También
María Antonia Ricas-Peces, la poetisa española, sucumbió al mágico influjo de
los pájaros: Cada mañana, muy temprano, el sonido invisible en la ramas de los
cinamomos. Cada mañana su perfume adquiriendo un don de lenguas, comienza su
más reciente publicación, que convierte en reflexiones y emoción un tiempo que
no prometía mayores logros: el de la pandemia.
“Esta
publicación está compuesta por prosas poéticas, y nació durante los meses del
confinamiento”, explica la autora. “Como no podía salir a andar por las mañanas,
subía diariamente a la azotea para dar vueltas. Oía las campanas de los
conventos cercanos (ya sabéis que vivo en el casco histórico de Toledo) y los
ruidos cotidianos de esas horas (personas que suben, que bajan, los coches…)
dieron paso a otro sonido, que fue el canto de las aves, al que normalmente no
prestamos atención. Fue realmente una experiencia maravillosa, de la que nació
el libro, Aprendiendo la lengua de los pájaros.
Ricas-Peces
explica que, como telón de fondo, muy al fondo, está la tristeza, el agobio por
tanta muerte y, más que la desesperanza, la falta de perspectivas y de salidas.
Nada más terrible que habituarse al número de los que no respiran, al arqueo de
los marchados, a la crónica de algo terrorífico que bulle en otro planeta, que
ocurre lejos, en otra calle, puede leerse en la página 52. Y en otro punto:
dormir podrá ser un acto de cobardes, pero también un acto de supervivencia.
Pero no es
esa la atmósfera dominante: como es característico de su pluma, prima la
delicadeza, la belleza que vierte en sus palabras o la que contempla: “creo
que, a la larga, es un libro esperanzado y un libro casi, casi alegre”.
La obra se
divide en tres secciones. En la primera de ellas, Las aves primordiales, la
autora evoca los personajes alados que pueblan las leyendas, la mitología y el
folklore universales. Transitan así por sus páginas, entre otros, los sirins
rusos y los naví eslavos, el hada Morgana y el mochuelo de Atenea, así como el
Simurg, protagonista del Mantiq al Tayr, texto iniciático de Farid al Din
Attar, poeta persa del siglo XII, también citado en la contraportada.
Una breve explicación de la naturaleza del ser al que se alude cierra cada uno de los textos, en los que la autora enlaza el cariz tradicional de la criatura con algún aspecto de su realidad inmediata.
La segunda sección, Vuelo suave, divino, ensimismado, retrotrae textos de la literatura universal, en ocasiones vinculados a lo religioso, que encienden su inspiración y siempre giran en torno a seres con alas.
Finalmente,
en Plumosa materia creadora, escribe a partir de distintas obras inspiradas por
pájaros, particularmente en el ámbito musical.
La portada
de la bellísima edición de Celya nos presenta a un gorrión, obra de José
Antonio García-Villarrubia, superpuesto sobre un fondo que no es otra cosa que
el manuscrito de los textos.
Llenos de referencias que dan cuenta de su erudición y remiten a sus lecturas pasadas, los textos de Ricas Peces van y vienen de lo próximo a lo lejano, de lo inmediato a lo atemporal, signados doblemente por la presencia del ave y por la universalidad de lo esencialmente humano, en cualquier parte y en cualquier tiempo, otro o este de pandemia, que ella ha sabido convertir en poesía
Linda D´ambrosio
linda.dambrosiom@gmail.com
@ldambrosiom
@ElUniversal
Venezuela-España
No hay comentarios:
Publicar un comentario