viernes, 1 de octubre de 2021

GABRIEL BORAGINA: ACERCA DE LOS ESTADOS "CAPITALISTAS". DESDE ARGENTINA

Hemos venido criticando la expresión "capitalismo de estado" empleada por ciertos autores (inclusive aquellos partidarios del capitalismo (a secas)) por creer que se trata de no otra cosa que una contradicción en términos.

En esa línea, parece que uno de ellos, el célebre historiador británico, Paul Johnson, gusta llamar "capitalismo de estado" a "los gobiernos [que] crecieron y aumentaron su poder"[1]. Podemos plantear aquí las mismas disidencias que hicimos al autor examinado en las oportunidades precedentes que nos ocupamos del tema.

El crecimiento de cualquier gobierno no es "capitalismo" sino que es estatismo, vocablo este último que expresa con meridiana claridad y en toda su dimensión la realidad del fenómeno, sin necesidad de extrapolar términos cuya significación denota conceptos muy diferentes al más claro estatismo. L. v. Mises también lo llama intervencionismo, cuyo significado es intuitivo y también mucho más apropiado al de "capitalismo de estado".

Habrá que insistir, entonces, que el capitalismo es propio de la actividad privada y no se confunde con los gobiernos excepto en el mal uso y abuso que se hace de las palabras.

Sigue siendo fundamental para entender este tema tener en cuenta la objeción de este último autor en relación a la imposibilidad de calcular económicamente en el socialismo. Dicho último factor determina que, en el mismo, no puede establecerse qué cosa es un bien de capital y que no lo es, ya que en el socialismo (y por extensión en el estatismo) los bienes no tienen pecios, es decir, en rigor no serían bienes sino simplemente cosas. Si una cosa no tiene precio puede ser literalmente cualquier cosa. En sentido económico, podría ser tanto un bien de capital como otro de consumo. En un sistema semejante un tractor –por ejemplo- podría servir tanto para la labranza como para dar un paseo por la vecindad. Lo que determinará qué uso se le dará estará condicionado a si hay o no precios para los productos de ambas actividades. En un régimen capitalista los habrá para la labranza y no para los paseos (en tractor), pero en otro socialista no los habrá para ninguno de los dos. En consecuencia, es imposible saber en este último sistema si el tractor es un bien de capital o no. Ergo, es absurdo llamar "capitalista" a un esquema semejante, donde no se pueden diferenciar los bienes de capital de otros tipos de bienes, es decir, donde todos ellos son simplemente cosas, y no puede deducirse cuáles de esas cosas son bienes propiamente dichos y cuales otras simplemente cosas.

Veamos otras opiniones parecidas a la examinada antes:

"Respectivamente, mercantilismo y socialismo se definen también como “capitalismo oligopólico” y “capitalismo de Estado”. Una economía siempre es “capitalista”, porque hay capital: no toda la producción se destina al consumo inmediato, un excedente se ahorra, para ser invertido en producir bienes que sirven para producir otros bienes, por ej. maquinaria, equipos, plantas e instalaciones, edificios de oficinas. En este sentido, en toda economía la producción es indirecta. Esos bienes de segundo orden -bienes instrumentales o productivos- se llaman “de capital”.[2]

Hasta aquí la explicación es correcta, y podemos coincidir en un todo con ella, lo que no será así con la segunda parte del párrafo que citaremos seguidamente. Es cierto que "Una economía siempre es “capitalista”, porque hay capital" pero no es acertado llamar a un estado/gobierno "capitalista" o "capitalismo de estado", ni avalar esos usos idiomáticos.

Sería redundante aludir a la "economía privada", pero dado el tal grado de confusión que el mal uso de las palabras hacen en este tema se torna imprescindible realizar aclaración tras aclaración.

Toda la explicación del párrafo anterior citado supone la existencia de los tres requisitos forzosos para darse el capitalismo que ya hemos mencionado antes: propiedad privada, precios y mercados. En ninguna economía estatista (si es que puede hablarse de tal cosa) se dan, o bien, se permiten en esferas tan pequeñas e insignificantes que no logran efectos de largo alcance. En una palabra, la descripción que se hace en la cita es lo que ocurre en un sistema capitalista o también designado como economía de mercado.

"Por eso en toda sociedad hay capital -mucho o poco-, que puede ser propiedad del Estado o de los particulares. Pero en el segundo caso, el acceso a los mercados -y por tanto las oportunidades de formar capital- puede estar más o menos restringido por el poder, como es en el mercantilismo, o haber libre competencia, como es en el capitalismo liberal. Así como en política la democracia puede no ser liberal, también en economía hay un capitalismo no liberal, que es el mercantilismo. Y un capitalismo de Estado, antiliberal también, que es el socialismo."[3]

Aquí comienzan nuestras discrepancias con el autor que estamos estudiando ahora. El capital no puede ser "propiedad" del estado/gobierno, porque la creación de capital es privada y no hay tal cosa como "propiedad estatal" o "pública, colectiva, comunal", etc.

Por lo demás, ya hemos explicado que -siguiendo al profesor L. v. Mises- allí donde el sistema de precios no exista o se encuentre restringido por controles gubernamentales se dan estas situaciones: 1) o directamente no se puede calcular o 2) los cálculos que se hagan siempre tendrán como resultado distorsiones tanto o más severas cuanto más este interferido el sistema de precios.

Un control de precios es una restricción a la propiedad privada. En la medida que el gobierno no pueda distinguir (en virtud de su propia intervención) cuáles bienes serían de capital y cuáles de consumo, todos los bienes van pasando -más temprano o más tarde- a esta última categoría. En rigor, se estaría consumiendo capital, pero el gobierno estatista o socialista no puede saberlo con exactitud y ni siquiera aproximadamente, ya que ha desfigurado todo el sistema de precios, porque ha restringido o suprimido -parcial o totalmente- la propiedad privada de los medios de producción.

Uno de los peligros que existen al intentar explicar este tema por parte de los autores es entrecruzar o entremezclar economía con política. Como se observa haca el final de la cita, el autor hace ese entrecruzamiento entre política y economía.

[1] Citado en Eduardo García Gaspar. Ideas en Economía, Política, Cultura. Parte I: Economía. Contrapeso.info 2007. Pág. 319
[2] Alberto Mansueti - José Luis Tapia Rocha. LA SALIDA. o la solución a los problemas económicos y políticos del Perú, Venezuela y América Latina- Edición ILE. Perú. pág. 42-43
[3] Mansueti-Tapia Rocha. La Salida. Ibídem. pág. 42-43

Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
Argentina

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