A propósito de las declaraciones de su eminencia
Cardenal Porras, quien alertó que en el país se está desarrollando un mercado
negro de vacunas, escudriñamos en la red para obtener una mayor información y
precisión del alcance de esa impactante afirmación. que pone a prueba lo que
aún nos queda de capacidad para escandalizarnos.
Nos encontramos unas interesantes líneas que pueden
dibujar el caso venezolano. En ellas se indica que es habitual que en las
economías dirigidas surjan "mercados negros" como respuesta del
mercado frente a la intromisión estatal, que son usualmente tolerados por las
propias autoridades encargadas de controlarlo. Esto es, que usualmente el
mercado negro no es causante de ninguna crisis, sino la consecuencia de una
crisis creada por la política inflacionaria sumada a la intromisión estatal
tendiente a ocultar las consecuencias. Es una mácula que debe superarse.
Queremos vivir en un país en el que no sea una
ingenuidad pretender que la salud de los venezolanos se priorice como una
política de Estado, que como tal esté por encima de intereses subalternos. Es
la expectativa que tenemos en el que el venezolano de a pie sea el privilegiado
pese a la confrontación y a la diatriba política. De allí que nuestro Cardenal
Porras haya expresado con tino que quienes deben estar en el plan nacional de
vacunación deben ser los más vulnerables y débiles. Hasta ahora, estos hechos,
y la incertidumbre de contar con esa vacunación en tipo, costo, tiempo, modo y
lugar, nos indican que estamos adentrándonos al mundo de las segundas
intenciones.
El zigzagueo en las propuestas y el bagaje de frases y
términos que se han hecho del conocimiento público (OPS, Covax, AstraZeneca,
Sinopharm, Sputnik V, Soberana 02 y Abdala), en el que participaron como
actores el gobierno, la oposición y sectores privados, contribuye a una
incertidumbre y desesperación tal que ha abonado el terreno para que los
inescrupulosos pesquen en el río revuelto del mercado negro de la venta
clandestina e ilegal de las vacunas.
Según información tomada del portal de noticias
Venepress, el modus operandi se estaría ejecutando mediante “Las presuntas
ofertas engañosas en redes sociales los costos por la medicina oscilan entre
$200 y $700 por dosis”; que supuestamente alertó el doctor Jaime Lorenzo,
coordinador nacional de Médicos Unidos por Venezuela. Refiere también el
portal, que “El periodista, Federico Black denunció que a través de WhatsApp
están ofreciendo las vacunas Vero Cell, fabricadas en China, por un precio de
285 dólares”. Es una práctica que, aun a esa escala, debe ser erradicada por
inhumana, sobre todo en este país que ya de por sí está sufriendo la peor de
las crisis que haya vivido en toda su historia.
Los venezolanos condenamos esa práctica, pero es a
este gobierno a quien le compete ponerle punto final. Es el gobierno el que ha
administrado hasta ahora las 750.000 dosis (500.000 de la china de Sinopharm y
250.000 de la rusa Sputnik V), para apenas el 1,3% de la población. Esas
vacunas se han aplicado discrecionalmente a una pequeña parte de los
trabajadores del sector sanitario, diputados, gobernadores, y al tren ejecutivo
encabezado por Nicolás Maduro y su familia. Entonces, es al gobierno al que le
corresponde detectar por dónde están drenándose las vacunas que han ido a parar
al mercado negro.
Sin embargo, la mayor preocupación es que pueda
producirse en términos perentorios un verdadero y eficaz plan de vacunación
para toda la población. Se sostiene que para aplicar una dosis al 70% de los
venezolanos se necesitan 20 millones de vacunas; igualmente se señala que el
país está muy lejos de ese objetivo, menos aun cuando el régimen -con su
discrecionalidad- no cederá su protagonismo en el control y administración de
las vacunas. Para ellos, es un instrumento más de dominación social.
Nunca dejarán que se les vaya de las manos ese poder.
El caso de Fedecámaras confirma esa tesis. Ese organismo, que hace poco tiempo
fue uno de los sectores invitados al ya frustrado “Gran Diálogo Nacional”, y
que en esa onda presentó un plan para la vacunación y aportar fondos para
comprar cinco millones de dosis para inmunizar a trabajadores del sector
privado, hoy ha sido satanizado y en consecuencia descalificado para llevar
adelante ese objetivo. La forma excluyente de condicionar la aplicación de la vacuna
con la plataforma Patria, también confirma ese control unívoco.
Los venezolanos no podemos permitir retrasos por
intencionalidad económica o política alguna. Antes, por el contrario, debemos
sumar esfuerzos incondicionales en esta titánica tarea. La vacunación para
enfrentar lo peor de esta pandemia -que se antoja de más largo plazo- debe
formar parte fundamental de la política de Estado para la salud integral de los
venezolanos a la que tenemos derecho y así lo debemos exigir con una
generalizada determinación. ¡Vacunación para todos ya!
Víctor Antonio Bolívar
Castillo
vabolivar@gmail.com
@vabolivar
Venezuela
vabolivar@gmail.com
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Venezuela
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