En
aquella Caracas provinciana que despertaba del letargo de la dictadura gomecista
surge el 3 de agosto de 1943 un diario llamado a hacer historia en el
periodismo venezolano. El Nacional, fundado por Miguel Otero Silva y dirigido
por Antonio Arráiz, comienza su andar amparado en la euforia libertaria del
momento.
Así
las cosas y en medio de la Segunda Guerra Mundial, la primera página de la
edición primigenia de El Nacional privilegiaba noticias concernientes al avance
de las tropas aliadas por el sur de Italia y el acantonamiento de tropas nazis
en el norte. Ramalazos de la guerra nos tocaron cerca: en esa página se daba
cuenta del hundimiento de un submarino nazi en aguas curazoleñas, como
respuesta a su ataque a tanqueros holandeses cargados con petróleo venezolano.
Allí
leemos también esta nota: “Grandiosa concentración popular en el Hipódromo se
realizará el día de la llegada del Presidente”. Se refería al Presidente Isaías
Medina Angarita, quien regresaba al país luego de una exitosa gira por
Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá, primera vez que un presidente venezolano
en ejercicio era recibido en otro país en visita oficial.
Con
pros y contras, pasaron los años en El Nacional, contados siempre con la misma
mancheta, aquella de los versos del poeta Machado: “caminante, no hay camino;
se hace camino al andar”. Su edición aniversario era esperada con expectación.
Recuerdo con especial orgullo la edición 2017 en homenaje a la Academia de
Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Acfiman), en el año jubilar
centenario de su fundación: “Miradas hacia el futuro. 100 años de ciencia en
Venezuela”, bajo la curaduría de Nelson Rivera y Marielba Núñez y la asesoría
de la Acfiman.
En
su editorial “La ciencia y las dificultades”, Miguel Henrique Otero señalaba el
apogeo del universo científico que ha obligado a los más importantes diarios
del planeta a incorporar secciones dedicadas al futuro y a la ciencia, a
entrevistar investigadores, algo que por cierto marca este tiempo pandémico,
cuando los científicos están dando las respuestas necesarias a tiempos
extraordinarios. “… El crecimiento de la ciencia la ha vuelto indisociable de
las políticas públicas, del futuro posible, del progreso necesario”, anticipaba
Otero.
En
mi editorial como presidenta de la Acfiman en ese momento, yo insistía en el
tema: “Hoy en día la riqueza de un país moderno se mide en términos de su
capacidad para producir conocimiento… y la aplique en su desarrollo social y
económico […], un concepto que todavía no logra asentarse en Venezuela a la
hora de proponer soluciones a la crisis actual”.
En
sucesivas páginas, la edición aniversario 2017 de El Nacional se pasea por esas
diez décadas de crecimiento de la ciencia, reseñando perfiles de personajes
icónicos de la ciencia vernácula, recordando proyectos pioneros en distintas
ramas del saber, resumiendo trayectorias de las instituciones científicas y
tecnológicas creadas sobre todo en los 40 años de república civil (1958 a
1998), un período de relativo equilibrio que nos hizo creer que ya la
democracia, las libertades y los derechos humanos eran inseparables de nuestra
realidad como país, cuando por el contrario, ellos eran conceptos delicados
cuya frágil existencia debía ser cuidada cada día con el mismo celo del
primero, para hacer posible el progreso en un escenario de libertad.
Todo
esto me viene a la memoria al conocer la más reciente tropelía del régimen
contra el diario El Nacional: el despojo de su edificio sede, la ocupación
militar de ese espacio civil simbólico (Nelson Rivera dixit). El arrebato
desborda a El Nacional, toca a todos los medios de comunicación y al lector, a
ese ciudadano que busca en ellos noticias y textos interpretativos del mundo en
que vivimos.
Es
un ataque más a la libertad de expresión, de pensamiento y de opinión, una
política de estado aplicada desde hace 22 años en intento vano de convertirnos
en súbditos dóciles del régimen con pretensiones totalitarias que oprime al
país. Muchos diarios adversos al régimen han tenido que cerrar o limitarse al
espacio virtual (tal el caso de TalCual), al negárseles la posibilidad de
adquirir papel para sus rotativas, someterlos a pagos de multas escandalosas
por motivos baladíes y montar embestidas judiciales contra sus directivos, todo
lo cual se revierte en asalto a nuestras libertades personales, ellos y
nosotros víctimas del desafuero dictatorial.
Las
crónicas de esta oscura época deberán servir de registro insoslayable y de faro
guía a las generaciones futuras para salvarlas de la ruina ética y espiritual
de este tiempo, contraria a nuestros ideales libertarios. Es compromiso a ser
cumplido aún en circunstancias adversas como las actuales.
Gioconda
San-Blas
gsanblas@gmail.com
@daVinci1412
@DiarioTalCual
http://giocondasanblas.blogspot.com
Academia de
Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales,
Individuo
de Número, Sillón XX
Caracas,
Venezuela acfiman.org
“El castigo por rehusarte a
participar en política es ser gobernado por personas inferiores a ti”. Platón
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