jueves, 5 de agosto de 2021

RICARDO VALENZUELA: LA ALDEA GLOBAL FANTASMA. REFLEXIONES LIBERTARIAS

A principios de los años 90, llegaba a un elegante restaurant en la ciudad de México para encontrarme con el propietario de un exitoso grupo empresarial que, en esos momentos, requerían de servicios financieros que en México todavía no estaban disponibles. Me habían contactado para analizar la posibilidad de asistirlos a través de la operación con una firma Investing Banking que había iniciado en 1989 con mi amigo Bob Malone, ex presidente de la división internacional de Bank Of América, y socios de Nueva York. Al inicio, Bob, después que le presentara el proyecto me afirmara, “interesante, pero estás como cien años adelantado a la cultura financiera de México, pero vamos haciéndolo”.

En el lugar me esperaba el segundo del grupo y me informaba disculpándose su jefe llegaría un poco tarde. Durante la espera, este hombre, ya con un par de martinis en su contabilidad, se dedicó a recitarme una interminable lista de las grandes habilidades empresariales de su jefe a quien, era obvio, admiraba intensamente. La culminación llegaría cuando casi en éxtasis me afirmaba: “Es que no te imaginas las habilidades del Ingeniero”, sin precisar cuáles eran y, al repetir la trillada frase “unas habilidades”, sufriendo de curiosidad pensaba; debe ser un gran visionario, alguien que adivina el comportamiento de los mercados, hasta que desesperado lo interrumpo para decirle; ¿habilidades como cuáles?

Cuando me preparaba para recibir una catedra estilo Harvard Business School, el hombre conectaba su trillada “habilidades” con el inventario de ese fenómeno de los negocios que me describía y completa la frase: “Una habilidad para colarse en la alta burocracia, para conseguir los contratos del gobierno y se le asignen sin competencia. Para seducir a esa burocracia con sus regalitos y no le dilaten los pagos, habilidad para evitar que nos hagan inspecciones. Gran habilidad para hacerse cuate de los secretarios”. Y me daba un ejemplo. “En el plan de desmontes de ejidos que tiene el gobierno, consigue contratos de miles de hectáreas y, lo más interesante, de la superficie asignada, no desmontamos ni la mitad y siempre nos pagan por toda”.

Me explicaba el mismo esquema operaba en proyectos de construcción de casas de interés social, para suministros de todas las necesidades del gobierno, contratos con Pemex, la CFE, con el Seguro Social, desde medicinas, equipo para hospitales. Construcción de carreteras, aeropuertos. Y, con cada Martini que este hombre consumía, más se abría con la información de esos pecados empresariales que, lejos de ser un mea culpa para su absolución, era presumir de ser los ladrones más avanzados de ese saqueo que ha sufrido el país, similar al de Roma por los bárbaros. Lo que describiría Buchanan con su teoría del Public Choice.

El empresario estrella aparecía solo para confirmar la información recibida y, lo más triste, afirmando era la única forma de hacer negocios en México. Esa noche, ya en mi hotel repasaba toda la película que había vivido durante esa comida y me decía a mí mismo. ¿Cómo es posible que esta sea la realidad de mi país? Algo que yo conocía pero que nunca alguien me hubiera descrito la magnitud de ese cáncer que lo consume. Pensaba luego en mis clases de ética profesional en el Tec de Monterrey y el profesor que nos decía; “no sé para qué enseñamos ética en un país en el que nunca ha existido”. Recordaba las palabras de mi padre; “en este país el hombre decente es pendejo y a los bandidos les construyen estatuas y les brindan calles”.

Pero, más doloroso ha sido el que, en estos momentos, en el país que me acogió tenga que reprocharme lo mismo ¿Cómo tardé tanto tiempo en darme cuenta de la realidad de los EU que tanto había admirado? No darme cuenta de que llegamos a un punto en lo que nada es lo que parece, ni lo que hemos creído, ni lo que nos dicen. Que vivimos en un mundo falso, con una economía falsa, con una media especialmente falsa. Un mundo de fortunas artificiales que surgen de asientos contables o de fórmulas mentirosas, la especialidad de Wall Street. Un mundo en el cual no quieren que los hombres sean hombres y las mujeres sean mujeres, en donde se quiere que todos seamos solo entes que nos han estado preparando para aceptar el destino que otros decidirán por nosotros. Un mundo en donde nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. Pero un cristal que nos entregan porque no tenemos la libertad de elegir, pues es un monopolio sin competencia.

Un mundo en el que ya nada es bueno o malo, todo es relativo y de esa forma ha emergido la impunidad y la corrupción del sistema judicial. Un mundo en el cual, si se declarara su realidad, una bancarrota global. Un designado liquidador se enfrentaría a un gran problema. Los activos mundiales jamás serían suficientes para el pago de los pasivos globales. O, si realmente el sistema monetario mundial se ajustara a la realidad, todo el dinero emitido en todas las monedas y, que, de una forma u otra, rondan en la economía mundial. Nos daríamos cuenta de que, por la avaricia de los pocos, una monstruosa inflación escondida, como las fieras al acecho, nos espera entre los intrincados montes para atacarnos y devorarnos. Y, ante esa realidad, para mitigar sus destrozos tendríamos que regresar a la economía del trueque.

Un mundo en el que un prestigiado diario lista las industrias más redituables y la forman todo lo que es pecaminoso y prohibido; las drogas, tráfico internacional de armas, tráfico humano, la prostitución global, juegos de azar, extorción. Pero, la única que no se cita siendo totalmente legal, es el saqueo financiero de los países. Y en 1910, en aquella isla de la costa de Georgia se crearía la maquinaria legal para ese robo y así tomar el control de las otras. Con la ilegal aprobación del congreso en 1913, se transfirió el control del abastecimiento de dinero del mundo a una elite privada (FED). Se firmaba la sentencia de muerte de las sociedades libres y pasábamos a ser vasallos.

Pero, como siempre sucede en este tipo de monopolios, los pretorianos han abusado del poder que se les otorgara para saquear el mundo. Y aquel arriesgado emprendedor buscando oportunidades en el mercado libre y competido, arriesgando su capital sin garantías, sin esperar nada del gobierno, mutó para convertirse a imagen de aquel empresario que conociera en los 90s en la ciudad de México. Pero, los que además tuvieran la visión global, serían quienes construyeran esa negra sociedad que ahora amenaza al mundo. Pero, bien amaestrados besamos las cadenas de los verdugos y odiamos a quien ha tratado de rescatarnos. Y, como los esclavos del siglo 19, cuando casi un millón de americanos entregaran sus vidas para darles libertad, al entregársela, ellos suplicaban a sus antiguos amos que de nuevo los aceparan en esclavitud. ¡Amén!


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México - Estados Unidos 


Mi vida es siempre alegre cabalgata
Soy hijo de los atajos y las veredas
El monte es mi guia en mi caminata
Y me gusta respirar las polvaderas

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