A pesar de no haber logrado el mejor resultado
electoral en las elecciones parlamentarias del pasado 6D, obtuvimos dos
resultados importantes: ya no existe la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y
tenemos nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), aunque la parcialidad,
fanatismo y ceguera de algunos no les permita ser objetivos, se debe reconocer
que es el mejor de las últimas dos décadas.
Hasta quienes dicen que no es suficiente los avances
en esta materia, reconocen y avalan el nombramiento de los nuevos rectores del
ente electoral. La política se mide por resultados, tal como lo demuestra la
fracción parlamentaria y demócrata que ocupa un sitial en el Parlamento.
Por ello, es propicia la ocasión para recordar cómo
estaba compuesto el CNE en el año 2015, si el ministro de la defensa no era
Padrino López, si el Comandante del CEOFAN no era igual afecto a Nicolás
Maduro. Bastó organización, unidad y voto masivo para lograr mayoría en la
Asamblea Nacional pasada. Por esta razón les digo a los abstencionistas “a otro
perro con ese hueso”.
El problema no es el CNE, somos nosotros que debemos
entender que la abstención lo que nos ha traído es más desgracias ¿o es que
acaso no lo hemos aprendido?
Para los verdaderos demócratas la nueva directiva del
ente electoral es una buena noticia, para quienes creemos que la ruta es
electoral, es nuestra Constitución, un arma del hombre libre –como lo es el
sufragio- por la cual podamos dirimir en paz nuestras diferencias políticas.
Cada vez entiendo menos a esos “dirigentes” que dicen
que votando no pasa nada, ¿será que absteniéndose ha pasado mucho?
Sobre el recién nombrado Poder Electoral es entendible
que a ambos extremos algunos nombres no le parezcan los más idóneos, pero
debemos de ver el lado positivo y sin lugar a dudas, este es el primer paso
hacia el rescate de la ruta electoral.
Sin embargo, vaya nuestro total reconocimiento a los
103 candidatos a rectores que a pesar de las amenazas, chantajes, y un largo
etcétera, se atrevieron a postularse. De igual manera le deseamos el mayor de
los éxitos a los que resultaron electos y tienen la difícil tarea de devolverle
la credibilidad al organismo electoral, y con ello hacer entender a la mayoría
de los venezolanos el valor inmenso que tiene el sufragio.
Entre nuestras peticiones para seguir avanzando en el
rescate de la confianza en el voto, está la eliminación del ventajismo que
representan los llamados puntos rojos o del color que sea, así como el
acompañamiento electoral y la presencia de la mayor cantidad de observadores
internacionales.
De igual manera desde Unidad Visión Venezuela tenemos
claro que nunca lograremos las tan cacareadas por muchos “condiciones ideales”.
Sin embargo, la mejor condición la tenemos y es que somos mayoría, y la mayor
garantía es el voto masivo.
Desde los distintos sectores que adversamos al
gobierno necesitamos construir un gran consenso, dejar los lamentos y las
descalificaciones mutuas que en nada ayudan a abrir esos espacios democráticos
que nos demanda la sociedad.
Dejar a un lado las frases huecas, los mantras, los
egos, poner los intereses colectivos primero y, hacer comprender a la gran
mayoría que nos oponemos a este gobierno, que no ir a elecciones es quedarnos
sin hacer nada verdaderamente útil.
Nuevamente se nos presenta una gran oportunidad para
organizarnos y movilizarnos alrededor del proceso electoral del próximo 21 de
noviembre, en la que nuestro mayor reto es que no se provoquen más fricciones,
en donde seamos claros con nuestra gente y especialmente, no generando falsas
expectativas que terminen frustrando -una vez más- a nuestro pueblo.
Hay que decir las cosas como son: las elecciones
regionales y municipales no van a deslegitimar, ni a cambiar el presidente,
pero si pueden ser el inicio a un gran movimiento para llegar, bien sea, a un
referendo revocatorio el año que viene o a las presidenciales del 2024
fortalecidos. No hay otra ruta, no hay otra manera.
Venezuela no se merece que continuemos en la inercia
actual, por ella bien vale la pena todos los esfuerzos. Sin duda alguna, la
tarea más difícil, pero no imposible, será recuperar la confianza en el voto y
de todos los ciudadanos que fueron empujados a la inercia en espera de
milagros. “Ayúdate, que yo te ayudaré”, dijo Dios.
Para finalizar les quiero dejar una
reflexión a los que se han venido absteniendo en los últimos años ¿Qué se puede
perder votando? La abstención del 2018 no deslegitimó a Nicolás Maduro, tampoco
ocurrió el pasado 6D y es desde esta AN
que nombramos el nuevo CNE. Votar no solo es lo mejor, sino que es nuestra
única opción. Así que el compromiso es de todos los que queremos lo mejor para
nuestro país, participemos y seamos observadores todos. Las máquinas no
inventan votos. Actuemos con inteligencia.
Omar A. Ávila H.
dip.omaravila@gmail.com
www.unidadvisionvenezuela.com.ve
@OmarAvilaVzla
Venezuela
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