Así dice el tango, y así estamos la gran mayoría de las venezolanas y los venezolanos: pagando culpas que no son nuestras. O lo son en muy pequeña medida. Lo peor es que para muchos el precio es excesivamente alto.
Mencionaré tres de los varios casos que conozco directamente: Leonor añora todos los días a su hijo, que migró a un país lejano. Ya hasta obtuvo la nacionalidad, y está claro que no habrá retorno. Ella nunca se imaginó esa separación definitiva. Por su parte, Valerio tenía alquilado un localcito en el centro de Caracas, donde vendía lo producido en su taller. Pero la crisis económica y la delincuencia acabaron con todo. A Mayra se le fueron cerrando las puertas y vio crecer la pobreza en su casa y su comunidad de los Valles del Tuy. Con muy poco dinero en el bolsillo decidió irse a un país del sur del continente. El viaje fue una odisea de caminatas, sol, lluvia, dormir en la calle, comer cualquier cosa y más caminatas. Al poco tiempo de su llegada enfermó, fue al hospital, no la atendieron como se debe, debió pedir ayuda a gente amiga para pagar exámenes y medicinas, la diagnosticaron mal, empeoró, finalmente otro médico precisó la grave infección bacteriana que sufría en sus pulmones. Por suerte se salvó, luego de semanas de angustia.
Casos hay millones: pensemos solo en quienes en el país esperan por un trasplante o una cirugía, en especial los niños y niñas que están en esa circunstancia. O en quienes no se están alimentando bien. O en quienes han perdido su trabajo formal. O en los universitarios que no ven posibilidades al graduarse… Necesitamos que la dirigencia de gobierno y oposiciones asuma con más profundidad y mayor sentido de urgencia la situación del país, y tome con rapidez un camino claro de convivencia democrática e iniciativas de consenso en lo social y económico. No es el momento de la estridencia, la triquiñuela, ni la pelea pequeña. Ese caso de Barinas luce como una maniobra a contrapelo, implementada sin considerar la tragedia que vivimos. Desatender las prioridades de la población trae consecuencias. Apegarse a la democracia genera paz, da oportunidades al crecimiento económico y ayuda a resolver lo de las sanciones. Alejarse de la democracia, ¿a dónde lleva?
Aurora Lacueva
lacuevat@hotmail.com
Aurora Lacueva
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Venezuela
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