2.-
Pienso que es muy importante entender que la pandemia en Venezuela no es lo
mismo, ni representa lo mismo que en la mayoría de los países. En estos, cayó
como una terrible e inesperada enfermedad; era una pandemia y se le entendió
como tal, y se la combate como tal. En Venezuela es más que eso: el covid-19 se
articuló al caos de base de la sociedad y se convirtió en parte constitutiva de
ese caos. Dicho de otro modo: no hay modo de atacar el problema de salud
representado por el virus sin atacar los problemas de hambre, miseria,
desamparo de la sociedad. Claro que pueden traerse vacunas (y debería ocurrir a
la mayor velocidad), pero ya no se trajeron a tiempo, no se distribuyen
adecuadamente, y su proceso no escapa a la dinámica de corrupción e inseguridad
dentro de las cuales se sumerge todo lo que ocurre en el país.
3.-
Se podría pensar que es una exageración; algo así como decir que mientras
Maduro esté allí no hay solución para la enfermedad. Hay que ver con detalle el
asunto. ¿Con la gente que está en la primera línea de combate –médicos,
enfermeros, paramédicos en general, personal de servicio de hospitales y
clínicas– totalmente desamparados, sin protección y sin equipos, puede
enfrentarse realmente esta crisis? ¿Con ciudadanos lanzados a la calle por la
necesidad de comida, de transporte público masivo para ir a trabajar o a
comprar, para llevar y traer enfermos, pueden demandarse medidas reales de
protección y distanciamiento social? La verdad es que la pandemia que ya es una
tragedia, se integró a la tragedia preexistente y se potenció.
4.-
Una prueba es que el suministro posible de vacunas por vía del mecanismo Covax
de la OMS se ha vuelto parte de la guerra que se libra en el país, de la que la
narrativa es elemento esencial. Maduro dice que rescató un dinero que le había
sido sustraído al país por las garras imperiales; Estados Unidos dice que
permitió el uso de esos fondos porque se llegó a un acuerdo y por eso accedió a
liberar los fondos; Guaidó se asume como el autor del acuerdo y Estados Unidos
dice que por eso aceptó. Todas esas versiones son parte de la guerra híbrida en
la cual el relato es esencial y lo más cierto es que Washington libera esos
fondos porque tiene noticia exacta de la catástrofe venezolana y de lo que
puede venir, que es peor. Discusión que no le importa para nada al ciudadano
desamparado.
5.-
Esta situación plantea tres salidas: la primera es dejar que la crisis global,
con la pandemia incluida, siga devastando a la sociedad y que sea el ciudadano,
a la intemperie, el que se cuide dentro de lo posible con sus redes familiares
y amistosas, y con el extraordinario recurso de la recolección de fondos e
intercambio de medicinas y equipos a través de las redes sociales; la segunda
es que se logre una tregua en la guerra y haya un convenio para afrontar de
manera integral la crisis humanitaria, con apoyo internacional; la tercera
salida es la de imponerle al régimen de Maduro, con la apelación a la
Responsabilidad de Proteger –R2P–, una intervención humanitaria internacional
sea por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la OEA o una coalición
democrática.
6.- La tregua
humanitaria o la intervención humanitaria son las opciones en la mesa. No se
trata de politiquear con esto para ganarse un título de gran componedor, sino
de atender a una situación desbordada. En la medida en que aumente la pandemia
en el marco de la crisis que hay en Venezuela, la situación se hará cada vez
más difícil de manejar, la migración aumentará, la solución será cada vez más
costosa y la intervención tardía será más penosa que lo que sería hoy.
Carlos Blanco
carlos.blanco@comcast.net
@carlosblancog
Venezuela – Estados
Unidos
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