manos, como es el caso venezolano.

Preguntamos: ¿Cómo definen los boliburgueses y comunal burgueses la organización jurídico-política que adoptó la Nación – según la Constitución – como un estado democrático y social de Derecho y de Justicia, para procurar el bienestar de los venezolanos creando las condiciones necesarias para su desarrollo social y espiritual y procurando la igualdad de oportunidades para que todos los ciudadanos puedan desarrollar libremente su personalidad, dirigir su destino, disfrutar de los derechos humanos y buscar su felicidad?

He allí los hierros que desnudan la realidad que hoy en día vive y padece el pueblo venezolano, que hace 20 años confió sus destinos en manos de quienes están llevando a la nación al borde un profundo barranco, por el que corren pútridas aguas, en las que ahogan su miseria, hambre, desnutrición, inseguridad y desempleo, millones de venezolanos.

Carlos Aguilera
careduagui@gmail.com 
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

No hay comentarios:

Publicar un comentario