Desde el mismo día en que fue electo los republicanos en Washington han estado junto a Biden en todos los puntos importantes de su agenda política.
El pantano de Washington está lleno de monstruos de todos los colores, de todas las edades, de todos los sexos, de todas las ideologías y de los dos partidos. Su meta no es servir a quienes los eligieron sino servirse a sí mismos. Roban y mienten al unísono con tal de mantenerse en el poder. Cuando las cosas se les ponen duras demócratas y republicanos cierran filas para enfrentarse al pueblo que desprecian y temen porque ese pueblo puede sacarlos del poder. Y no hay nada que aterre más a un político a tiempo completo que la pérdida del poder. Si alguien lo duda que le pregunte a Joe Biden o a Mitch McConnell. Ambos son ejemplos repugnantes de los monstruos que han hecho carreras en el pantano de Washington. Llegó la hora de “pararlos en seco” y deshacernos de ellos.
Aunque nos resulte doloroso, no podemos seguir confiando en una élite republicana cobarde y corrupta. Esa élite votó el año pasado a favor de un descabellado proyecto de ley de infraestructura, y ahora muchos de los mismos senadores han votado a favor de una ley de control de armas que ya está en camino a la Casa Blanca para ser firmada por la momia que habita en ella. A pesar de que la lista es larga, vamos a nombrarlos a todos para que no se olviden sus nombres y tengan que rendir cuentas ante la historia y cuando cambie el gobierno.
Entre los mismos se encuentran: Senador John Cornyn de Texas, Senador Mitch McConnell de Kentucky, Senador Thom Tillis de North Carolina, Senadora Susan Collins de Maine, Senador Lindsey Graham de South Carolina, Senador Bill Cassidy de Louisiana, Senador Roy Blunt de Missouri, Senador Richard Burr de North Carolina, Senador Mitt Romney de Utah, Senador Rob Portman de Ohio, Senadora Shelley Moore Capito de West Virginia, Senadora Joni Ernst de Iowa, Senadora Lisa Murkowski de Alaska y Senador Todd Young de Indiana. El Senador Pat Toomey de Pennsylvania no estuvo presente en la votación pero expresó su apoyo al proyecto.
Estos apandillados le están dando una victoria a un Biden que naufraga bajo el peso de sus iniquidades y de sus estupideces. El mamotreto legislativo consta de 80 páginas y fue sometido a votación apresuradamente en medio de la noche, que es la hora en que operan los ladrones. Es una total barbaridad y un paso más en el camino que pone a los ciudadanos a merced de los criminales.
El propósito de esta ley recientemente aprobada es ir erosionando ladrillo a ladrillo el “Bill of Right”—los Derechos Fundamentales—hijos de la pluma maestra y de la mente privilegiada de James Madison que fueron aprobados el 25 de septiembre de 1789. Madison redactó esas enmiendas—que limitan el poder del gobierno federal—a petición de varios estados de la Unión Americana que deseaban una mayor protección a las libertades ciudadanas. La principal es la Segunda Enmienda que protege el derecho de los ciudadanos a portar armas de fuego. Y no hay dudas de que el ciudadano tiene que ser protegido frente al poder omnímodo del estado todopoderoso. De lo contrario, estaremos pavimentando un camino que conduce indefectiblemente a la tiranía.
Al igual que la libertad de expresión y los juicios por jurado, el derecho individual a portar armas es parte primordial de la identidad americana. Este derecho protege a la democracia y garantiza que todo ciudadano tiene poderes frente al estado y frente a sus conciudadanos. El “Bill of Rights” se propone poner ciertos derechos fuera del alcance de las discrepancias políticas. Autorizar a los jueces a anular derechos garantizados por la Constitución argumentando que han pasado de moda es poner en peligro todas las libertades constitucionales.
Por otra parte, leyes de armas más estrictas no reducen el crimen ni previenen las masacres. Independientemente de la forma legal o ilegal en que los criminales obtienen las armas, lo que debemos hacer es enfocar la violencia como un fenómeno social o económico y no legal. Los progresos tecnológicos en los último 200 años no han convertido en obsoletos otros derechos constitucionales tales como el internet y la libertad de expresión. De la misma forma tiene que ser considerado el derecho a portar armas.
La ineptitud malvada de Biden es tan astronómica que ella sola ha cambiado la política americana. Las viejas coaliciones se están derrumbando ante nuestros ojos. De pronto, estamos viendo a los votantes hispanos, africanos y del Medio Oriente, así como un gran número de los nacidos en este país salir huyendo de Biden como del demonio.
El apoyo de Biden entre los hispanos ha caído en un 24 por ciento. La semana pasada, la candidata republicana Mayda Flores le propinó una paliza al representante demócrata Filemón Vela en una elección especial en el Valle del Rio Grande. Fue la primera vez en 100 años que los votantes de ese distrito han elegido a un republicano. Obama obtuvo el 60 por ciento de los votos. De hecho, los votantes de los distritos en el sur del Estado de Texas han cambiado recientemente de demócratas a republicanos en proporciones del 20, del 30 y hasta del 40 por ciento.
Aproximadamente, 9 de 10 afroamericanos votaron por Biden en las elecciones de 2020. Desde entonces, hace menos de dos años, la aprobación de Biden entre los afroamericanos ha caído en el 20 por ciento y lo mismo ha ocurrido con los asiáticos.
Este es, sin dudas, un momento histórico en los Estados Unidos. De ahí que surja la pregunta: ¿Si tenemos nada más que dos partidos políticos qué están haciendo los líderes republicanos para aprovechar esta oportunidad única? La respuesta insólita es que están salvando a Joe Biden de sí mismo. Porque es él quien se ha creado sus propios problemas. Desde el mismo día en que fue electo los republicanos en Washington han estado junto a Biden en todos los puntos importantes de su agenda política.
Todo esto incluye: las restricciones de COVID, los mandatos de vacunas, la ideología del trans-género en las escuelas, las sanciones contra China Comunista, el circo del 6 de enero, la libre expresión, las libertades civiles, el espionaje de las agencias de inteligencia, la preservación de los monopolios tecnológicos, la política anti blanca de la Critical Race Theory, la política energética y la seguridad en las fronteras.
Con estos tiros, no debe de extrañarnos que estos fanáticos quieran desarmarnos a todos. Nosotros no podemos portar armas porque ellos no confían en nosotros y ellos no confían en nosotros porque saben que nosotros sabemos que ellos nos han traicionado. Esta es la forma en que mueren las democracias. No en la oscuridad sino a plena luz del sol. Con luz o sin ella de nosotros depende que la democracia no muera.
Alfredo M. Cepero
alfredocepero@bellsouth.net
@AlfredoCepero
Director de www.lanuevanacion.com
Cuba - Estados Unidos
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