Sea por chanza, o simplemente por
crear controversia, lo cierto es que si existe un enemigo real, cierto y
constante que siempre llevará la contraria, es un venezolano frente a otro
venezolano.
Desde los mismos albores de las
guerras del ‘800, fueron nuestros mismos prohombres quienes se lanzaron contra
ellos mismos y dejaron que las montoneras, escaramuzas y demás revoluciones
alargaran el sufrimiento de la población. Bien por desacuerdos, bien por
encontrar las mejores estrategias de lucha, siempre estaban a flor de piel las
discusiones que llevaron a desenlaces fratricidas entre los mismos bandos.
Esa mala costumbre de denigrar, de
despreciar, de colocar en rango de inferioridad al otro por ser su coterráneo,
su semejante nacional, es práctica común que se evidencia en las relaciones
cotidianas y se hace palpable, como parte de la tragedia nacional actual, en
este fenómeno llamado diásporadonde es más doloroso y cruel, pues suma a todo
ello el desamparo por la tierra añorada.
Porque el asunto no es tanto que un
nacional se encuentre en situación de minusvalía material o afectiva, es que se
le desprecia por el hecho de ser, de provenir de un espacio donde quien ejerce
el desprecio, se siente dueño y con autoridad para descalificar a su semejante.
No entro a describir la vida interna y cotidiana en Venezuela, donde es casi
una situación de neo esclavitud esta donde entre venezolanos nos disputamos las
sobras, literalmente, de un país que existía como república y nación.
Nos referimos, tanto a la evidencia
del escenario político, como del militar, económico y de las relaciones
comerciales donde todo se ha vuelto un ‘negocio’. En este escenario, la venta
de oxígeno, por ejemplo, para salvar la vida de enfermos por el virus chino es
la actividad más lucrativa del momento, junto con las medicinas para el
tratamiento. El ‘negocio’ de los combustibles, gasolina, gasoil, gas doméstico,
son parte de transacciones que forman parte de la desgracia de eso que llaman,
vivir en socialismo. Son los nuevos ‘trabajos’ generados para la sobrevivencia.
Esto, evidentemente, deja a un lado el sentido de humanidad y compasión, e
impone y potencia la fría astucia y crueldad de quien no tiene escrúpulos de
pasar sobre las cabezas de sus semejantes.
No sé a dónde nos llevará esta vida
del desprecio a nuestro semejante nacional. Pero sí creo que debe ser una
endemoniada tara mental, una especie de ‘íncubo’ instalado en el subconsciente,
y, a la vez, una especie de resentimiento social, un espejismo psicológico de
plástica superioridad que distorsiona la realidad de este enfermo social.
Creo que, frente a este rasgo
social, evidentemente llevado como un lastre por siglos, la crisis actual opone
en la práctica, la solidaridad y el acompañamiento como equipo de vida entre
miles de venezolanos, sobre manera de nuevas generaciones, que se agrupan para
sentirse acompañados en el dolor colectivo y trazan estrategias para superar
sus tragedias. Lo noto medianamente en conversaciones, en la calle cuando algún
comerciante busca lucrarse y sacar provecho del drama social y encuentra la
protesta, la palabra de algún usuario que reclama a viva voz la injusticia;
cuando el político asiste al barrio, al caserío y hace alarde de su
desvergonzado populismo y casi en coro de voces, los pobladores le silencian su
barato discurso, porque han aprendido que así han sido utilizados por décadas.
Estas y tantas otras maneras de
manipulación son muestras de un desprecio, de una falsa solidaridad que deben
ser enfrentadas y superadas en la práctica de eso que siempre ha sido el modelo
republicano de vida: la ciudadanía. Porque ser ciudadano comporta aprender a
vivir y convivir con el semejante, respetando la diversidad de pensamiento,
elevando las virtudes del Otro, semejante o contrario a nosotros. Aprender a
ser solidarios y compasivos, practicar virtudes de vida republicanas, en la
práctica democrática de resaltar en el otro sus principios y fortalezas.
Porque, en definitiva, seremos ciudadanos en la medida que veamos en el Otro
parte de esto que somos, como pueblo y nación.
Juan Guerrero
camilodeasis@hotmail.com
@camilodeasis
@camilodeasis1
Venezuela
camilodeasis@hotmail.com
@camilodeasis
@camilodeasis1
Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario