domingo, 15 de noviembre de 2015

ALBERTO JIMÉNEZ URE, EL TERRORISMO CABALGA ENCIMA DE LA OMNIPRESENTE INDUSTRIA MUNDIAL DE ARMAS

«No hiberna porque no existe, no creó la abominación que somos: te lo advierte alguien al cual no le consultaron si quería irrumpir en esto que presumimos Humanidad, una criatura vejada que igual potencial victimaria entre salvajes»

No existe ninguna persona en el Planeta Tierra que esté salva o no haya experimentado miedo ante ciertas e incesantes amenazas de muerte o cualquier otro asunto relacionado con su precipitación y advenimiento. Alguien que no tema ser (con o sin motivos) perseguido, torturado, ejecutado o confinado en mazmorras por  causa de eso que entendemos como «irracionalidad». Empero: ¿qué es, a partir de cuándo y por qué lo somos?
En esto patético (febril, frágil, absurdo) que llamamos «existencia», defino «irracionalidad» la perversidad que nos estigmatiza «inhumanos».  Cada instante millones de personas nos sentimos víctimas de ella, de sus profesos y adeptos. No importa si somos habitantes «primer o ultimomundanos», la irracionalidad rige a las naciones. Es un comportamiento que se exhibe mediante musculaturas. Fortalezas perceptibles en masas corpóreas e instrumentos para el exterminio de nuestra especie y otras.
Cometen actos «terroristas» los jefes de repúblicas que destinan tesoros o dineros patrios a la compra de pertrechos de guerra, con el alevoso propósito de dotar a innecesarios ejércitos o grupos de milicianos/mercenarios para los cuales nada es más glorioso que portar un/a «escupefuego». Infligen contra la Civilización los mandatarios que malversan dineros que proceden de naciones para enriquecer una omnipresente «Industria Universal de Armas». Tanto más contribuyen a su crecimiento cuanto más odio fomentan entre individuos a los cuales someten o   «gobiernan».
Los dictadores, califas, reyezuelos, monarcas o jefaturales autoritarios nos condenan a padecer penurias siempre que compran armas de guerra con recursos financieros que no les pertenecen: y que deberían destinarse a la vida buena. A productores de alimentos, cultura, salud e investigación científica.  Ellos son «terroristas» de colegiatura que venden armas letales a quienes son sus idénticos, pero «en situación de ilegitimidad». Miremos y escuchemos a los ingenuamente electos por los pueblos: son asesinos «constitucionales», hombres y mujeres cuya codicia los impulsa a provocar éxodos en territorios por ellos devastados. Sólo los motiva la idea de reprimir para permanecer al mando. Necesitan asustarnos, intimidarnos, abatirnos con la ventaja que le conceden los regimientos del sin fronteras «Crimen Político/Religioso Organizado».
Los «terroristas sin colegiatura» obtienen sus armas de guerra de esos países donde exitosamente opera la «Industria Universal de Armas». Pero, todos son santificados por envilecidos pontífices que platican sobre «Apostasía». El «Terrorismo» es más que un discurso doctoral o discusión para intelectuales adherentes u opositores del «Crimen Político/Religioso Organizado».
Alberto Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor

Merida - Venezuela        

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