miércoles, 25 de mayo de 2022

ORIANA RIVAS: LA REALIDAD QUE NO MOSTRÓ EL DOCUMENTAL DE NETFLIX «CÓMO CONVERTIRSE EN TIRANO»

La serie documental está creada bajo un formato amigable y digerible, pero olvidó mencionar que en la actualidad hay modelos totalitarios bastante similares, algunos de los cuales han recibido recientemente gestos de simpatía de la Administración demócrata.

La nueva serie documental de Netflix tiene el formato ideal para que quienes no conocen de historia puedan finalmente interesarse y aprender un poco de ella. No solo son episodios cortos, sino que la estética animada y la narración de Peter Dinklage llevan al espectador a recorrer una especie de manual donde paso a paso explica «Cómo convertirse en tirano«.

Es en sí mismo un recurso para recordar cómo los grandes dictadores acumularon tanto poder, asesinaron a millones y sometieron a los sobrevivientes. Cómo Adolf Hitler utilizó el descontento de los alemanes para fundar el nazismo, cómo Sadam Huseín aniquiló a sus rivales para escalar en el poder y así sucesivamente pasando por varios nombres como el sanguinario Idi Amín, presidente de Uganda desde 1971 hasta 1979. Amín aseguraba que «el miedo es bueno porque así la gente te respeta».

Sin embargo, hay una gran falla que posiblemente tiene que ver con la línea progresista de la plataforma. Es que cada uno de esos pasos que siguieron los grandes tiranos de la historia los hemos visto repetirse con dictadores que viven o vivieron hasta hace poco. A esos no se hace mención.

Es así como el Libro Verde del exmandatario libio Muamar el Gadafi —similar al Libro Rojo de Mao Tse Tung en China— lo vemos replicado en varios ejemplares de la literatura cubana bajo el régimen castrista, uno de ellos en el libro «Yo soy Fidel», que si bien no fue escrito por su protagonista, sí lo exalta al nivel de caracterizar su pensamiento como si se tratara de un filósofo dueño de una gran sabiduría.

EL ESPEJO DE HOY: Pero reemplazar la verdad objetiva también fue la obsesión del dictador soviético Iósif Stalin, quien utilizó la propaganda y la desinformación para fortalecerse. Porque tal como cita el material, «la verdad invita al debate» y eso molesta a los tiranos ¿No es parecido lo que hoy hace el dictador Daniel Ortega en Nicaragua censurando con mano dura medios de comunicación o recrudeciendo el adoctrinamiento en escuelas y universidades?

El patrón se repite y sería bueno que estuviera remarcado una y otra vez en el documental «Cómo convertirse en tirano». De igual manera, es inevitable hacer el «clic» y asociarlo con los modelos represivos existentes.

Por ejemplo, parece que la dictadura venezolana iniciada por Hugo Chávez y mantenida por Nicolás Maduro tomó nota de cada uno de dichos modelos. Porque si algo tiene el chavismo es que ha usado el miedo, acabó con sus rivales, controló la verdad, promueve el culto a la personalidad (como la Dinastía Kim en Corea del Norte) y se ha esforzado por instaurar una nueva sociedad. Esto último lo ha venido cultivando con ideas como «ser rico es malo» para exaltar la pobreza en la población. Un factor que terminó siendo el predominante con 94,5 % de pobreza total en el país. Al igual que el régimen cubano también emplea el adoctrinamiento en las escuelas, porque manipular mentes requiere del impulso desde la niñez.

Fidel Castro o Daniel Ortega aparecen fugazmente en las imágenes. Aún así no se menciona cómo gracias a ellos la democracia y los derechos fundamentales siguen siendo pisoteados en Cuba y Nicaragua.

Pero tampoco se puede pedir demasiado. La plataforma creadora de «Cómo convertirse en tirano» tiene una marcada línea editorial progresista. Muestra de ello fue la contribución que empleados hicieron al Partido Demócrata previo a las elecciones de 2020 por un monto que superó los cinco millones de dólares. Reed Hastings, director ejecutivo, fue «un gran impulsor del Partido Demócrata en este ciclo», indicó entonces el portal Observer.

Tal politización también la llevó a perder hace casi un año cerca de medio millón de usuarios en Estados Unidos y Canadá. Una de las razones es que varios contenidos apelan a la moda woke. Quizás esta línea editorial es la que pretende omitir el parecido entre tiranos y ciertos personajes políticos actuales, algunos de los cuales han recibido gestos de simpatía del gobierno estadounidense de Joe Biden, influenciado por el progresismo.

Haber advertido a los espectadores habría sido un elemento importante que ojalá se tome en cuenta para la siguiente temporada, en caso de haberla…

Oriana Rivas
@PanAmPost_es
Venezuela - Argentina

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